Por Patricia Zapor, Catholic News Service

HABANA (CNS) –- Los 52 seminaristas que estudian en el seminario de San Carlos y San Ambrosio, en las afueras de la Habana, tienen una tremenda tarea delante de ellos; sin embargo, están llenos de entusiasmo para hacerse cargo de la situación.

Esos seminaristas se unirán algún día a la cifra de cerca de 300 sacerdotes en todo el país, a razón de un sacerdote por 19,000 católicos; desproporción que es la más notoria en Latinoamérica y el Caribe. Sin embargo, entrarán al ministerio sacerdotal en momentos en los que la Iglesia Católica gana terreno perdido, desde principios de la revolución cubana, para aumentar los servicios y llegar a tener más presencia pública en la sociedad.

Dos eventos católicos de connotado perfil es parte de lo que al presente inspira a esos seminaristas. El papa Benedicto XVI visitará Cuba del 26 al 28 de marzo, que es solamente la segunda visita de un Papa al país de Cuba. Y el Papa irá como peregrino para celebrar el 400ºaniversario de la patrona del país, Nuestra Señora de la Caridad de El Cobre, celebración que siempre ha causado sensación en todo el país mucho antes de que la visita del Papa fuera anunciada.

Kenny Fernández Delgado, estudiante de teología y oriundo de la Habana, le dijo al "Catholic News Service" (CNS, Servicio Católico de Noticias) en el mes de febrero que los seminaristas están muy conscientes de la enorme tarea que tienen por delante en su calidad de futuros sacerdotes.

"Hay carestía de sacerdotes en todas partes; pero lo que es en Cuba, de veras que hay carestía", dijo Fernández. "Algunas diócesis tienen solamente 30 sacerdotes en toda la diócesis. Y esto ha dado ocasión para que las personas laicas se involucren más; pero aún así necesitamos sacerdotes para los sacramentos".

Elixander Torres Pérez, otro estudiante de teología, dijo que parte de la responsabilidad a la que se enfrentan él y otros seminaristas es "la de ser un medio de unión " para los cubanos y "para la reconciliación de corazones".

Este es el papel de los sacerdotes "no solamente aquí en nuestro país, sino en todas partes", añadió.

Y Fernández ve todavía más allá de las fronteras de Cuba.

"Creo que la tarea más grande es la de ser un medio de paz entre los cubanos del Norte (refiriéndose a las personas que viven en los Estados Unidos) y los cubanos de aquí de la isla", dijo. "Ha habido 50 años de odio y resentimiento, y nosotros necesitamos ser el medio para la paz".

Dentro de la misma Cuba, también se necesita que haya un proceso de curación, añadió.

"Hay falta de entendimiento entre algunos que están a favor del gobierno y otros que quieren que cambie", hizo notar Fernández. "Es difícil conservar la unidad".

Los estudiantes dijeron que se han llenado de energía con la jira de peregrinación de la estatua que representa a la Virgen de la Caridad, o La Caridad, como le llaman con afecto a su patrona.

"Eso abrió la puerta para nuestro corazón y nuestra fe", dijo Torres. "Fue un evento extraordinario para mí y para nuestro país".

Fernández se mostraba igualmente entusiasmado: "No sabía que tantos cubanos tenían tal amor por la Virgen. La necesidad espiritual fue lo que los hizo abrirse".

Mientras la réplica de la estatua original andaba de jira por el país en 2011, miles de personas se presentaron en cada estación de las procesiones, Misas y servicios de oración, superando con mucho las expectativas más optimistas de los organizadores.

"Fue asombroso para mí", dijo Torres. "Nuestro pueblo necesita esperanza y felicidad y la Virgen nos da eso precisamente. La visita del Papa será un resurgimiento de esperanza para todo nuestro pueblo".

El padre José Miguel González Martín, rector español del seminario, que también trabaja como pastor de la parroquia del Espíritu Santo en la Habana, es uno de más de 150 sacerdotes extranjeros que hacen un total de 300. Cientos de sacerdotes cubanos huyeron o fueron obligados a irse al exilio, después de que Fidel Castro alcanzó el poder en 1959. Después de 30 años de ateísmo oficial, que bajó en 1992, fueron un efectivo amortiguamiento en contra de una conducta que involucrara la religión.

El padre González dijo que en sus 12 años en Cuba, ha observado que la iglesia ha logrado trabajar de una manera más libre, "sin miedo", en sus esfuerzos de evangelización. Después de décadas de opresión abierta en un estado oficialmente ateo, ahora hay más apertura para la misión social de la iglesia, en particular, dijo.

La carestía de sacerdotes es uno de los obstáculos más fuertes que enfrenta la iglesia, dijo. El seminario de San Carlos y San Ambrosio funciona solamente a menos de la mitad de su capacidad de 100 seminaristas. De las 11 diócesis de Cuba, una no tiene seminaristas en la Habana. La arquidiócesis de Santiago de Cuba, localizada en la parte extrema del este del país, y la arquidiócesis de Camagüey cada una tiene seminarios con solamente un puñado de estudiantes.

El seminario de San Carlos y San Ambrosio abrió sus puertas en su domicilio actual en el año 2011. El término de la obra del primer templo nuevo después de la década del 1950 se señaló con una ceremonia de inauguración en el mes de noviembre,a la que asistió Castro y obispos de toda la región, incluyendo el arzobispo de Miami, Thomas G. Wenski.

Las instalaciones anteriores del seminario de la Habana habían sido confiscadas por el estado en 1966 y convertidas para uso militar. El seminario de San Carlos y San Ambrosio se cambió después a un edificio de una iglesia de tiempos coloniales en la sección de la Habana Antigua que resultó ser muy pequeño para su propósito. Ahora ese edificio está bajo renovación y se utilizará como centro cultural, con una extensa variedad de servicios para católicos y para los que no lo son, de igual manera.

El padre González dijo que el nuevo local del seminario en la afueras de la Habana tiene sus ventajas: es un sitio más tranquilo, con edificios modernos y sobra de espacio; aunque también tiene sus desventajas, como servicio de transporte irregular para la ciudad a donde los seminaristas acuden para su servicio en las parroquias.

Como sus seminaristas, el padre González siente esperanza por los recientes cambios de apertura para la iglesia.

"Esto no es todo lo que queremos", pero los dos años en preparación del aniversario de Nuestra Señora de la Caridad han señalado un punto de cambio para la iglesia, dijo.

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