El derecho de ser humano

Anne McGuire

17 de Febrero de 2012

"¿Cómo te amo?" Déjame contarte las maneras...". Muchos están familiarizados con el comienzo del famoso poema de Elizabeth Barrett Browning, pero hay un verso mucho menos conocido que se relaciona perfectamente con la actual crisis en el mandato reciente de HHS: "Con libertad, como se aspira al Bien. En este verso, Browning reconoció la relación inseparable entre el amor y la libertad auténtica. Para todos los debates de hoy sobre la religión, ¿realmente comprendemos sus fundamentos? Necesitamos hacerlo, porque el derecho de las personas y de las instituciones de actuar conforme a sus creencias religiosas y convicciones morales está en peligro, y la amenaza golpea en el corazón de lo que significa ser humano.

Cada corazón humano ansía por un amor que penetre cada lugar de nuestra existencia y dé sentido a nuestra vida. Buscamos realizarnos, sin embargo cada cosa a la que recurrimos por lo general no basta. Este deseo infinito revela que solo un amor infinito puede satisfacer nuestros anhelos. Como dijo C.S. Lewis: "Si encuentro en mí deseos que nada en este mundo puede satisfacer, la única explicación lógica es que fui hecho para otro mundo".

Entonces podemos concluir que fuimos creados por alguien que puede satisfacer estos deseos, que nos ama infinitamente, y que constantemente nos invita a responder a su amor. Cuando respondemos a este amor con nuestro "sí", respondemos libremente porque sin libertad, no puede haber amor. Sin embargo, esta libertad es mucho más rica y vibrante que la mera capacidad de escoger entre el bien y el mal, como Monseñor Luigi Giussani afirmó en su libro: El sentido religioso: "La libertad es para el hombre la posibilidad, la capacidad y la responsabilidad de completarse,... es la experiencia de la verdad de nosotros mismos".

Debido a que estamos hechos a imagen y semejanza de Dios, las decisiones que tomemos que nos acerquen a Él, nos permiten ser más plenamente nosotros mismos y más plenamente humanos.Es solo en nuestra relación con el amor mismo, un amor que penetra nuestra vida y nos transforma a nosotros y a nuestras acciones diarias, que encontramos realización y satisfacción.Por consiguiente, como supuestamente dijo Abraham Lincoln: "la libertad no es el derecho de hacer lo que queremos, sino lo que debemos".Sin embargo incluso este principio básico ahora se ve ignorado por el gobierno federal.

Dios le da al hombre libertad.La Declaración de la Independencia reconoció este derecho fundamental:"Sostenemos como evidentes por sí mismas dichas verdades: que todos los hombres […] son dotados por su creador de ciertos derechos inalienables; que entre estos están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad".El gobierno no confiere estos derechos, sino que tiene la obligación de protegerlos.La Cláusula de libre ejercicio de la Primera Enmienda reconoce este mismo derecho:"El Congreso no hará ley alguna con respecto a la adopción de una religión o prohibiendo el libre ejercicio de dichas actividades" (se agrega énfasis).En el caso de 1963 de School District of Abington Township v. Schempp, la Corte Suprema declaró que "la Cláusula de libre ejercicio… retira del poder legislativo, estatal o federal, el ejercicio de cualquiera limitación al libre ejercicio de la religión. Su propósito es asegurar la libertad religiosa en el individuo prohibiendo cualquier invasión de esta por parte de la autoridad civil" (se agrega énfasis). Este libre ejercicio de la religión reconoce la libertad de responder al amor de Dios con nuestro "sí", por lo cual actuando conforme a nuestra naturaleza humana.

Sin embargo, a pesar del hecho de que "el derecho del hombre a la libertad religiosa, tiene su fundamento en la dignidad de la persona", según se identifica en Dignitatis Humanae, el mismo gobierno que tiene el deber de proteger este derecho ahora clama la autoridad ilegítima de obligar a las personas a actuar violando su conciencia. Al no reconocer el derecho de elegir el bien, el gobierno no reconoce el derecho de amar. Al no reconocer el derecho de amar, no reconoce lo que significa ser humano. 


Anne McGuire es asistente ejecutiva para el Secretariado de Actividades Pro-Vida de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos. Para más información sobre las actividades pro-vida de los obispos, visite www.usccb.org/prolife.