Defendiendo el derecho de no matar

 

Richard Doerflinger

 

29 de abril de 2011

 Pronto el Congreso considerará proteger los derechos de conciencia para los profesionales de la salud, especialmente el derecho de no ser obligado a participar en un aborto.

Este tema aparece en varios proyectos presentados este año. El más ambicioso de estos, y el primero que se considerará, con votos posiblemente la primera semana de mayo, es la propuesta de Ley de No Fondos de los Contribuyentes para el Aborto (H.R. 3). Además de prohibir de manera permanente el financiamiento federal del aborto, prohibiría que todas las agencias federales (y los gobiernos estatales y locales que reciban fondos federales) discriminen contra los profesionales de la salud que se niegan a proporcionar, remitir para un aborto o pagarlo.

Las leyes de conciencia federal existen desde 1973, pero cada una tiene inconvenientes que la hacen menos efectiva de lo que podría ser. Desde el año 2004, por ejemplo, la enmienda Hyde/Weldon a la ley de asignaciones a los departamentos de Trabajo/Salud [Labor/HHS] ha prohibido la discriminación del gobierno contra los profesionales sanitarios pro vida. Pero la enmienda debe renovarse cada año; solo cubre a entidades financiadas por esa ley de asignaciones particular; y no tiene un mecanismo de aplicación que permita a las víctimas de discriminación presentarse en la corte para defender sus derechos. H.R. 3 remedia esos defectos.

Este asunto debería ser de fundamental importancia para los católicos, ya que la supervivencia de la auténtica atención católica de la salud está en riesgo. Los hospitales católicos conforman la red más grande de atención de la salud sin fines de lucro en la nación, y proporcionan atención de calidad superior a la de los hospitales seculares y con fines de lucro. Y este mismo compromiso moral con la vida y el bienestar de cada persona lleva a los profesionales de la salud católicos a rechazar todo aborto directo. Si se vuelve ilegal practicar medicina con respeto por toda vida humana, la atención de la salud católica morirá y muchos pacientes sufrirán.  

La reflexión moral católica también proporciona una razón más profunda de por qué este asunto es tan importante. Hay una lógica y una jerarquía en los derechos humanos. El derecho más básico, la condición para todos los demás, es el derecho a la vida. No podemos gozar de ningún derecho: el derecho a votar, a hablar y pensar libremente, a rendir culto según queramos, si no se nos permite vivir lo suficiente para ejercerlos. La vida es la piedra angular para otros derechos humanos. Pero la cumbre, el techo en la casa de los derechos humanos, es el derecho de conciencia y libertad religiosa. Solo si tenemos un derecho a buscar la verdad y actuar conforme a ella, podemos promover y fomentar todos los elementos de la dignidad humana incluidos los derechos humanos básicos. La dignidad humana comienza con la vida misma, y florece en la libertad de rendir culto a Dios y hacer Su voluntad, incluso Su voluntad de que protejamos a los más vulnerables.

Una sociedad que alega un “derecho” a destruir vida humana inocente socava todos los derechos humanos. Y una sociedad que hace a sus miembros ignorar sus convicciones morales y religiosas, y participa de tal destrucción, ha arrasado toda la casa. De un solo golpe, violó los derechos humanos más básicos y más nobles. Ha perpetrado el mal más grande de todos, al obligar a gente buena a ser cómplices de un mal grave.
   
Esto es lo que quiere el movimiento de "derechos al aborto", involucrar incluso a personas pro vida en la destrucción de la vida gestante, para que nadie pueda denunciar su agenda sin implicarse a sí mismos también.  Todos nosotros seremos culpables, y todos tendremos un interés personal en justificar el mal que hacemos. En ese momento, las voces que hablan por las víctimas inocentes del aborto se silenciarán.

Debemos evitar que esto suceda. Podemos comenzar instando a nuestros representantes electos a fortalecer la protección para los derechos de conciencia de los profesionales de la salud que respetan la vida humana inocente.



Richard Doerflinger es director adjunto del Secretariado de Actividades Pro-Vida de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos. Para más información sobre las actividades pro-vida de los obispos, visite www.usccb.org/prolife. Para ponerse en contacto con el Congreso sobre la H.R. 3, visite www.nchla.org.