Caitlin Thomas

8 de julio de 2016

Como nación, hace poco cumplimos años de independencia y de nuestro comienzo como país soberano. El Día de la Independencia, además de celebrar nuestra historia en compañía de familiares y amigos y rezar por nuestro país, un momento para reflexionar sobre nuestros preciados ideales de libertad y sobre lo que significa formar parte de una unión, de una alianza de estados diversos, pero también de un país que garantiza y protege la libertad de todos los credos, gente y comunidades: E pluribus unum.

En su carta a los gálatas, San Pablo nos recuerda que la independencia no puede separarse de nuestra interdependencia natural; la libertad cristiana siempre va unida al bien común: "Nuestra vocación, hermanos, es la libertad. No hablo de esa libertad que encubre los deseos de la carne, sino del amor por el que nos hacemos esclavos unos de otros" (Gál 5,13). Para Pablo, la libertad no comienza y termina en el individuo, es más bien un regalo de Dios con el cual edificamos el Reino de Cristo en la tierra con amor.

Cuando se oprime o se le niegan las libertades fundamentales a un miembro o grupo de la sociedad, no solo sufre esa parte. Cuando los enfermeros o médicos son castigados por objetar con conciencia a participar de un aborto, nuestra sociedad se ve privada de profesionales compasivos que se preocupan por el paciente. Cuando las agencias de adopción se ven forzadas a suspender sus actividades loables debido a su compromiso con la verdadera naturaleza del matrimonio, los niños que necesitan un hogar y amor deben esperar incluso más tiempo por una familia. Cuando religiosas como las Hermanitas de los Pobres enfrentan difíciles mandatos del gobierno que las obligan a ofrecer drogas que inducen el aborto en sus planes de salud, los enfermos y los ancianos que sirven enfrentan el riesgo de sufrir la negligencia.

Debido a nuestra interdependencia como nación, debemos defender los derechos y libertades de los demás. No hacerlo implica no defender nuestra Constitución servir el bien común, esa "unión más perfecta" que concibe.

El Día de la Independencia ha pasado, pero la tarea de proteger nuestros derechos como ciudadanos estadounidenses sigue siendo vital. Transmitamos nuestra fe católica con alegría a los demás y continuemos rezando por la protección de la libertad religiosa, como lo hicieron muchos en todo el país durante las recientes celebraciones de la Quincena por la Libertad. De esta manera ayudaremos a defender la libertad y proclamar la dignidad de cada ser humano, vivir en una interdependencia pacífica y servir a los demás.


Caitlin Thomas es asistente de personal para el Secretariado de Actividades Pro-Vida de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos. Para más información sobre las actividades pro vida de los obispos, visite www.usccb.org/prolife. Para unirse a los esfuerzos de oración, visite www.usccb.org/pray.