Ni siquiera estaba seca la tinta de la decisión de laCorte Suprema de EE. UU. en el caso Hobby Lobby cuando comenzaron los ataques. "El efecto inmediato… es negar a cientos de mujeres la cobertura anticonceptiva vital para su bienestar y libertad espiritual" entonó el New York Times. Debemos "evitar que los jefes participen" dijo Harry Reid, el Líder de la Mayoría del Senado. Las creencias de los empleados han sido "invalidadas de manera eficaz por las creencias religiosas del jefe" dijo Rachel Maddow, la anfitriona de un talk show.

En realidad, lo que hizo la corte fue aplicar de manera fiel la ley aprobada casi de manera unánime por los representantes elegidos por el pueblo.

El presidente Bill Clinton aceptó la Ley de Restauración de la Libertad Religiosa (RFRA, sigla en inglés) en 1993. La misma dice que una política federal no puede "agobiar" la libertad religiosa de una persona, a menos que sirva a un "interés apremiante del estado" de una manera "menos restrictiva" de dicha libertad.

La corte aplicó dicha ley a una situación en la que los funcionarios no elegidos del gobierno de Obama intentaran forzar los negocios familiares para ofrecer cobertura para todos los anticonceptivos aprobados por la FDA, incluso si su religión se opone a las drogas y dispositivos que atacan la vida humana en sus primeras etapas. Tres negocios presentaron una demanda mediante la RFRA.

Triunfaron porque, incluso si el gobierno tuviera un interés "apremiante" para maximizar la cobertura de control anticonceptivo, no se demostró que pudiera favorecer dicho interés con un medio que no restringe tanto la libertad religiosa. Entre otras cosas, el gobierno podría ofrecer dicha cobertura, como ya lo hace con millones de estadounidenses.

La corte también debía decidir: ¿puede un negocio familiar con fines de lucro tener derechos de libertad religiosa? Observó lo siguiente: las cortes tratan a las corporaciones como "personas" de diversas maneras; tratan a las corporaciones sin fines de lucro como si tuvieran libertad religiosa; han dicho que la gente no pierde su libertad religiosa simplemente porque tiene un negocio y la Corte Suprema ha dicho que las compañías con fines de lucro pueden tener derechos de libertad de expresión que otorga la Primera Enmienda. Por lo tanto, la respuesta lógica a la pregunta es sí.

Hasta ahora, todo bien. Pero, ¿qué hay de los cargos con los que comenzamos? Tienen conflictos con algunos hechos básicos.

Primero, esto no habla de los empleadores inmiscuyéndose en las decisiones de salud de sus empleados respecto de la anticoncepción. Los empleados están haciendo justamente lo contrario: alejándose de dichas decisiones y dejándoselas al individuo. Lejos de intentar evitar que los demás compren o usen anticonceptivos, están dejándolos solos. ¿Acaso eso no significa "privado"?

En segundo lugar, no hay una guerra entre empleadores y empleados. Las compañías han ofrecido una excelente cobertura de salud a cientos de empleados durante muchos años, excluyendo solo a los pocos que consideran dañinos para la vida humana. Y sus empleados han elegido trabajar para ellos, debido en parte a estos buenos sueldos y beneficios. La única parte que intenta obligar a los demás a violar sus creencias es el gobierno. Dicho gobierno también obliga a los empleados a comprar cobertura, para ellos mismos y sus hijas menores, que quizás les resulte moralmente reprobable. ¿Por qué pensar se debe presumir que las compañías de cristianos no tengan empleados que compartan sus valores?

En tercer lugar, no se trata de si la gente que desea la cobertura de anticonceptivos pueda tenerla. Como observó la corte, el gobierno puede ofrecer dicha cobertura sin hacer que las familias violen sus creencias, de modo que no haya ninguna mujer privada de la cobertura que desea.

Por lo tanto la indignación de los políticos y grupos de presión no está justificada. Son ellos quienes parecen suponer que saben cómo otras personas deberían vivir y pueden usar el poder coactivo del gobierno para dar órdenes a la gente de acuerdo a dichos conocimientos. El mundo que podría crear su plan, un mundo homogeneizado que no tiene espiritualidad ni diversidad, donde solo se tiene fe en el "progreso", donde la vida y la sexualidad carecen de significado, es un mundo que no deseo ver. Estoy feliz de que una ley de hace treinta y dos años, y una corte que sabe interpretar dicha ley hayan ofrecido al menos un freno a dicho mundo.

______________________________________________________________________

El Sr. Doerflinger es subdirector del Secretariado de Actividades Pro-Vida de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos. Para más información sobre las actividades pro vida de los obispos, visite www.usccb.org/prolife.