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Preparación para celebrar el Sacramento de la Penitencia y la Reconciliación — El examen de conciencia

por Timothy D. Hedrick
Arquidiócesis de Nueva Orleans

Cada vez que un maestro de escuela anuncia que va a haber un examen, la mayoría de los estudiantes experimentan algún grado de ansiedad. Casi por instinto, comienzan a correr preguntas por su mente: ¿Estoy preparado? ¿Daré las respuestas correctas? ¿El maestro que califique la prueba será misericordioso?

Hay un examen, sin embargo, que es diferente, un examen donde no hay necesidad de estar ansioso o asustado, un examen en el que somos nosotros los examinadores y no alguna otra persona que nos examine. El examen de conciencia, a diferencia de todos los exámenes escolares, no nos somete a prueba para ver si estamos preparados. Más bien, el examen de conciencia es una manera de prepararnos. Es una manera de prepararnos para algo mucho más grande que cualquier curso escolar. Es una manera de prepararnos para encontrarnos con Dios y su misericordia y amor infinitos disponibles en el Sacramento de la Penitencia y la Reconciliación.

¿Qué es un examen de conciencia? ¿Por qué lo hacemos?

A diferencia de una prueba escolar normal, un examen de conciencia no es algo para lo que se estudia por adelantado. Más bien, un examen de conciencia es una reflexión orante sobre nuestros pensamientos, palabras y acciones a la luz del Evangelio para determinar cómo podemos haber pecado contra Dios y los demás. Se utiliza más a menudo como una forma de preparación inmediata para el Sacramento de la Penitencia y la Reconciliación. El papa Juan Pablo II enseñó que un examen de conciencia es una parte indispensable de la preparación para el Sacramento, pues nos permite admitir que somos pecadores y asumir la responsabilidad personal por nuestras acciones. Sin embargo, el examen de conciencia no se hace para mortificarnos por todas las cosas que hemos hecho mal o para avergonzarnos por nuestros pecados. Es una manera de hacernos más conscientes de nuestros pecados y faltas para que podamos arrepentirnos, hacer penitencia y reconciliarnos con Dios y con la Iglesia.

Aunque un examen de conciencia es una herramienta útil y necesaria para prepararnos para la celebración del Sacramento de la Penitencia y la Reconciliación, no sólo tiene que utilizarse inmediatamente antes de la Confesión. También puede utilizarse como una herramienta para ayudarnos a avanzar en la vida espiritual. Es una práctica espiritual que podemos incorporar a nuestra rutina diaria. Por ejemplo, antes de acostarnos por la noche, podemos hacer un breve examen de la jornada. Después de arrepentirnos de algún pecado, podemos pedir a Dios la gracia para evitar estos pecados el día siguiente. Esto nos ayudará a crecer más conscientes del pecado y trabajar para sacarlo de nuestra vida. En términos prácticos, también nos ayudará a la hora de hacer un examen antes de participar en el Sacramento de la Penitencia y la Reconciliación.

¿Cómo hago un examen de conciencia?

Aunque un examen de conciencia se puede hacer en cualquier lugar, lo ideal es encontrar un lugar tranquilo y libre de distracciones para que podamos presentarnos en oración ante Dios y prepararnos para el sacramento de la Penitencia y de Reconciliación. Esto podría ser en una iglesia, en una capilla de adoración, afuera en la naturaleza, o en una habitación en casa.

1. Después de encontrar el lugar correcto y aquietarnos, el primer paso para hacer un examen de conciencia es recordar la infinita misericordia y perdón de Dios. Esto puede hacerse recordando una de las muchas historias de la misericordia de Dios en las Escrituras: la parábola de la oveja perdida (Lucas 15:1-7), la parábola del hijo pródigo (Lucas 15:11-32) o las mujeres sorprendidas en adulterio (Juan 8:1-11). Es importante recordar la misericordia y el perdón de Dios para que cuando examinemos nuestras faltas y nuestros errores, no nos desesperemos ni perdamos la esperanza en el amor especial de Dios por nosotros.

2. El segundo paso para hacer un examen de conciencia es orar por iluminación y pedir al Espíritu Santo que se haga presente. Orar por iluminación invita al Espíritu de Dios a ayudar a guiarnos en nuestra reflexión.

3. El tercer paso para hacer un examen de conciencia es mirar nuestra vida desde la última vez que nos confesamos o la última vez que hicimos un examen. Contando con la ayuda del Espíritu Santo, recordamos las formas en que no cumplimos con amar a Dios, amar a nuestro prójimo y amarnos a nosotros mismos. Como solemos orar al comienzo de la misa en el Confíteor, recordamos las maneras en que hemos pecado "de pensamiento, palabra, obra y omisión". Un examen de conciencia mira no sólo las cosas que hemos hecho (pecados de comisión), sino también las cosas que debíamos hacer y no hemos hecho (pecados de omisión).

Si no estamos acostumbrados a hacer regularmente un examen de conciencia, puede ser útil usar una guía durante el paso tres. Por lo general, las guías siguen los Diez Mandamientos, las Bienaventuranzas o alguna otra catequesis moral que se encuentra en las Escrituras. Lo importante es que todos los exámenes de conciencia se hagan a la luz de la palabra de Dios. Un examen adecuado de conciencia también debe tener en cuenta la edad de la persona (niño, adulto joven, adulto) y la vocación (soltero, casado, religioso). Los pecados de un niño son a menudo muy diferentes de los pecados de un adulto.

4. Finalmente, después de examinar nuestra vida y las maneras en que no hemos amado como estábamos llamados a amar, expresamos nuestro pesar a Dios y le pedimos su ayuda para evitar estos pecados y las ocasiones próximas de pecado. Terminamos haciendo una resolución firme, con la ayuda de la gracia de Dios, para evitar estos pecados.

A diferencia de los exámenes en la escuela, no hay forma de fallar en este examen si somos abiertos y honestos con nosotros mismos y con Dios. "El Señor es clemente y bondadoso, lento al enojo, pronto a la indulgencia" (Salmo 103:8).

Ejemplo de guía de examen de conciencia para adultos jóvenes y adultos

Cuando se le preguntó cuál era el más gran mandamiento, Jesús respondió diciendo: "Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el más grande y el primero de los mandamientos. Y el segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. En estos dos mandamientos se fundan toda la ley y los profetas" (Mateo 22:37-40). Usando el gran mandamiento de Jesús de amar a Dios y amar al prójimo, las siguientes preguntas tienen por objeto servir como ejemplo de guía para la reflexión:

¿Cómo me relaciono con Dios?


¿He amado a alguien o algo (el poder, el placer, posesiones, etc.) más que a Dios?

¿He pasado tiempo en la oración personal cada día con el Señor?

¿He usado el nombre de Dios a la ligera, sin cuidado, o en maldiciones?

¿Me he involucrado en prácticas supersticiosas?

¿He asistido a misa todos los domingos y fiestas de precepto?

¿He prestado atención y participado durante la misa?

¿Me he presentado tarde a la misa o me he marchado temprano de la misa regularmente?

¿He observado el domingo como día para la fe y la familia?

¿He trabajado innecesariamente los domingos?

¿Cómo me relaciono con los demás?

¿He honrado y respetado a mis padres?

¿He tratado a mis hermanos con respeto?

¿He cuidado de mis familiares ancianos y enfermos?

¿He sido obediente con los que ejercen autoridad legítima sobre mí?

¿He dañado la reputación de otra persona?

¿He chismeado? ¿He propagado rumores sobre otros?

¿He hecho daño a alguien física o emocionalmente?

¿He alentado a alguien a tener un aborto?

¿He robado algo que no me pertenece?

¿He devuelto o resarcido lo que he robado?

¿He guardado rencor o me he negado a perdonar a alguien?

¿He inducido a otras personas al pecado con mi ejemplo o influencia?

¿He sido infiel a los votos que he hecho, sobre todo los votos de matrimonio?

¿He tenido actividad sexual fuera del matrimonio?

¿Me he negado a ayudar a los pobres o los marginados?

¿No he practicado las obras corporales y espirituales de misericordia?

¿He sido racista o he discriminado a otros?

¿He sido crítico de los demás?

¿He sido caritativo con los demás?

¿He perdido oportunidades de hacer un esfuerzo adicional por ayudar a alguien en necesidad?

¿Cómo me relaciono conmigo mismo?

¿He usado lenguaje profano o crudo?

¿He abusado del alcohol hasta el punto de la embriaguez?

¿He usado drogas ilegales?

¿He apostado excesivamente?

¿He mirado pornografía?

¿Me he entretenido con pensamientos o fantasías lujuriosos?

¿He hecho mal uso del don de la sexualidad y no he respetado mi cuerpo o el cuerpo de otro?

¿He tenido un aborto?

¿No he seguido las enseñanzas de la Iglesia sobre estar abiertos a tener hijos?

¿Me he vestido sin modestia?

¿He mentido?

¿He tenido celos de los bienes de otras personas?

¿He sido orgullosos o arrogante?

Dónde puedo encontrar otros exámenes de conciencia

En el sitio web de la USCCB se dispone de recursos adicionales para exámenes de conciencia. Hay exámenes para niños, adultos jóvenes, solteros y casados. También hay un examen a la luz de la Enseñanza Social Católica. Se puede acceder a través de la siguiente dirección web: https://www.usccb.org/prayer-and-worship/sacraments/penance/examinations-of-conscience.cfm


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