Recurso Para el Parroquia - Jem Sullivan

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Renovación del diálogo entre la fe y la razón: Convocar a académicos y artistas

por Jem Sullivan, PhD
Profesora adjunta
Pontificia Facultad de la Inmaculada Concepción en la Casa Dominica de Estudios

A la conclusión del reciente Sínodo sobre la Nueva Evangelización, el cardenal Donald Wuerl enfatizó que "la Nueva Evangelización no es un momento temporal. La Nueva Evangelización no es un programa, sino una forma de ver el mundo que nos rodea y cómo anunciar el Evangelio". (Cardenal Donald Wuerl, declaración a los medios de comunicación acerca de las proposiciones del Sínodo sobre la Nueva Evangelización, 28 de octubre de 2012). El cardenal Wuerl observó a continuación que los padres sinodales reconocieron la necesidad del diálogo y la comunicación entre el mundo científico y la Iglesia.

Una serie de proposiciones sinodales resaltaron este diálogo de la Iglesia con áreas específicas de la comunidad científica y académica. Una de estas proposiciones sinodales afirmó que "el diálogo entre la ciencia y la fe es un campo vital en la Nueva Evangelización. Por un lado, este diálogo requiere la apertura de la razón al misterio que la trasciende y la conciencia de los límites fundamentales del conocimiento científico. Por otro lado, también requiere una fe que esté abierta a la razón y a los resultados de la investigación científica" (Sínodo sobre la Nueva Evangelización, Propuesta 54: El diálogo entre la ciencia y la fe, https://www.vatican.va/news_services/press/sinodo/documents/bollettino_25_xiii-ordinaria-2012/02_inglese/b33_02.html).

Como explicó el cardenal Wuerl, "la Iglesia es consciente de que de alguna manera la belleza del mensaje del Evangelio debe traducirse al mundo en el que tantas personas se encuentran en los ámbitos académico, científico y tecnológico". Añadió que "es importante no sólo decir que nuestro Señor es bueno, sino que también es bello. El Evangelio es bello (y esa belleza) está profundamente enraizada en la historia de la Iglesia. En Roma estamos rodeados de belleza y creo que esa fue una de las cosas que el Sínodo estaba tratando de decir. No debemos perder la habilidad, no sólo en el arte sino también en la música y la liturgia; no debemos perder eso (a fin de) despertar a la gente a la belleza que es Dios" (Wuerl, declaración).

El reciente Sínodo sobre la Nueva Evangelización afirma la importancia vital del diálogo entre la fe, las artes y las ciencias. También mueve a una reflexión sobre la naturaleza de la fe misma. Este ensayo se ocupará de estas cuestiones, pues considera el desafío de renovar el diálogo entre la fe y la razón convocando a artistas, científicos y académicos a la vida de la fe y de la Iglesia.

Contemplar la naturaleza de la fe en el Año de la Fe

"El Año de la Fe", como destaca la Nota con indicaciones pastorales para el Año de la Fe, "desea contribuir a una renovada conversión al Señor Jesús y al redescubrimiento de la fe, de modo que todos los miembros de la Iglesia sean para el mundo actual testigos gozosos y convincentes del Señor resucitado, capaces de señalar la 'puerta de la fe' a tantos que están en búsqueda de la verdad. Esta 'puerta' abre los ojos del hombre para ver a Jesucristo presente entre nosotros 'todos los días hasta el fin del mundo'  (Mt 28, 20)" (Congregación para la Doctrina de la Fe, Nota con indicaciones pastorales para el Año de la Fe, 6 de enero de 2012).

El redescubrimiento de la fe y el testimonio cristiano, durante el Año de la Fe y más allá, nos lleva a considerar en primer lugar la naturaleza de la fe misma. ¿Qué significa ser una persona de fe? ¿Cómo se relacionan entre sí la fe y la razón, la creencia y la ciencia? ¿Cómo han de reconciliarse la fe y la razón en un mundo que a menudo las pone en oposición? Comenzamos esta reflexión considerando estas cuestiones.

La naturaleza de la fe

El Catecismo de la Iglesia Católica señala que "sólo es posible creer por la gracia y los auxilios interiores del Espíritu Santo" (CIC 154). Y así se nos invita a estar abiertos a la gracia de Dios y el auxilio interior del Espíritu Santo, el agente principal de la nueva evangelización. El Catecismo continúa afirmando que "no es contrario ni a la libertad ni a la inteligencia del hombre depositar la confianza en Dios y adherirse a las verdades por Él reveladas" (CIC 154). En otras palabras, la fe y la razón no son contrarias entre sí; de hecho, ambas se elevan y profundizan mutuamente.

El beato papa Juan Pablo II habló de la relación entre la fe y la razón en las primeras frases de su carta encíclica Fides et Ratio, en que escribió: "La fe y la razón son como las dos alas con las cuales el espíritu humano se eleva hacia la contemplación de la verdad. Dios ha puesto en el corazón del hombre el deseo de conocer la verdad y, en definitiva, de conocerle a Él para que, conociéndolo y amándolo, pueda alcanzar también la plena verdad sobre sí mismo (cf. Ex 33, 18; Sal 27 [26], 8-9; 63 [62], 2-3; Jn 14, 8; 1 Jn 3, 2)" (Papa Juan Pablo II, Carta encíclica Fides et Ratio, 14 de septiembre de 1998, Introducción).

En el mismo sentido, el Catecismo Católico de los Estados Unidos para los Adultos resume bien la relación entre la fe y la razón de esta manera:

"La fe busca comprender y es amiga de la razón. La fe como gracia o don de Dios hace posible ganar entendimiento de todo lo que Él nos ha revelado, incluyendo la totalidad de su designio así como los muchos misterios de la fe. Crecer en el entendimiento de la Revelación de Dios es un proceso para toda la vida. La teología y la catequesis nos ayudan. Nunca entendemos completamente estos misterios divinos, pero a menudo obtenemos ideas profundas sobre ellos. En este contexto, la fe y la razón trabajan juntas para descubrir la verdad. El suponer que el pensamiento humano o la investigación científica pueden o deberían estar en conflicto con la fe es una idea equivocada porque esta posición niega la verdad básica que dice que todo ha sido creado por Dios. Investigaciones eruditas y científicas que son llevadas a cabo de una manera fiel a la razón y a la ley moral no estarán en conflicto con la verdad como esta ha sido revelada por Dios" (Catecismo Católico de los Estados Unidos para los Adultos, Capítulo 4 – Hacer brotar la obediencia de la fe, 38).

La fe cristiana no es tampoco una obediencia ciega de la mente, el corazón y la voluntad a Dios. De hecho, la fe es una respuesta libre de toda la persona humana a Dios que se revela. Como enseña el Catecismo,

"El motivo de creer no radica en el hecho de que las verdades reveladas aparezcan como verdaderas e inteligibles a la luz de nuestra razón natural. Creemos 'a causa de la autoridad de Dios mismo que revela y que no puede engañarse ni engañarnos'. Sin embargo, para que el homenaje de nuestra fe fuese conforme a la razón, Dios ha querido que los auxilios interiores del Espíritu Santo vayan acompañados de las pruebas exteriores de su revelación'. Los milagros de Cristo y de los santos, las profecías, la propagación y la santidad de la Iglesia, su fecundidad y su estabilidad 'son signos certísimos de la Revelación divina, adaptados a la inteligencia de todos', motivos de credibilidad que muestran que 'el asentimiento de la fe no es en modo alguno un movimiento ciego del espíritu'" (Catecismo de la Iglesia Católica, 156).

Afirmar que la creencia en Dios no es contraria a la libertad o razón humana abre el camino para que los creyentes entren en diálogo con quienes se dedican a la búsqueda del conocimiento en todos los campos del quehacer humano. Este diálogo puede florecer particularmente en los sectores de la sociedad dedicados a la vida intelectual, como la ciencia y la tecnología, y en los campos de la cultura humana, como las artes y los medios de comunicación. La base para el diálogo entre los creyentes y los que se dedican a las ciencias y las artes es el principio fundamental de que la fe y la razón no se oponen entre sí, sino que son, de hecho, "las dos alas con las cuales el espíritu humano se eleva hacia la contemplación de la verdad" (Fides et Ratio).

La fe y la ciencia

La relación entre la fe y la ciencia también se basa en la capacidad de la mente humana de ser iluminada por la fe. Ser humano es ser creado a imagen y semejanza de Dios, dotado de razón y de voluntad. Creemos que Dios puede ser conocido con certeza desde el mundo creado por la luz natural de la razón humana. "Sin esta capacidad", como señala el Catecismo, "el hombre no podría acoger la revelación de Dios. El hombre tiene esta capacidad porque ha sido creado 'a imagen de Dios'"  (CIC 36).

Al comprender la relación entre la fe y la ciencia, afirmamos que "la fe es amiga de la razón", en palabras del Catecismo Católico de los Estados Unidos para los Adultos (Capítulo 4 – Hacer brotar la obediencia de la fe, 38). En ese sentido podemos estar seguros de que cuando la investigación científica se lleva a cabo de acuerdo a leyes morales no se alzará en oposición a las verdades reveladas de la fe. Como señala el Catecismo,

"'A pesar de que la fe esté por encima de la razón, jamás puede haber contradicción entre ellas. Puesto que el mismo Dios que revela los misterios e infunde la fe otorga al espíritu humano la luz de la razón, Dios no puede negarse a sí mismo ni lo verdadero contradecir jamás a lo verdadero'. 'Por eso, la investigación metódica en todas las disciplinas, si se procede de un modo realmente científico y según las normas morales, nunca estará realmente en oposición con la fe, porque las realidades profanas y las realidades de fe tienen su origen en el mismo Dios. Más aún, quien con espíritu humilde y ánimo constante se esfuerza por escrutar lo escondido de las cosas, aun sin saberlo, está como guiado por la mano de Dios, que, sosteniendo todas las cosas, hace que sean lo que son'" (CIC 159).

La fe y las artes

La relación entre la fe y la razón, basada en la realidad de Dios el creador del mundo, abre el camino para la reflexión sobre la relación entre la Iglesia y las artes. Durante dos mil años la Iglesia ha apoyado y alentado la creación y preservación de las artes. En tiempos pasados, la Iglesia fue el principal patrocinador de las artes. En nuestro tiempo, el Concilio Vaticano II sentó las bases de una renovada relación entre la Iglesia y la cultura, entre la fe cristiana y el mundo de las artes.

Al cierre del Concilio Vaticano II, los padres conciliares dirigieron un llamamiento especial a los artistas cuando afirmaron que "este mundo en que vivimos tiene necesidad de la belleza para no caer en la desesperanza. La belleza, como la verdad, es quien pone alegría en el corazón de los hombres; es el fruto precioso que resiste la usura del tiempo, que une las generaciones y las hace comunicarse en la admiración" (Papa Pablo VI, Mensaje a los artistas, 8 de diciembre de 1965,  https://www.vatican.va/holy_father/paul_vi/speeches/1965/documents/hf_p-vi_spe_19651208_epilogo-concilio-artisti_sp.html).

En su Carta a los artistas de 1999, el beato Juan Pablo II señaló la importancia de tender un puente entre el mundo de la fe y las artes. También habló de las invaluables contribuciones de los artistas a la vida de la Iglesia, cuando subrayó que "la Iglesia ha seguido alimentando un gran aprecio por el valor del arte como tal. En efecto, el arte, incluso más allá de sus expresiones más típicamente religiosas, cuando es auténtico, tiene una íntima afinidad con el mundo de la fe, de modo que, hasta en las condiciones de mayor desapego de la cultura respecto a la Iglesia, precisamente el arte continúa siendo una especie de puente tendido hacia la experiencia religiosa… Para transmitir el mensaje que Cristo le ha confiado, la Iglesia tiene necesidad del arte" (Papa Juan Pablo II, Carta a los artistas, 4 de abril de 1999, 10 y 12, https://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/letters/documents/hf_jp-ii_let_23041999_artists_sp.html).

Uno de los muchos desafíos de la nueva evangelización será convocar a artistas de todos los campos de la creatividad humana a un diálogo de respeto y comprensión. En las palabras del beato Juan Pablo II, "os dirijo una llamada a vosotros, artistas de la palabra escrita y oral, del teatro y de la música, de las artes plásticas y de las más modernas tecnologías de la comunicación. Hago una llamada especial a los artistas cristianos... la invitación a adentrarse con intuición creativa en el misterio del Dios encarnado y, al mismo tiempo, en el misterio del hombre... En contacto con las obras de arte, la humanidad de todos los tiempos —también la de hoy— espera ser iluminada sobre el propio rumbo y el propio destino" (Ibíd., 14).


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Las citas del Catecismo de la Iglesia Católica, segunda edición, © 2001, Libreria Editrice Vaticana–United States Conference of Catholic Bishops, Washington, D.C. Utilizadas con permiso. Todos los derechos reservados.

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Las citas de los documentos papales, del Sínodo General sobre la Nueva Evangelización y de la Nota con indicaciones pastorales para el Año de la Fe han sido extraídas de la página Web oficial del Vaticano. Utilizadas con permiso. Todos los derechos reservados.

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