Primera Parte: El Joven Adulto

Hijos e Hijas de la Luz: Plan Pastoral para el Ministerio con Jóvenes Adultos
12 noviembre, 1996, United States Conference of Catholic Bishops.



El jóven adulto

¿Quiénes Son Los Jóvenes Adultos?

Como mencionamos en nuestra dedicatoria, consideramos jóvenes adultos a las personas comprendidas entre dieciséis y treinta y nueve años de edad; solteros, casados, divorciados o viudos; y con o sin hijos.9 A estos jóvenes se les encuentra en toda ocupación o profesión y viven en las muchas comunidades que conforman nuestra sociedad—desde las áreas rurales hasta los pueblos pequeños y las populosas áreas metropolitanas. Ellos provienen de diversas realidades culturales, étnicas, educacionales, vocacionales, sociales, políticas y espirituales. Esta diversidad se refleja en el gran número de personas procedentes de muchas naciones que vienen a este país y cuya edad promedio está entre los dieciséis y los veinticinco años.10

Estos jóvenes adultos han crecido con la música, la televisión, y la rápida explosión de la informática y la tecnología. Esta generación es califi-cada por algunos científicos como la primera generación verdaderamente expuesta a la multi-difusión y al multiculturalismo. 11 Esta generación vive en una sociedad en donde el potencial individual para el éxito depende del acceso a la tecnología. Más que otras generaciones, esta siente la creciente brecha entre aquellos que tienen acceso a los recursos y los que no lo tienen debido a su pobreza, falta de escuela o a la discriminación.

Los jóvenes adultos emprenden muchas tareas en su continuo desarrollo, crecimiento y madurez. 12 Muchos empiezan a sentir su autonomía y descubren nuevas funciones dentro de la familia, el trabajo, la sociedad y la Iglesia, cuando empiezan la universidad o su primer trabajo, o cuando se casan. Hoy día, muchos jóvenes adultos alargan las etapas de transición. Se demoran más en casarse; esperan más tiempo para tener sus hijos; las distancias geográficas son más grandes; y es común tener una segunda o tercera carrera. Algunos de ellos vuelven a encontrarse solos después de una separación, divorcio o por el fallecimiento de su pareja. Algunos tienen que criar a sus hijos sin un cónyuge. Cuando todos estos factores se toman en consideración, es fácil entender por qué muchos jóvenes adultos piensan que la vida actual es diferente. Los buenos pastoralistas prestan mucha atención a estos asuntos.

Tareas De Los Jóvenes Adultos

Durante nuestras reuniones, los jóvenes adultos manifestaron muchas de sus preocupaciones, las cuales pueden ser agrupadas en cuatro áreas principales: identidad personal, relaciones, trabajo y vida espiritual. Mientras que estas preocupaciones no son nada nuevas para estos jóvenes adultos, la vida actual es diferente por dos razones: estas tareas son emprendidas dentro de un tiempo más largo—para algunos, hasta que llegan a los treinta y tantos años; además sienten la falta de una familia y de instituciones cívicas y pastorales que los apoyen.

1.  Desarrollar una identidad personal

Mientras que los individuos adquieren madurez a lo largo de la vida, van viviendo una serie de nuevas experiencias que influyen en el desarrollo de su identidad personal. Estas experiencias nuevas incluyen el trabajo, las relaciones cambiantes con su familia original, la madurez continua de su fe o de "sentirla muy suya", la partida del hogar familiar y hasta posiblemente, la mudanza a otra área, la afirmación de su identidad cultural y étnica y el inicio de nuevas relaciones en el trabajo, el hogar o la universidad. Muchos jóvenes adultos, por primera vez, conocen personas de diferente fe, diferentes valores, culturas y orientación sexual. Cuando los adultos jóvenes se ven frente a esta gran variedad de personas, muchas veces sienten que sus valores y creencias son puestas a prueba.

Durante este tiempo, los adultos jóvenes también aprenden a cumplir con sus tareas y a trabajar independientemente, a vivir dentro de cierta interdependencia y sentirse cómodos cuando piden ayuda a otros y de escoger y poner en práctica los valores que dan sentido a la vida.13

Hoy en día, explorar y desarrollar la identidad étnica de uno es algo muy importante. Aunque una identificación propia es muy buena para toda persona, es de particular importancia para los recién llegados y para aquellos nacidos en Estados Unidos que pertenecen a una tercera o cuarta generación. Esto significa que uno debe sentirse a gusto con su cultura de origen y debe entender su historia.14 Se trata de alcanzar un balance entre el grupo étnico de cada uno y la cultura en general.


Como mujer soltera de veintitantos años, me encuentro trabajando y viviendo en una sociedad en donde, por una variedad de razones, la familia y la comunidad se valoran cada vez menos. Los factores como el divorico, el temor a personas desconocidas, los aprietos económicos, la violencia y la incertidumbre en el mercado laboral - lo cual significa usualmente tener que irse a otro lugar - se han combinado para presentarnos un ambiente social lleno de separación y división.
Elizabeth Sheehan, Mumford, New York

2.  Cultivar Relaciones

La mayoría de los jóvenes adultos, experimentan cambios en sus relaciones. Se profundizan las amistades que ya se tienen y se pueden forman unas nuevas dentro de un grupo más diverso de personas. Al mismo tiempo, se va creando un nuevo orden dentro de las relaciones familiares, integrando la sexualidad en sus vidas, y escogiendo un estilo de vida permanente, como el matrimonio o una vocación al sacerdocio, al diaconado o a la vida religiosa.

Haciendo nuevas amistades y creciendo en intimidad
Las amistades que los jóvenes adultos formaron durante la adolescencia usualmente cambian. Algunas se profundizan más y otras van desapareciendo. Al mismo tiempo, se van formado nuevas relaciones dentro de comunidades étnicas y centradas alrededor de las actividades eclesiales, pasatiempos, deportes, trabajo o escuela. Muchos jóvenes adultos con hijos pequeños hacen amistad con los padres de otros niños pequeños, ya sea por medio de actividades escolares o comunitarias, por lo tanto, formando pequeñas comunidades a fin de apoyarse e intercambiar información. Algunos jóvenes adultos solteros hacen amistad en el trabajo, la iglesia o el club de gimnasia mientras que otros manifiestan sentir el dolor de la soledad en medio de la multitud. Estos jóvenes, para quienes no es fácil rodearse de amigos y familiares, luchan contra la soledad.

Cultivando relaciones multiculturales
Los jóvenes van encontrando nuevos retos cuando hacen amistad con personas de otras culturas. Mediante estas experiencias, ellos buscan entender su propia cultura, a la vez se vuelven más sensibles a la diversidad de culturas que los rodean. Por medio de estas amistades se empiezan a romper las barreras que alejan una cultura de otra y que crean divisiones entre las personas. Como resultado, van disminuyendo los prejuicios y la discriminación y va aumentando la comprensión y la compasión. Las personas pueden integrar consciente y libremente los elementos de su cultura de origen a la cultura predominante, logrando una nueva visión basada en un sistema coherente de valores y creencias.15

Como madre de un hijo y de una hija que están entrando en la edad adulta, sé que el amor es más de lo que yo les puedo decir con palabras...es más bien lo que hago, y lo que les muestro...Sé que el amor de los padres toma nuevas formas y una nueva presencia durante este periodo de sus vidas...
Carolyn Adrian, Victoria, Texas
Orden nuevo en las relaciones con la primera familia
La relación que los hombres y mujeres jóvenes tienen con sus padres se convierte en una relación más adulta. Mientras que estos cambios señalan un orden nuevo dentro de la familia, siempre será cierto que, "la familia y el hogar son los lugares donde aprendemos a entender quiénes somos. Es la familia la que más nos enseña sobre nosotros mismos. La familia es la primera escuela y el primer laboratorio en donde se transmite la cultura, y se van pasando los va-lores y tradiciones, en donde se planta la semilla de la fe y la proclamación de la Buena Nueva".16 Muchos jóvenes, que en su adolescencia buscaron su independencia y una cierta distancia de sus padres, empiezan a apreciarlos de una mane-ra nueva—como modelos a imitar, como mentores y como amigos. Otros deben enfrentar y eliminar patrones destructivos de comportamiento familiar que fueron el resultado del abuso de los narcóticos, u otros abusos, durante su niñez y adolescencia. Inclusive, algunos adultos se convierten en el sostén económico y emocional de sus padres.

Muchos jóvenes luchan con las tensiones que existen por diferencias entre la cultura contemporánea y la herencia cultural de sus familias. Los jóvenes adultos de diversas culturas tienen "perspectivas, tradiciones y valores distintos y singulares, relacionados a la familia y a la vida familiar",17 que desean conservar. Debido al proceso de aculturación, esto puede resultar en pugnas entre generaciones sobre cuáles tradiciones se van a conservar y cuáles adaptar o combinar.18
Uno de mis sueños es que, tanto padres como hijos, se conviertan en mejores amigos, compartiendo más y comunicándose mejor dentro de un clima de confianza, participando en la vida de la Iglesia y creando una comunidad más cristiana. Todos podemos dar testimonio del Cristo vivo.
Eduardo Pincena, Texas
Integrando la sexualidad en la vida
Al relacionarse con otros jóvenes y profundizar esas relaciones, los jóvenes buscan integrar la sexualidad en sus vidas. Ellos buscan discernir sobre cómo sus valores y creencias religiosas deben orientar sus decisiones respecto a la sexualidad. Debido a la práctica generalizada del coito no-conyugal, de vivir juntos antes del matrimonio y del abuso sexual, muchos de ellos expresan su preocupación sobre la forma de mantener una actitud positiva y una sabiduría cristiana en lo que se refiere a la sexualidad.

Escogiendo el matrimonio
Cuando son jóvenes, muchos hombres y mujeres se casan y empiezan una familia. Muchos recién casados hablan de esperar para empezar una familia a fin de profundizar más su relación como pareja, encontrar trabajo o estar mejor establecidos económicamente. Algunos nos manifiestan que valoran a los niños, pero temen traerlos a un mundo marcado por mucho sufrimiento y maldad. Los matrimonios de diferentes culturas enfrentan los desafíos propios al tratar de identificar las tradiciones y costumbres que van a seguir y de decidir en qué forma van a criar a sus hijos.

Otras parejas se preocupan por la estabilidad matrimonial en una sociedad en donde casi la mitad de los matrimonios terminan en separación o divorcio. han vivido el divorcio de sus padres, abuelos, hermanos o amigos, y saben que esta experiencia es muy dolorosa y toman muy en serio el matrimonio. Otros hablan sobre los desafíos que representa criar hijos como madre o padre solteros. Otros comparten su dolor de estar separados de una comunión plena con la comunidad eclesial ya que se han vuelto a casar o se encuentran en una relación que no es reconocida por la Iglesia.

La vida soltera
Otra diferencia que hay en la vida de los jóvenes de hoy es que existe una cantidad de hombres y mujeres que se mantienen solteros toda la vida. Para algunos, ésta es una decisión consciente a fin de concentrar sus vidas en sus carreras o de dedicarse a servir a los demás mediante el servicio comunitario. Otros se quedan solteros pues no encuentran una pareja compatible. La experiencia puede ser muy dolorosa, pero también puede llevar a la persona soltera a un mayor grado de madurez.

Los jóvenes adultos solteros tienen necesidades e intereses muy diferentes de aquellos que están de novios o que están casados, con o sin hijos. Estas mujeres y hombres solteros se esfuerzan por identificar aquello que da significado a sus vidas de una manera diferente de aquellos que están casados o tienen una vocación religiosa. Es muy importante la búsqueda de relaciones cercanas y de participación en grupos o comunidades pe-queñas con personas afines. Los jóvenes adultos establecen esas relaciones aunque se dan cuenta que pueden ser algo temporal debido a la naturaleza transitoria de sus vidas.

3.  Dar Significado Al Trabajo


Cuando el joven llega a la edad adulta, esto usualmente significa su entrada al mundo laboral. "¿En qué trabajas?" es una pregunta habitual en sus conversaciones ya que el trabajo es parte importante de sus vidas. Para los jóvenes adultos, esta es una experiencia inestable ya que cambian constantemente de trabajo y, a veces, hasta de carrera. El trabajo determina el uso de su tiempo y lo que pueden hacer o adquirir. También determina la calidad y cantidad de su tiempo libre. El trabajo define e influencia la identidad y el concepto personal del joven adulto y es el lugar principal donde las amistades y otras relaciones se desarrollan, ya que estas no se dan por sí solas.

Los hombres y mujeres jóvenes hablan del trabajo como algo que llena una función y que da significado. El trabajo permite a los jóvenes sa-tisfacer sus necesidades prácticas, pero, aún más importante, buscar significado y la realización de sus sueños y esperanzas. Aunque quizás el trabajo no les permita realizar sus sueños, es importante que los jóvenes adultos tengan una visión, aprendan a  trabajar en algo verdaderamente personal y vitalizante, y que continúen discerniendo acerca del llamado de Dios.19
Al cristiano, ya sea obrero o juez, doctor o trabajador agrícola, comerciante o profesor, se le reconoce por la forma en la que practica el mandamiento de amar a Dios y a los demás...Sea cual fuere tu lugar en la sociedad, cualquiera tu profesión, estás llamado a prestar un servicio.
Mensaje papal a los estudiantes del Colegio Villa Nazareth en Roma, 8 de junio de 1996
El trabajo como función
Para muchos, el trabajo tiene un papel estrictamente funcional; es aquello que permite que ten-gamos comida en nuestra mesa y que provee abrigo y cuidado a la familia. Hoy en día trabaja tanto el esposo como la esposa. Algunas parejas lo hacen para poder sobrevivir económicamente y otras lo hacen para establecer sus carreras. Esto puede influenciar grandemente la relación que tienen entre ellos, la familia, los amigos y la Iglesia. Muchos jóvenes adultos se preocupan por la falta de trabajos, por el subempleo y por las tensiones inherentes a los trabajos durante esos años. El trabajo puede adquirir una dimensión nueva cuando los jóvenes adultos se percatan que pueden quedarse solteros o ser padres solteros para toda la vida. Esto los lleva a preocuparse por su seguridad económica y a anteponer el trabajo a sus relaciones.

El trabajo como algo significativo
En la teología cristiana, el trabajo está orientado a llevar el Evangelio al mundo. Este puede dar significado a nuestras vidas y puede brindar la oportunidad de colaborar con Dios en el desa-rrollo de la cultura de vida en la sociedad. El significado en el trabajo se encuentra al escoger una carrera, al hacer trabajos voluntarios y al discernir acerca de su vocación.

La razón principal por la cual tantos jóvenes adultos van a la universidad, asisten a escuelas vocacionales o emigran a este país, es encontrar una profesión satisfactoria o un buen trabajo. Mucho más que en el pasado, los hombres y mujeres jóvenes deben buscar arduamente un trabajo que les ofrezca satisfacción, que responda a las metas trazadas y que sea bien remunerado. Otros escogen trabajos que pagan menos, pero que les permite trabajar en el campo que ellos prefieren. Muchas personas que trabajan para la Iglesia o en agencias de servicio o justicia social son ejemplos vivientes del deseo de sacrificar beneficios sociales a fin de satisfacer sus sueños.

El trabajo no sólo es ganarse la vida y mantener a la familia, sino que también incluye las largas horas y la energía que uno pasa dando su tiempo y sus talentos a la comunidad eclesial, social y cívica. En la actualidad hay un incremento en el número de personas de todas las edades que buscan trabajo voluntario para conocer a otras personas y contribuir a la comunidad.

Los jóvenes adultos participan en trabajos voluntarios por un sinnúmero de razones, a veces por no haber encontrado trabajo, pero más comunmente por el deseo de contribuir con sus servicios. El trabajo voluntario es una senda mediante la cual las personas pueden alcanzar su sueño de contribuir al bien común—de hacer algo significativo en el mundo de hoy adoptando una visión más amplia del mundo y de su función como ciudadanos. Esto hace que algunos se asocien a organizaciones de servicio, sirvan como funcionarios electos del lugar o como miembros de juntas revisoras de asuntos cívicos o de asociaciones de propietarios de viviendas. A veces esta forma de participación sirve para efectuar cambios sociales, como por ejemplo, la transformación de situaciones injustas. El servicio voluntario toca aquella parte de experiencias vividas que puede ser la de más provecho para esos hombres y mujeres que se encuentran en vías de discernir acerca del llamado de Dios.

La búsqueda fundamental de significado y espiritualidad en el trabajo dentro de un contexto cristiano, es responder al llamado de Dios lo cual es nuestra vocación. Esta respuesta refleja la dimensión espiritual del trabajo. Dios llama a cada uno de nosotros a propagar el Evangelio ejerciendo una vocación determinada. Una decisión importante para todo joven adulto es discernir sobre este llamado. En tiempos pasados, los jóvenes escogían una vocación usualmente durante sus últimos años de adolescencia o a principio de los veinte. Hoy en día muchos hombres y mujeres emprenden este proceso de discernimiento cuando tienen veintitantos o treinta y tantos años lo que los conduce frecuentemente a una decisión por el matrimonio, a permanecer solteros o a abrazar el sacerdocio, el diaconado, la vida religiosa o el ministerio laico.

4.  Cultivar Una Vida Espiritual


¿Qué significa para un joven adulto ser una persona "espiritual"? Durante las sesiones que tuvimos con jóvenes adultos, se evidenciaron cuatro características.
  1. Preguntas acerca del propósito de la vida y lo que significa ser una buena persona.

  2. Apropiación e internalización del don de la fe y una tradición religiosa.

  3. Búsqueda de una comunidad adulta de fe en la cual vivir.

  4. Desarrollo de una "vida interior" que corresponda a una "vida exterior".
Criado en la fe católica, desde mi niñez se me enseñó a buscar la verdad sobre la vida, a encontrar aquello que sirva para mostrar los ideales más altos en la vida y permitir, al mismo tiempo, que mi vida se caracterice por esos mismos ideales.
Robert J. Dougherty, Oklahoma
Estas características se expresan en el deseo de los jóvenes adultos de enraizar sus vidas en algo que les dé esperanza y significado. La búsqueda de una identidad personal, la cual  persiguen en sus relaciones y en el trabajo, satisface en forma parcial este hambre por encontrar significado. Sin embargo, una y otra vez, nos hablan de su sed de tener una relación con Dios. Ellos preguntan, "¿Cuál es el propósito de mi vida? ¿Para qué estoy vivo?"

Los jóvenes adultos, hombres y mujeres, están experimentando una tensión espiritual que nace del contraste entre la sociedad contemporánea y el deseo de vivir de acuerdo a la voluntad de Dios. A veces se refieren a la desconfianza que sienten hacia la religión organizada. Aunque ellos desean tener una vida espiritual más profunda, esta actitud y otras influencias provenientes de la sociedad contemporánea, los empuja a cuestionar y a tener dudas sobre aquello que ha sido parte de sus vidas. La Iglesia necesita responder a estas dudas y a este cuestionamiento, invitando a un diálogo abierto a los retos que los jóvenes adultos presenten a la Iglesia y los que la Iglesia presente a los jóvenes adultos, para que ambos crezcan en su seguimiento de Cristo.

Poco a poco, los jóvenes adultos empiezan a entender esta búsqueda como una dinámica entre la fe y la vida. Cada persona la interioriza de acuerdo a la historia de su familia y de sus raíces culturales. Los asiáticos, los hispanos o latinos ven que su espiritualidad brota de su relación con Dios, su comunidad, su fe y su cultura. Los jóvenes afroamericanos ven esta espiri-tualidad como "enraizada en las tradiciones africanas y en la experiencia histórica y cultural de los americanos negros".20 Un hilo común es entender la espiritualidad como "una forma de vida de los pueblos, un movimiento del Espíritu de Dios y el firme establecimiento de la propia identidad cristiana en cada circunstancia de la vida".21

Algunos experimentan esta búsqueda como un cuestionamiento sosegado e interno, una revisión hecha a conciencia de las creencias tradicionales. Otros lo logran aprendiendo más acerca de su fe y participando en grupos de oración y en pequeñas comunidades. Y aun para otros, esta búsqueda puede conducirlos a un ateísmo funcional, al rechazo de la religión organizada o a distanciarse de las actividades eclesiales y de culto. Este cuestionamiento debe ser visto como un camino que posiblemente lleva a la fe.

Durante este período de búsqueda, se enfrentan un gran número de desafíos. Los jóvenes universitarios, al igual que aquellos en el campo laboral, hablan de los desafíos que presentan los fundamentalistas o los agnósticos. Muchos se sienten atraídos por estas personas debido a la convicción que encuentran en su mensaje. Otros nos hablan de los desafíos que presentan los mensajes seculares que se encuentran en la televisión, la música, el cine y los medios de difusión. Otros inclusive hablan del dolor que sienten cuando las parroquias se muestran poco hospitalarias y no responden a sus preocupaciones y dificultades.
La espiritualidad se desarrolla y se alimenta por medio de la cultura, la cual "expresa principalmente cómo un pueblo vive y percibe el mundo, los demás y Dios. La cultura es el conjunto de valores con los cuales un pueblo juzga, acepta y vive lo que considera importante para la comunidad".
Plan Pastoral Nacional para el Ministerio Hispano, Conferencia Nacional de Obispos Católicos, No. 10
A pesar de la confusión de esos años, muchos de ellos buscan regresar a su fe, recordando las experiencias positivas de la pastoral juvenil y universita-ria. Nos dicen que es nuestra tradición la que satisface su hambre. Ellos regresan queriendo participar y queriendo involucrarse en la vida eclesial y buscando una guía para sus vidas. Los jóvenes adultos necesitan oportunidades para compartir sus historias y recibir afirmación en la importancia de sus vidas dentro de la Iglesia. Lo que tiene importancia y gran valor para ellos es estar con personas de creencias similares.22 Este lazo común, compartido con una comunidad afín y con los demás, apoya y alimenta su fe. La Iglesia necesita brindar a los jóvenes adultos apoyo, oración, tiempo y espacio necesarios para realizar una búsqueda fructífera y nutrir su caminar hacia una fe más profunda.23

No importa cuál sea su forma, es importante darse cuenta que este cuestionamiento es la búsqueda de lo que significa ser hijos e hijas de la luz. ¡Qué oportunidad tan maravillosa se le presenta a la Iglesia!

Todos en la Iglesia, precisamente por ser miembros de ella, reciben y, por tanto, comparten la común vocación a la santidad.
Christifideles Laici, No. 16