El papel de los sacerdotes en el ministerio a los que luchan con la pornografia
Nota: Este artículo es parte de la serie "Corazón Puro" dela USCCB y es un recurso que acompaña a la declaración de USCCB Crea en mí un corazón puro: Una respuesta pastoral a la pornografía; una traducción en ingles de este artículo está disponible en www.usccb.org/cleanheart.
Por el padre David SongyLos sacerdotes tienen una oportunidad única de ministrar a los que luchan con el uso o adicción a la pornografía, pues el confesionario es un verdadero santuario: un lugar seguro y sagrado para encontrar curación. Los sacerdotes acompañan a las personas desde el nacimiento hasta la muerte como padres espirituales y tienen la ventaja de la sabiduría de la experiencia, tras haber escuchado muchas historias de sufrimiento, angustia y heridas, así como relatos de curación, perdón y esperanza. Las siguientes sugerencias pretenden ayudar al sacerdote en este ministerio especial.
1. Den testimonio del gozo de la castidad mediante un ejemplo de celibato fiel.
"Todos los fieles de Cristo son llamados a una vida casta según su estado de vida particular" (Catecismo de la Iglesia Católica, no. 2348). La mayor ayuda que puede dar un sacerdote a los que luchan con la pornografía es dar testimonio de este lazo común en una vida de castidad y la esperanza de poder amar con la ternura, la pureza y la pasión de Cristo. Aunque un erróneo concepto común del celibato sacerdotal es que deja a un hombre insatisfecho, vacío e incompleto, un sacerdote que abraza plenamente la castidad celibataria ofrece una perspectiva completamente diferente.1 Su vocación es un llamado a donarse libremente, no a un cónyuge en particular, sino a la Iglesia misma, y ser padre espiritual de muchos. Él tiene el privilegio de amar y cuidar a toda la gente que el Señor envía en su camino. El ejemplo de un sacerdote al vivir gozoso el celibato puede inspirar a otros a abrazar esta virtud desafiante pero vivificante.
Nuestro ejemplo de castidad como ministros ordenados. . . ayuda a mostrar al mundo que es posible perseverar en la virtud con la ayuda de Cristo, y que es un don, no una carga. —Crea en mí un corazón puro, p. 27
2. Edúquense sobre la disponibilidad generalizada de la pornografía y sus efectos en los hombres, las mujeres, los niños, los matrimonios y las familias.
Numerosos recursos están disponibles respecto a la influencia penetrante de la pornografía en todos los niveles de la sociedad.2 Los sacerdotes que no están familiarizados con la Internet y sus efectos deben educarse en la naturaleza insidiosa de la pornografía en línea para que puedan ofrecer una orientación reflexiva. Por ejemplo, estudios neurológicos y psicológicos han mostrado que la pornografía es altamente adictiva y tiene en el cerebro un efecto similar al de la cocaína en una persona con adicción a las drogas o al del alcohol en una persona con adicción al alcohol.3 Hombres y mujeres pueden usar pornografía para buscar consuelo por heridas emocionales, por "recreación" o (algo más común con las mujeres) por un deseo de conexión romántica. El uso de la pornografía puede causar un profundo sentimiento de vergüenza y baja autoestima. Una persona que lucha con el uso de pornografía necesita de alguien maduro e informado que le ayude a navegar por la situación.
3. Hagan que el Sacramento de la Penitencia y la Reconciliación esté disponible fácilmente para los fieles.
Si un sacerdote se pone a disposición de su pueblo, ellos vendrán a confesar sus pecados. Puede ser necesario considerar estar disponible varias horas y días diferentes durante la semana para llegar al mayor número de feligreses. Y lo que es más importante, debe estar preparado para dar buenos consejos en el confesionario.
Conozcan lo que hace el uso de pornografía no sólo un problema moral sino también una adicción.
El uso de pornografía es un problema moral y espiritual, y puede —pero no siempre— ser también una adicción. Aprendan a reconocer las señales y efectos del uso adictivo o compulsivo de pornografía. En general, una adicción está presente cuando la persona está experimentando síndrome de abstinencia y tolerancia. El síndrome de abstinencia significa que una persona se siente incómoda o incluso físicamente enferma cuando no puede consumir una sustancia particular (por ejemplo, alcohol) o dedicarse a un comportamiento (por ejemplo, uso de pornografía). Puede obsesionarse con adquirir o ver pornografía y puede asumir mayores riesgos para verla, tal como acceder a ella en el trabajo. La tolerancia se refiere a la necesidad de consumir una sustancia cada vez más y más para sentirse saciado. Una persona adicta al alcohol necesita beber cantidades más grandes de alcohol, y una persona adicta a la pornografía necesita material cada vez más y más intenso. Por ejemplo, alguien puede empezar a mirar material homosexual incluso si en la vida real no siente atracción por personas del mismo sexo, o una persona puede comenzar a ver sitios web pagados que ofrecen contenido más duro, más extremo. Un hombre o una mujer con adicción a la pornografía pueden seguir con su comportamiento a pesar de las consecuencias adversas para sí mismos o sus seres queridos, y pueden sentirse impotentes para dejar ese comportamiento.
Reconociendo el daño causado por el pecado de la pornografía, llamemos a los fieles al sacramento de la Reconciliación a menudo, asegurándonos de que esté clara y fácilmente disponible. —Crea en mí un corazón puro, p. 27
Un confesor debe alentar a una persona que es adicta, o está mostrando signos de convertirse en adicta, a buscar la ayuda de un profesional. Tengan disponible una breve lista de consejeros de confianza, programas de recuperación, sitios de reuniones de doce pasos y otros recursos útiles. Asimismo, alienten a una persona que tiene problemas con la pornografía a mirar este pecado en relación con su vida espiritual general y sus principales relaciones interpersonales, sus relaciones con la Iglesia y sus relaciones sociales.
Evalúen el problema específico del penitente y su voluntad de buscar ayuda con este pecado.
Hagan preguntas pertinentes, pero no demasiadas. Un confesor debe determinar la disposición y madurez de un penitente para recibir ayuda, y es importante no parecer demasiado intrusivo. El objetivo es comprender y conducir a la persona adecuadamente al siguiente paso en el proceso de curación.
Las posibles preguntas pueden ser:
¿Desde cuándo tiene este problema?
¿Con qué frecuencia y por cuánto tiempo cae en este pecado?
¿Qué consejos que hayan sido útiles ha recibido antes?
¿Qué cosas ha probado que no hayan funcionado?
¿Quisiera ayuda con esto?
Ofrezcan consejos prácticos
Sugieran a la persona estrategias a corto plazo, por ejemplo, pasar una computadora a un área pública, utilizar software de filtrado o dejar el dispositivo móvil con un padre o cónyuge por la noche
Ayúdenla a identificar sucesos o comportamientos que activan el uso de Internet: beber, viajar, visitas de parientes políticos, problemas con un jefe, etc.
Ayúdenla a explorar problemas subyacentes: ira, soledad, pena, ansiedad, pérdida, etc.
Ayúdenla a considerar la calidad de las relaciones que tienen y cómo estas están influenciadas por el uso de pornografía
Sugiéranle que considere cómo ve a las personas en su vida y si tiende a cosificar a otros
4. Prediquen con valentía la castidad y refiéranse discretamente al uso de pornografía en las homilías.
La clave para la formación en la castidad es centrarse principalmente en el amor versus el sexo. Lo que conduce a pecados graves contra la castidad es menos una cuestión de los atractivos de la lujuria que la dificultad para amar a personas reales y concretas. Es por eso que la pornografía es tan insidiosa. Una persona puede tener actividad sexual sin que haya de por medio las complicaciones de relacionarse con una persona real. Las relaciones humanas requieren sufrimiento; de ahí la etimología de la palabra "compasión": "sufrir con". Las personas que eligen palabras, imágenes y videos en línea pueden cosificar a otros hasta el punto de que tales "relaciones" sean preferibles.
Predicar con valentía sobre la castidad no es una diatriba contra los males de la sociedad proyectada en un tono moralista; más bien, una homilía desafía a la gente a amar y respetar a los demás como lo hizo Cristo. Cada domingo, el sacerdote comparte cómo las Escrituras anuncian la Buena Nueva de que Cristo ha hecho posible que las personas se amen unas a otras como Dios nos ha amado. Pueden hacerse referencias discretas a la pornografía como ejemplos de cómo la sociedad nos está llevando a evitar las expresiones verdaderas del amor cristiano en el matrimonio. Sería mejor señalar la naturaleza aisladora, cosificante e ilusoria de la pornografía que centrarse primordialmente en el pecado sexual inherente.
5. Infórmense sobre grupos de apoyo locales, consejeros, etc., que pueden ayudar a los feligreses que luchan con el uso de pornografía.
En su destino actual y en cada nuevo que les toque, preparen, revisen y actualicen una lista de recursos. Pregunten al anterior párroco, el personal pastoral actual o la oficina diocesana correspondiente sobre los recursos que están disponibles en el área. Reúnanse con posibles consejeros o pregunten a más de una persona sobre un grupo de apoyo al que se podría referir a otros para asegurarse de que sería una buena opción y daría consejos coherentes con la enseñanza moral católica. Tenga varias referencias disponibles, si es posible, pues ello da mayor libertad a los que buscan ayuda.
6. Busquen curación si, como sacerdotes, están luchando con el uso de pornografía, para que puedan ayudar efectivamente a otros.
Aunque es una triste verdad que los sacerdotes mismos no son inmunes a las luchas con la pornografía, tal vez una preocupación más profunda es cuando un sacerdote que está luchando no busca el tratamiento adecuado él mismo. Este no es un desafío que se deba enfrentar por cuenta propia. Cuando un sacerdote no recurre a ayuda, no puede prosperar en su propia vida espiritual e incluso puede estar contribuyendo a los problemas de los demás. Un padre que lucha con la pornografía probablemente se sentiría en un gran conflicto al tratar de discutir esta cuestión con un hijo o hija adolescente. Igualmente, el sacerdote que lucha con el uso de pornografía puede tener dificultades para guiar eficazmente a las muchas personas que acuden a él en forma regular para recibir ayuda en este ámbito.
No debemos aislarnos. Si alguno de nosotros o nuestro hermano clérigo está luchando con la pornografía, no temamos reconocer esto y busquemos ayuda inmediatamente. —Crea en mí un corazón puro, p. 28
Las palabras de san Pablo pueden ser útiles aquí: "Porque cuando soy más débil, soy más fuerte" (2 Co 12:10). El problema no está en ser débil y caer en pecado; más bien, está en negarse a volverse a Dios después de caer. Para un sacerdote podría ser más cómodo insistirse a sí mismo, "¡En verdad no quise hacerlo!" que reflexionar más honestamente: "Sí, soy débil. Señor, ten misericordia de mí, pecador". La verdadera misericordia es un poderoso curativo. El sacerdote sólo tiene que pedirla y no avergonzarse de su debilidad. Como nos dice san Basilio: "Es la humildad la que a menudo libera a quien peca con más frecuencia y gravedad".
Para obtener más información, incluyendo el texto completo de Crea en mí un corazón puro, visite www.usccb.org/cleanheart.
Notas
Aunque la mayoría de sacerdotes de la Iglesia Católica Latina viven su llamado a la castidad por medio de una promesa de celibato, también hay sacerdotes casados en las Iglesias Católicas Orientales y Latinas. Estos sacerdotes también demuestran el gozo de la castidad siendo fieles a sus votos matrimoniales.
Véanse el trabajo del National Center on Sexual Exploitation (https://endsexualexploitation.org/); The Social Costs of Pornography: A Collection of Papers, ed. James R. Stoner, Jr. y Donna M. Hughes (Witherspoon Institute: 2010); Peter C. Kleponis, Integrity Restored: Helping Catholic Families Win the Battle Against Pornography (Steubenville, Ohio: Emmaus Road Publishing, 2014); y J. Brian Bransfield, Overcoming Pornography Addiction: A Spiritual Solution (Nueva York: Paulist Press, 2013).
Entre los estudios figuran S. Kuhn y J. Gallinat, "Brain Structure and Functional Connectivity Associated With Pornography Consumption: The Brain on Porn", JAMA Psychiatry 71.7 (2014): 827-834 y D. L. Hilton y C. Watts, "Pornography addiction: a neuroscience perspective", Surgical Neurology International 2.19 (2011). Véanse también William M. Struthers, Wired for Intimacy: How Pornography Hijacks the Male Brain (Downers Grove, IL: IVP Books, 2009) y Morgan Bennett, "The New Narcotic", Public Discourse (9 de octubre de 2013).
Sobre el autor
El padre David Songy, OFM
Cap., STD, PsyD, es psicólogo y presidente del Saint Luke Institute en Silver Spring, MD.
El documento El papel de los sacerdotes en el ministerio a los que luchan con la pornografía fue desarrollado como recurso y aprobado por el obispo Richard J. Malone, presidente del Comité sobre Laicado, Matrimonio, Vida Familiar y Juventud de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos (USCCB). Su publicación ha sido autorizada por el abajo firmante.
Mons.
J. Brian Bransfield
Secretario
general, USCCB
Los textos de la Sagrada Escritura utilizados en esta obra han sido tomados de los Leccionarios I, II y III, propiedad de la Comisión Episcopal de Pastoral Litúrgica de la Conferencia Episcopal Mexicana, copyright © 1987, quinta edición de septiembre de 2011. Utilizados con permiso. Todos los derechos reservados.
La cita del Catecismo de la Iglesia Católica, segunda edición, © 2001, Libreria Editrice Vaticana–United States Conference of Catholic Bishops, Washington, DC. Utilizada con permiso. Todos los derechos reservados.
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Para ver la declaración completa de la USCCB sobre la pornografía, Crea en mí un corazón puro, y recursos adicionales, visite www.usccb.org/cleanheart.