Encuentro como modelo pedagógico para la catequesis y la evangelización

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Encuentro como modelo pedagógico para la catequesis y laevangelización

Hosffman Ospino, PhD 

Desde enero del 2017 los católicos en casi todas las diócesis y en miles de parroquias en los Estados Unidos se encuentran participando de un proceso llamado el Quinto Encuentro Nacional de Pastoral Hispana/Latina. Permítanme hacer énfasis en una palabra: proceso. La experiencia es más que una reunión o un programa. Se trata de un proceso de cuatro años de reflexión, evangelización y consulta que hacia finales del 2020 habrá tocado, directa e indirectamente, las vidas de varios millones de católicos en el país.

Esta gran iniciativa pastoral se fundamenta en la llamada a la Nueva Evangelización, con la cual estamos familiarizados. En 1983, el Papa San Juan Pablo II hablando en Haití invitó a los católicos a evangelizar con nuevo ardor, nuevos métodos y nuevas expresiones (ver Juan Pablo II, Discurso a la Asamblea del CELAM, 9 de marzo de 1983, Port-au-Prince, Haití). En el trascurso de las próximas décadas, católicos en muchas partes del mundo se comprometieron con su creatividad y energía a articular dicha visión. Vale la pena resaltar los recursos y reflexiones sobre la Nueva Evangelización que surgieron en América Latina, en donde viven cerca de la mitad de todos los católicos del mundo (Santo Domingo, 1992, Aparecida 2007). Ver también Conferencia Nacional de Obispos Católicos, La presencia hispana en la evangelización en los Estados Unidos (Washington, DC: USCCB, 1996). En el 2012, el Papa Benedicto XVI presidió un sínodo dedicado precisamente a este tema. El Papa Francisco ha hecho de la Nueva Evangelización el proyecto central de su pontificado, usando el lenguaje de discipulado misionero.

Una Iglesia culturalmente diversa

El proceso del V Encuentro ocurre en un momento importante en la historia del catolicismo estadounidense. Sin duda alguna, muchas realidades han cambiado durante los últimos cincuenta años en hogares, parroquias, diócesis e instituciones educativas católicas. Vivimos en un momento nuevo, definido por dinámicas culturales, sociales y políticas que cambian rápidamente y nos invitan a preguntarnos constantemente quiénes somos como católicos en los Estados Unidos.

Uno de los fenómenos de mayor impacto en décadas recientes es el conjunto de cambios demográficos que está transformando miles de comunidades católicas en el país. Hace sólo medio siglo, cerca del 90% de los católicos estadounidenses eran euroamericanos blancos, la mayoría de habla inglesa. Hoy en día más del 40% de los católicos en el país son hispanos, cerca del 5% son asiáticos, y el 4% son afroamericanos y negros, entre otros. Más del 40% de las parroquias en el país celebran misas y otros servicios en idiomas distintos al inglés. La diversidad cultural y lingüística es una realidad. Vivimos en un momento único que exige modelos creativos de catequesis y evangelización en medio de tal diversidad.

La mayoría de los católicos en el país habla inglés. Sin embargo, millones también hablan otros idiomas. ¡Ser bilingüe y multicultural no es un accidente sino la realidad diaria de un número bastante grande de católicos estadounidenses! Por consiguiente, necesitamos estar más preparados para abordar asuntos de diversidad lingüística en el proceso de compartir nuestra fe.

Los muchos grupos culturales que dan vida a nuestras comunidades católicas comparten historias fascinantes que ilustran cómo Dios camina con nosotros en la historia. En estas historias aprendemos sobre las jornadas intrépidas de inmigrantes católicos de camino a los Estados Unidos, los héroes y los santos que encienden el fuego de la fe en los corazones de las nuevas generaciones,  el trabajo arduo y generoso de quienes construyeron parroquias, escuelas y hospitales católicos; la dedicación de docenas de miles de religiosas, religiosos y sacerdotes, el ejemplo de familias compartiendo lo mejor de los valores católicos con sus hijos, etc.

Éstas son nuestras historias. Ya sea que las escuchemos en inglés o en español o en swahili o en tagalo, nos pertenecen a todos los católicos en este país. Estas historias nos recuerdan quiénes somos.

Un énfasis necesario

Es imprescindible que estemos atentos a la manera cómo el Espíritu actúa en cada comunidad y grupo cultural que hace parte de la Iglesia en los Estados Unidos. Las circunstancias históricas de nuestro tiempo exigen de manera especial que renovemos el compromiso hacia los católicos hispanos. La vitalidad del catolicismo estadounidense en este siglo se medirá en gran parte de acuerdo al compromiso de los hispanos, especialmente los más jóvenes, a cultivar, mantener y practicar nuestra fe. Los números hablan por sí mismos:

  • Los hispanos representan el 71% del crecimiento de la población católica estadounidense desde el año 1960 (Hosffman Ospino, El ministerio hispano en parroquias católicas. Huntington, IN: Our Sunday Visitor, 2015, 56). Dos factores han sido cruciales para este crecimiento: un nivel alto de natalidad y procesos migratorios.

  • Cerca del 60% de todos los católicos menores de 18 años en el país somos hispanos. Con esto podemos anticipar cómo será el rostro de la mayoría de católicos estadounidenses en unos cuantos años (Hosffman Ospino, Escuelas católicas en una Iglesia cada vez más hispana. Huntington, IN: Our Sunday Visitor, 2017).

  • Sólo una tercera parte de los hispanos son inmigrantes, la mayoría adultos. El resto de la población hispana nació en los Estados Unidos y es muy joven. Cerca del 58% de los hispanos son menores de 33 años (Eileen Patten, "The Nation's Latino Population Is Defined by Its Youth: Nearly half of U.S.-born Latinos are younger than 18," Pew Research Center: Hispanic Trends, 20 de abril del 2016).

  • Aproximadamente el 93% de los hispanos menores de 18 años nacieron en los Estados Unidos (Ospino, El ministerio hispano en parroquias católicas, 57).

Estas estadísticas realmente nos desafían y nos invitan a considerar dos preguntas claves al hablar de catequesis y evangelización:

¿Estamos poniendo atención suficiente y respondiendo a la presencia hispana al igual que a la diversidad cultural en nuestras comunidades de fe?

Cuando planeamos iniciativas catequéticas y evangelizadoras, ¿nos hemos tomado el tiempo para entender quiénes son los jóvenes hispanos, las realidades que influyen en sus vidas, sus interrogantes y esperanzas, y aquello que les impide vivir como discípulos cristianos?

Estas preguntas exigen un reflexionar sincero por parte de líderes catequéticos y evangelizadores en todos los niveles de la Iglesia en nuestro país. Esto es precisamente lo que el proceso del V Encuentro busca lograr: "discernir  formas  en  las  que  la  Iglesia  en los Estados Unidos pueda responder mejor a la presencia de los  hispanos/latinos, y potenciar modos en que los hispanos/latinos respondan como discípulos misioneros al llamado de la Nueva Evangelización, sirviendo a toda la Iglesia" (Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos, Guía del V Encuentro: Quinto Encuentro Nacional de Pastoral Hispana/Latina. Washington, DC: USCCB, 2016, 4).

El énfasis en los católicos hispanos no se ha de interpretar como exclusión de otras experiencias o un esfuerzo para reducir la experiencia católica estadounidense a la de los hispanos. No podemos ignorar el hecho de que la presencia cada vez más grande de católicos asiáticos y de las islas del Pacífico al igual que de los católicos de raza negra, tanto nacidos en los Estados Unidos como inmigrantes, también está transformando comunidades enteras en el país (Ver Asian and Pacific Presence: Harmony in Faith. Washington, DC: USCCB, 2001; U.S. Catholic Bishops Pastoral Letter on Racism. Washington, DC: NCCB, 1979). Este énfasis particular en los hispanos y otras familias culturales, el cual es muy necesario, es un ejercicio de responsabilidad pastoral que beneficiará a toda la Iglesia en nuestro país, una respuesta al momento histórico en que vivimos.

Una pedagogía de Encuentro

Todos los católicos en los Estados Unidos estamos invitados a participar en el V Encuentro. El proceso es una experiencia manifiestamente evangelizadora cuya meta es facilitar el encuentro con Jesucristo mientras construimos comunidades y familias católicas más sólidas.

Es precisamente el Señor quien inspira la pedagogía del V Encuentro. En los evangelios encontramos a Jesús que sale al encuentro de la gente en sus propias realidades, se involucra, aplica el bálsamo de la misericordia en las heridas de quienes sufren, enseña la verdad del Evangelio, invita a mujeres y hombres a entrar en una relación íntima con Dios, acoge a todos para que experimenten el Reino de Dios…

Siguiendo el ejemplo de Jesús, la pedagogía del proceso del V Encuentro tiene un carácter profundamente relacional.

Un pasaje que da vida a esta pedagogía de manera magistral es la bien conocida historia del encuentro de Jesús con los discípulos en el camino a Emaús (Lucas 24). El evangelista describe la experiencia transformadora del encuentro amoroso entre Jesús resucitado y dos discípulos que disciernen su fe. La historia sintetiza en gran parte el caminar cristiano. Nos muestra cómo Dios nos encuentra en nuestra realidad, se toma el tiempo para entender nuestras esperanzas y ansiedades, nos ayuda a discernir la realidad a la luz de la revelación, nos llena con pasión por la Palabra de Dios, nos invita al banquete eucarístico, y nos mueve a dar testimonio de lo que hemos experimentado.

Este pasaje aparece de manera prominente en los materiales del V Encuentro, inspirando la clase de catequesis y evangelización que identifican a este proceso tan importante. Nos recuerda que los principios pedagógicos al centro del V Encuentro tienen su fundamento en una espiritualidad arraigada en el encuentro con Jesucristo.

El Papa Francisco en su exhortación apostólica La alegría del Evangelio propone cinco momentos que identifican al proceso evangelizador: "La Iglesia en salida es la comunidad de discípulos misioneros que primerean, que se involucran, que acompañan, que fructifican y festejan" (n. 24). Observemos que el punto de partida es una comunidad en salida, lista para ir más allá de su comodidad y orientarse hacia las periferias, lista para asumir riesgos. En otras palabras, la evangelización comienza cuando aceptamos intencionalmente vivir nuestra identidad bautismal como discípulos misioneros.

Estos cinco momentos constituyen una propuesta metodológica que puede transformar dramáticamente la manera como catequizamos y evangelizamos en nuestras comunidades: 1) primerear, 2) involucrarse, 3) acompañar, 4) fructificar, y 5) festejar.

Como discípulos misioneros, esta metodología es una invitación a redoblar esfuerzos para anunciar que la Buena Nueva realmente tiene el poder de transformar nuestras vidas; que el Señor resucitado continúa siendo la mejor fuente de esperanza y alegría para la humanidad — ¡pero tenemos que comenzar por creerlo y vivirlo sinceramente!

La metodología suscita en nuestro corazón el deseo de ir a las periferias de la Iglesia y la sociedad a encontrar a los que tienen dificultades, los olvidados, los vulnerables, los desposeídos, los que se han alejado, los excluidos, los rechazados, los desplazados, los que buscan, los que dudan, los discapacitados, los perdidos, los cautivos, los pecadores, etc. En nuestra iglesia culturalmente diversa son muchos los que se hallan en estas categorías.

El proceso del V Encuentro nos recuerda que la Iglesia "existe para evangelizar" (Evangelii Nuntiandi, no. 14; Evangelii Gaudium, no. 133). Tal como lo hizo Jesús y lo han hecho un sinnúmero de cristianos a través de los siglos, los católicos en los Estados Unidos estamos llamados en este momento a 1) primerear, 2) involucrarnos, 3) acompañar, 4) fructificar y 5) festejar en nuestras comunidades culturalmente diversas por medio de la catequesis y la evangelización. ¡Qué gran oportunidad para asumir nuestra vocación de ser discípulos misioneros con un compromiso renovado!

 


Leadership Institute - Dr Hosffman Ospino

Hosffman Ospino, PhD es profesor de teología pastoral y educación religiosa en la Universidad jesuita Boston College en donde también es director de programas de postgrado en ministerio hispano. La investigación del Dr. Ospino se enfoca en el dialogo entre fe y cultura. Ha escrito y editado varios libros sobre catequesis, ministerio hispano y espiritualidad. Entre ellos se encuentran Escuelas católicas en una Iglesia cada vez más hispana (OSV, 2016), basado en el Estudio nacional sobre escuelas católicas al servicio de familias hispanas, en el cual sirvió como co-investigador; El ministerio hispano en parroquias católicas (OSV, 2015), basado en el Estudio nacional de parroquias católicas con ministerio hispano (2011-2014) del cual sirvió como investigador principal. También es el autor de El Catecismo de Pedro: ¿Quién dices que soy yo? ¿Por qué dudas? ¿Me amas? (Liguori, 2011) y Evangelización y Catequesis en el Ministerio Hispano (Liguori, 2013). El Dr. Ospino frecuentemente se dirige a audiencias académicas y pastorales tanto nacional como internacionalmente. Actualmente sirve como un oficial de la Academia de Teólogos Católicos Hispanos de los Estados Unidos (ACHTUS, por sus siglas en inglés).