El Regocijo de Celebrar los Sacramentos

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El Regocijo de Celebrar los Sacramentos

Dr. Janet Diaz

El Papa Francisco nos ha invitado a ser discípulos alegres en misión. Muchos obispos en los Estados Unidos han replicado esta llamada a los fieles en sus diócesis.  Mi obispo, Allen Vigneron, nos ha llamado a ser "una banda de discípulos misioneros alegres."  El liderazgo del Papa Francisco-- su palabra, su disposición y su actitud-- ha hecho  que nuestra postura  sobre este regocijo se convierta en un lente a través del cual vemos nuestras vidas y nuestro trabajo de  evangelización.  ¡Qué gran bendición el que hayamos recibido este lente!  ¿Cómo podemos nosotros como hijos de Dios vivir este regocijo y reflejarlo a los demás?

Nuestro regocijo es Jesucristo, quien es "el mejor regalo que puede recibir cualquier persona," de acuerdo a lo que el Cardenal Bergoglio y los demás obispos latinoamericanos escribieron en su documento después de su reunión en Aparecida.  Jesús es la razón de nuestro regocijo y el que inspira todo regocijo verdadero.

Los Sacramentos: Una de las principales fuentes de regocijo

Cuando Jesús vivía en la tierra, él tomó previsiones, con sus palabras y acciones, para dejarnos todo lo que íbamos a necesitar para seguirlo como discípulos. Los siete sacramentos, que Jesús instituyo, constituyen uno de los principales medios para acercarnos a Dios. En este sentido, celebrando los sacramentos y creciendo espiritualmente, debido a la gracia que recibimos a través de los sacramentos, es una fuente principal de regocijo para los cristianos católicos.

Nos regocijamos porque Dios cuida tanto de nosotros que estableció los sacramentos para abrirnos la puerta a nuestra participación en la vida de Jesucristo. En otras palabras, los sacramentos nos dan acceso a la vida divina.  A través del trabajo del Espíritu Santo, los sacramentos nos confieren la gracia sobre nosotros. Este regalo de la gracia nos permite vivir más de cerca de acuerdo al modelo de Jesús, sea la que sea la forma en que Dios nos llame. Si soy una madre, la gracia de Dios puede ayudarme a ser más paciente con mis hijos. Si soy una persona soltera, la gracia de Dios puede ayudarme a entender que Dios siempre está conmigo.   Si soy un sacerdote o un religioso, la gracia de Dios puede fortalecerme mientras esté viviendo en un mundo que algunas veces se burla de mis formas de vivir para el Señor.  La gracia conferida en los sacramentos nos da un gran regocijo en la medida que vemos los frutos de esas gracias reforzando nuestra vida en Cristo.

Evangelizando a través de los sacramentos

El Papa Francisco nos invita a un encuentro personal diario con Jesús: "Invito a cada cristiano, en cualquier lugar y situación en que se encuentre, a renovar ahora mismo su encuentro personal con Jesucristo o, al menos, a tomar la decisión de dejarse encontrar por él, de intentarlo cada día sin descanso" (EG 3).  ¡Cada sacramento representa una oportunidad para el encuentro personal con Jesús que Francisco promueve!  A través de los sacramentos, podemos acezar el poder y recibir las gracias de la pasión, muerte y resurrección de Jesús; la celebración de los sacramentos es una forma de asegurarnos de tener un encuentro diario con Jesús.

Nuestros encuentros sacramentales con Jesucristo fortalecen nuestra fe. Esta fortaleza es esencial para prepararnos para nuestro trabajo misionero, para el cual el Papa Francisco nos invita a cada uno de nosotros. Recibimos la gracia y crecemos como discípulos no para enriquecernos nosotros mismos, sino para salir al mundo a proclamar el encuentro con Jesús y las enseñanzas verdaderas de nuestra fe católica. El Papa Francisco nos recuerda que "todos somos llamados a esta nueva 'salida' misionera" (EG 20).

¿Qué podemos decir de la inquietud del Papa Francisco por el cuidado de los pobres, especialmente la preocupación de que los pobres deben de tener acceso a los sacramentos?  Reconociendo que la pobreza puede ir mucho más allá de las  necesidades materiales, Francisco comparte su reflexión, "que la peor discriminación que sufren los pobres es la falta de atención espiritual" (EG 200).  Nosotros debemos estar atentos al cuidado espiritual, incluyendo el acceso a todos de los sacramentos, aun en las comunidades marginales.

El acercamiento a las poblaciones marginales es siempre promovido por el  Papa Francisco.  Este modelo nos asegura que además de ejecutar nuestras acciones para evangelizar a otros, nos abrimos también a ser evangelizados. Con que frecuencia has escuchado a personas decir, después de completar un proyecto de servicio cristiano-- por ejemplo, ir a un viaje de misión o visitar una prisión-- algo como, "El esfuerzo nuestro no fue nada en comparación con lo que recibimos de la experiencia."  Estas experiencias son ejemplos concretos de una enseñanza clave del papa: "La Iglesia no evangeliza si no se deja continuamente evangelizar" (EG 174).  "La inmensa mayoría de los pobres," escribe Francisco, "tiene una especial apertura a la fe" (EG 200).

El Papa Francisco presta atención especial a llamarnos a lugares que no son muy familiares.  Muchas veces, las mayores necesidades se encuentran en estos sitios, y el Papa Francisco nos invita a "salir de la propia comodidad y atreverse a llegar a todas las periferias que necesitan la luz del Evangelio" (EG 20).  Traer los sacramentos a aquellos que viven en las periferias, así sean geográficas, sicológicas, o emocionales, es una forma poderosa de evangelización y un gran acto de misericordia.

En este artículo nos focalizaremos en los tres sacramentos de iniciación-- Bautismo, Eucaristía y Confirmación-- porque  la recepción de  estos sacramentos juega un rol importante en preparar nuestras vidas para vivir como discípulos misioneros alegres.

Bautismo: Una Puerta al Regocijo

A través del Bautismo, nosotros volvemos a nacer dentro de la vida de Jesucristo. Este sacramento es la entrada no solo a una nueva vida sino a los otros seis sacramentos. Cuando los padres traen un bebe para bautizarlo, hay una gran celebración, principalmente en relación al niño que está recibiendo el sacramento, pero también, porque hay un recuerdo del propio Bautismo de los adultos presentes. Así seamos bautizados como niños o adultos, a través de este sacramento nosotros estamos "liberados de pecado" y nos convertimos en "miembros de Cristo" (CIC 1213). Como cristianos bautizados, somos niños de Dios y tenemos acceso a la gracia que nos va a llevar a la vida eterna en el cielo con Dios.

"El Bautismo es el sacramento de fe" (CIC 1253).  Nuestra propia fe, así como la fe que nos rodea en la comunidad de creyentes, es la fuente segura de apoyo que nos lleva a compartir a Jesucristo con otros. 

Confirmación: Marcado por Cristo 

¿Que pudiera ser una mayor fuente de regocijo que el pertenecer totalmente a Cristo?  El estar sellado con el Espíritu Santo-- marcado a través del  sacramento de la Confirmación—nos convierte en personas siempre enlistadas al servicio de Cristo.  La Confirmación completa y profundiza la gracia de nuestro Bautismo, arropándonos con el poder de Dios y llenándonos de los regalos del Espíritu Santo. 

De todos los sacramentos, la Confirmación nos prepara más específicamente para la vida apostólica.  Cuando nosotros recibimos "una fortaleza especial del Espíritu Santo," (CIC 1285) nosotros estamos equipados para ser enviados en una misión.  El sacramento nos da la gracia que nos sirve de base para tener la confianza para vivir como sirvientes enviados al mundo como testigos de Jesucristo. Francisco nos recuerda que todos necesitamos una "conciencia de la identidad y la misión del laico en la Iglesia" (EG 102).  "La toma de conciencia de esta responsabilidad laical… nace del Bautismo y de la Confirmación" (EG 102).

Como cristianos viviendo en este mundo y sirviendo como testigos de Jesucristo, sin duda encontraremos nuestras cruces personales.  Pero la gracia del sacramento de Confirmación nos ayuda a responder sin miedo y hasta con alegría cuando enfrentamos dificultades.  Como San Pablo les dijo a los Filipenses, "Todo lo puedo en aquel que me fortalece" (Fil 4, 13).  Cuando nos viene la tentación de sentir miedo o vergüenza en relación a la cruz, siempre podemos confiar en la gracia del sacramento de Confirmación (CIC 1303).   

La Eucaristía: Alimento para la jornada terrenal

La Eucaristía es la culminación de los tres sacramentos de iniciación.  No hay comparación con la  abundancia de alegría cuando el sacerdote, en la Misa, levanta la hostia consagrada y el cáliz con el vino consagrado, y nosotros, los fieles, alabamos el cuerpo y la sangre de nuestro Señor y Salvador.  El darnos cuenta que Dios nos ofrece este sacramento-- recibiendo el cuerpo, la sangre, el alma y la divinidad de su hijo-- es una fuente de gran regocijo. El Papa Francisco enfatiza el poder de la Eucaristía para energizarnos y sanarnos, para así tener la fuerza que necesitamos para salir y servir al prójimo.  

La relación íntima con Dios, cuando nos envolvemos con la Eucaristía en Misa o en la adoración al Santísimo, es una experiencia que resulta en una conexión directa entre Dios y yo. Sin embargo, Francisco siempre enfatiza lo que va más allá, lo que va por encima de nosotros, la razón verdadera  para recibir esta fortaleza y apoyo. ¡Es para ser puesto al servicio de los demás!  Nosotros somos débiles, pero Francisco nos recuerda que la Eucaristía es "un generoso remedio y un alimento para los débiles" (EG 47).

A través de este sacramento, se nos ofrece participar en el sacrifico que Jesús ofreció el viernes santo, cuando murió por nosotros.  En la misa, nos unimos con Cristo, ofreciendo nuestros propios sufrimientos y dificultades.  Mientras escuchamos con gran reverencia las palabras de la oración eucarística, estamos uniéndonos con Dios Padre a través del poder del Espíritu Santo.  Cuando ofrecemos todo a Dios, se nos queda un vacío adentro.  Este vacío nos dispone a recibir la gran alegría y la paz que viene no este mundo, sino de Dios.

Conclusión

El regocijo es contagioso.  Cuando estamos regocijados, "infectamos" a otros. ¿Qué pasa con los sacramentos que nos llenan de tanto regocijo que el Espíritu Santo nos obliga a compartir nuestro regocijo con otros?  Jesús instituyó los sacramentos de manera que pudiéramos experimentar vida en el Señor. De esta forma, estaríamos continuamente renovados en nuestra fe y decididos a predicar el evangelio en todo el mundo.

Oremos:

Nosotros te damos las gracias y te alabamos, Señor Dios, por el regalo increíble de los sacramentos.  Te pedimos, que así como tú nos renuevas a través de tus sacramentos, podremos servirte con todo nuestro corazón, mente y fuerza. Amen.

 


convocation

Dr. Janet Diaz es Directora de Evangelización para una parroquia multicultural, Church of the Holy Family in Novi, Michigan.  Antes de este ministerio, fue Decana del Instituto de Ministerio Pastoral de Sacred Heart Major Seminary en Detroit, dirigiendo la formación de estudiantes laicos con diferentes origines culturales. Tiene una  maestría del seminario en Estudios Pastorales y un Doctorado en Ministerio de Barry University.   Antes de trabajar en el seminario, la Doctora Diaz se desempeñó en diferentes roles como ministro laico, con énfasis en el ministerio con hispanos.