Solemnidad de Cristo Rey, Rey del Universo

Notas para el leccionario

20 de noviembre de 2022

Lecturas

Primera lectura—2 Samuel 5,13
Salmo responsorial—Salmo 122,1–2.3–4. 4–5
Segunda lectura—Colosenses 1,12–20
Evangelio—Lucas 23,35–43

Notas

La prioridad de Cristo

  • Cristo es el Rey de todo el universo porque “en él fueron creadas todas las cosas en el cielo y en la tierra. ... Todo fue creado por medio de él y para él”. La Iglesia (Pío XI, Encíclica Quas primas) instituyó esta fiesta en 1925 para recordar a un mundo cada vez más secularizado que solo reconociendo nuestro origen y fin en Cristo las personas y las sociedades humanas encontrarán paz, justicia, libertad y felicidad. Cristo es la auténtica medida de toda la creación, incluidos los gobiernos, los estados y las sociedades.
  • Esto también es válido para la vida en la Iglesia. Ya lo dice san Pablo, Cristo es “la cabeza del cuerpo, la Iglesia”. La meta de la vida en la Iglesia –la vida sacramental, moral y espiritual– es la comunión con el Dios Uno y Trino, lo que se consigue al ser atraídos cada vez más profundamente a la vida de Cristo. La vida eterna que recibimos en la Iglesia proviene en última instancia de Cristo, y la Iglesia nos vincula con Cristo, en quien “nos encontramos liberados y perdonados”. Al seguirlo y dejarnos transformar por la gracia, encontramos la auténtica libertad.
  • En el libro de Samuel, el pueblo de Israel reconoce a David como su legítimo rey: “El Señor bien te dijo: ‘Tú serás el pastor de mi pueblo Israel, tú serás el jefe de Israel’”. Nosotros reconocemos a un rey diferente, uno que estaba en la línea de David, pero que no triunfó dirigiendo sus ejércitos en la batalla contra sus enemigos. Triunfó muriendo como un delincuente en una cruz.

Esperanza en la misericordia de Dios

  • Al describir la preeminencia de Cristo, san Pablo también incluye una nota que es clave para la esperanza cristiana: Jesús es “el primer nacido de entre los muertos”. Jesús resucitó de entre los muertos, lo que nos muestra lo que podemos esperar: la Resurrección. Nosotros también resucitaremos con Cristo, en cuerpo y alma, y participaremos de su gloria.
  • Obramos con esta esperanza aferrándonos a Cristo y esforzándonos por vivir como sus discípulos, unidos a él como miembros de su cuerpo, la Iglesia. La vida espiritual y sacramental de la Iglesia tiene este fin: reunirnos como un solo cuerpo, íntimamente ligado a la cabeza. No es por nuestras obras, sino por estar en comunión con Cristo, por la gracia de Dios, que alcanzamos la meta de nuestro más profundo deseo: la vida eterna con Dios.
  • El ladrón arrepentido que fue crucificado junto a Jesús, san Dimas, muestra de manera hermosa la esperanza en la misericordia de Dios. Aunque se enfrenta a la ejecución por las faltas que ha cometido, se encomienda a la misericordia de Jesús.
  • Una de las virtudes más importantes que deben pedir los cristianos es la esperanza. A menudo se piensa en la esperanza como un deseo de un bien que es posible alcanzar. Compartir la vida eterna en comunión con Dios solo puede lograrse por la gracia de Dios, por lo que la esperanza en Cristo es un don de Dios. La esperanza es una especie de motor que nos empuja hacia adelante en la vida cristiana. Cuando tropezamos en el pecado, como ocurre a menudo, la esperanza nos impulsa a levantarnos, a buscar la sanación en el confesionario y a seguir adelante en el camino. Por otro lado, cuando perdemos la esperanza, caemos en la desesperación, y nos negamos a levantarnos y a aceptar la misericordia sanadora de Dios. Pero san Dimas nos muestra que nunca es demasiado tarde para acudir al Señor y pedirle misericordia. En este día, podemos pedir a Cristo Rey, primer nacido de entre los muertos y cabeza de la Iglesia, que encienda en nosotros esa llama de la esperanza.

El don de la fe

  • En esta lectura del Libro de Samuel, David es alabado como un gran rey, pero hacemos bien en recordar que cuando Samuel identificó por primera vez a David como el llamado por el Señor para ser rey de Israel, no fue reconocido inmediatamente por los demás como alguien especialmente significativo. Samuel fue a ver a Jesé, sabiendo que Dios le diría cuál de los hijos de Jesé era el elegido, pero Jesé ni siquiera llevó a David a Samuel. En ese pasaje, Dios le dice a Samuel: “Dios no ve las cosas como los hombres: el hombre se fija en las apariencias” (1 Samuel 16,7).
  • ¿Cómo ve una persona más allá de la “apariencia”? Por la fe.
  • Muchos al ver a Jesús en la cruz solo ven un fracaso. En el pasaje del Evangelio según san Lucas, algunas de esas personas se burlan de él. Ridiculizan a Jesús en su sufrimiento.
  • San Dimas reconoce la condición de rey de Cristo. No solo señala que Jesús no es un malhechor. Implora a Jesús que se acuerde de él cuando llegue a su reino. Pope Francis comenta: “Aquel día, en el Calvario, muchas voces callaban, tantas otras se burlaban, tan solo la del ladrón fue capaz de alzarse y defender al inocente sufriente; toda una valiente profesión de fe. En cada uno de nosotros está la decisión de callar, burlar o profetizar”. ¿Qué provocó esta conversión? El don de la fe. La fe no es algo que podamos invocar por nosotros mismos. Al igual que la esperanza, es un don de Dios.
  • Cuando vemos los sufrimientos de los cristianos en lugares como China y Nicaragua, puede ser fácil permitir que el desánimo nos nuble la visión. Esta fiesta nos recuerda que el reino de Cristo pertenece a los pobres y humildes que abrazan la cruz. Todo lo que podemos hacer en medio de tiempos difíciles es pedir a Dios que ilumine nuestra mente y fortalezca nuestro corazón para seguir aferrados a Cristo nuestro Rey.