China

Semana de la Libertad Religiosa 2022: 26 de junio

Rece por la libertad de la Iglesia en China, y para que se respeten los derechos de todas las minorías religiosas.

Reflexionen

Aunque la constitución china concede a sus ciudadanos “libertad de creencia religiosa”, en realidad esa libertad está condicionada por lo que el gobierno considera permisible. En declaraciones realizadas en diciembre de 2021, el presidente Xi insistió en la necesidad de la “sinicización” de la religión, “defendiendo el principio de desarrollar las religiones en el contexto chino y proporcionando una orientación activa para la adaptación de las religiones a la sociedad socialista”. El caso de los musulmanes uigures en China ha sido muy publicitado y con razón. Se calcula que más de un millón de uigures de la región china de Xinjiang han sido detenidos en lo que los chinos llaman campos de “reeducación”, pero que son básicamente campos de prisioneros. Los grupos de derechos humanos han encontrado pruebas creíbles de que los uigures son torturados, confinados en aislamiento y sometidos a trabajos forzados. Para los que no están en los campos, el PCC utiliza una amplia vigilancia electrónica (reconocimiento facial, muestreo de patrones de voz) y puestos de control armados para limitar los movimientos de los uigures. Pero las crecientes restricciones se aplican a todas las religiones. Las instituciones y los clérigos/religiosos cristianos han sido objeto de una creciente presión para que se registren en los organismos religiosos autorizados por el Estado. En el caso de los católicos, se trata de la Asociación Patriótica Católica China (CCPA). Se calcula que hay 12 millones de católicos en China, de los cuales la mitad forman parte de congregaciones registradas en la CCPA dirigidas por obispos seleccionados con la aprobación del Partido Comunista Chino, y el resto son miembros de la iglesia “clandestina” que se adhieren a la autoridad de Roma. En septiembre de 2018, el Vaticano y China firmaron un acuerdo provisional relativo al nombramiento de obispos en el que la CCPA recomendaba a los candidatos a obispos y el Papa tenía la última palabra. Aunque el texto de este acuerdo no se ha hecho público, pretendía allanar el camino para la unificación de las comunidades católicas clandestinas y las sancionadas por la CCPA. Queda por ver si la esperanza del Vaticano de construir la confianza y la amistad mediante el diálogo dará frutos en la mejora de la libertad religiosa, no solo para los católicos, sino para todos los que quieran ejercer su “derecho a vivir en la verdad de la propia fe y en conformidad con la propia dignidad trascendente como persona”.

Actúen

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