V Encuentro Memorias y Conclusiones

Memorias y conclusiones del V Encuentro Nacional de Pastoral Hispana/Latina | 69 “Hay un renacimiento en la Iglesia de nuestro país en estos días. Es un renacimiento que viene debido al impacto de la experiencia latina”. Discurso principal: Dejar que la Palabra se encarne – Rvdmo. Oscar Cantú, Obispo de Las Cruces Reflexionando sobre sus diferentes asignaciones, el Obispo Cantú recordó su experiencia en el desierto de Nuevo México. En la sequedad del desierto, las cizañas rodaban y rodaban, ya que no tenían raíces profundas para mantenerlas en su lugar. A partir de esta imagen, planteó la pregunta: “¿Nos estamos convirtiendo en cizañas espirituales?” El peligro de no tener raí- ces suficientemente profundas durante la estación seca presenta el peligro de convertirse en cizañas rodadoras. El Obispo Cantú previó que la “estación seca” ya está aquí, y el momento de profundizar en la búsqueda del agua ha llegado. Para compartir los frutos de la Iglesia —de amor, paz y alegría— debemos cuidar nuestras raíces con el agua del amor, la fe y la esperanza. “Hay que cavar profundamente para que nuestras raíces encuentren agua, para que puedan encontrar agua viva. No nos dejemos convertir en cizañas espirituales, llevadas por el viento”. “Hermanos y hermanas, si queremos dar fruto como Iglesia, tenemos que cuidar las raíces. ¡De las raíces a los frutos!” Homilía en la Misa del mediodía – Seán Cardenal O’Malley, O.F.M. Cap., Arzobispo de Boston El Cardenal O’Malley compartió su entusiasmo por haber sido parte de los cinco Encuentros del ministerio hispano. Él ve en cada Encuentro una oportunidad de recibir la bendición de la alegría, la luz y la esperanza de Dios. Estas bendiciones especiales de los Encuentros nos conectan para reafirmar el “sí” que hemos profesado a Jesús y a nuestra Iglesia. María es nuestro modelo y ejemplo de decir “sí” a Dios, desde el momento de la Anunciación hasta el momento de estar junto a Jesús al pie de la cruz. Nuestro “sí” también nos conecta con nuestra misión. Estamos llamados a ser hermanos y hermanas, a difundir la Palabra y a amarnos unos a otros como Jesús nos amó en el Calvario. El Cardenal también nos recordó que no estamos solos, porque siempre podemos contar con el amor, el perdón y la protección de Dios. Además del amor y la presencia de Dios, María siempre nos acompañará en nuestro viaje misionero. Estamos llamados a ser un pueblo del “sí” y a cumplir con la misión de Dios de anunciar la Buena Nueva a los pobres, liberar a los presos y darles la vista a los ciegos. “Su tarea como discípulos misioneros es ayudar a nuestra Iglesia a encontrar la alegría del Evangelio en medio de la oscuridad y el dolor”. Fructificar

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