Solidaridad

Somos una familia humana cualesquiera que sean nuestras diferencias nacionales, raciales, étnicas, económicas e ideológicas. Somos los custodios de nuestros hermanos y hermanas dondequiera que se encuentren. Amar a nuestro prójimo tiene dimensiones globales en un mundo cada vez más pequeño. En el mero centro de la virtud de la solidaridad está la búsqueda de la justicia y la paz. EI Papa Paulo VI nos dijo: "si quieres paz, trabaja por la justicia". El Evangelio nos llama a ser pacificadores. Nuestro amor por todos nuestros hermanos y hermanas exige que fomentemos la paz en un mundo rodeado de violencia y conflicto. 

La Escritura: 

  • Génesis 12, 1-3 
            Dios bendijo a Israel para que todos los pueblos fueran bendecidos por él. 

 

  • Salmos 72  
             Vivir en correcta relación con los demás trae paz. 

 

  • Salmos 122   
             ¡La paz esté contigo! Por amor a la Casa del Señor, nuestro Dios, buscaré tu felicidad. 

 

  • Zacarías 8, 16   
             Esto es lo que deberán practicar: díganse mutuamente la verdad y dicten en sus puertas sentencias que restablezcan la paz. 

 

  • Mateo 5, 9   
            Felices los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios. 

 

  • Mateo 5, 21-24 
             Reconcíliense unos con otros antes de venir al altar. 

 

  • Romanos 13, 8-10   
             Vivir correctamente significa amarse unos a otros. 

 

  • 1 Corintios 12, 12-26  
                  Si un miembro del cuerpo de Cristo sufre, todos sufren. Si un miembro es honrado, todos se regocijan. 

 

  • Colosenses 3, 9-17   
             Sobre todo, vístanse de amor y dejen que la paz de Cristo reine en sus corazones. 

 

  • 1 Juan 3, 16-18  
             El amor de Dios en nosotros es atestiguado por nuestra disposición a dar nuestras vidas por los demás como Cristo lo hizo por nosotros. 

 

 

Tradición   

“En el mundo actual los sentimientos de pertenencia a una misma humanidad se debilitan, y el sueño de construir juntos la justicia y la paz parece una utopía de otras épocas. Vemos cómo impera una indiferencia cómoda, fría y globalizada, hija de una profunda desilusión que se esconde detrás del engaño de una ilusión: creer que podemos ser todopoderosos y olvidar que estamos todos en la misma barca". (Papa Francisco, Sobre la fraternidad y la amistad social [Fratelli Tutti], n. 30)  

 

“[La solidaridad] es una palabra que expresa mucho más que algunos actos de generosidad esporádicos. Es pensar y actuar en términos de comunidad, de prioridad de la vida de todos sobre la apropiación de los bienes por parte de algunos. También es luchar contra las causas estructurales de la pobreza, la desigualdad, la falta de trabajo, de tierra y de vivienda, la negación de los derechos sociales y laborales. Es enfrentar los destructores efectos del Imperio del dinero. […] La solidaridad, entendida en su sentido más hondo, es un modo de hacer historia y eso es lo que hacen los movimientos populares". (Papa Francisco, Sobre la fraternidad y la amistad social [Fratelli Tutti], n. 116)  

 

"De diversas maneras, los pueblos en vías de desarrollo, donde se encuentran las más importantes reservas de la biosfera, siguen alimentando el desarrollo de los países más ricos a costa de su presente y de su futuro. La tierra de los pobres del Sur es rica y poco contaminada, pero el acceso a la propiedad de los bienes y recursos para satisfacer sus necesidades vitales les está vedado por un sistema de relaciones comerciales y de propiedad estructuralmente perverso...    como dijeron los Obispos de Estados Unidos, corresponde enfocarse 'especialmente en las necesidades de los pobres, débiles y vulnerables, en un debate a menudo dominado por intereses más poderosos'. Necesitamos fortalecer la conciencia de que somos una sola familia humana. No hay fronteras ni barreras políticas o sociales que nos permitan aislarnos, y por eso mismo tampoco hay espacio para la globalización de la indiferencia". (Papa Francisco, Sobre el cuidado de la casa común [Laudato Si'], n.  52, citando a la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos, Cambio climático global: Llamado al diálogo, la prudencia y el bien común)  
 
"En las condiciones actuales de la sociedad mundial, donde hay tantas inequidades y cada vez son más las personas descartables, privadas de derechos humanos básicos, el principio del bien común se convierte inmediatamente, como lógica e ineludible consecuencia, en un llamado a la solidaridad y en una opción preferencial por los más pobres. Esta opción implica sacar las consecuencias del destino común de los bienes de la tierra, pero, como he intentado expresar en la Exhortación apostólica Evangelii gaudium, exige contemplar ante todo la inmensa dignidad del pobre a la luz de las más hondas convicciones creyentes. Basta mirar la realidad para entender que esta opción hoy es una exigencia ética fundamental para la realización efectiva del bien común". (Papa Francisco, Sobre el cuidado de la casa común [Laudato Si'], n.  158)  
 
Amar a alguien es querer su bien y trabajar eficazmente por él.  Junto al bien individual, hay un bien relacionado con el vivir social de las personas: el bien común.  Es el bien de ese 'todos nosotros', formado por individuos, familias y grupos intermedios que se unen en comunidad social.  … Desear el bien común y esforzarse por él es exigencia de justicia y caridad". (Papa Benedicto XVI, La caridad en la verdad [Caritas in Veritate], n. 7) 

 

"Es bueno que las personas se den cuenta de que comprar es siempre un acto moral, y no sólo económico. El consumidor tiene una responsabilidad social específica, que se añade a la responsabilidad social de la empresa. Los consumidores deben ser constantemente educados para el papel que ejercen diariamente y que pueden desempeñar respetando los principios morales, sin que disminuya la racionalidad económica intrínseca en el acto de comprar... es conveniente favorecer formas nuevas de comercialización de productos provenientes de áreas deprimidas del planeta para garantizar una retribución decente a los productores". (Papa Benedicto XVI, La caridad en la verdad [Caritas in Veritate], n. 66) 

 

"A otro nivel, el origen de la contradicción entre la solemne afirmación de los derechos del hombre y su trágica negación en la práctica, está en un concepto de libertad que exalta de modo absoluto al individuo, y no lo dispone a la solidaridad, a la plena acogida y al servicio del otro...   Precisamente en este sentido se puede interpretar la respuesta de Caín a la pregunta del Señor '¿Dónde está tu hermano Abel?': 'No sé. ¿Soy yo acaso el guarda de mi hermano?' (Gn 4, 9).  Sí, cada hombre es 'guarda de su hermano', porque Dios confía el hombre al hombre". (San Juan Pablo II, El Evangelio de la vida [Evangelium Vitae], n. 19) 

 

"[La solidaridad] no es, pues, un sentimiento superficial por los males de tantas personas, cercanas o lejanas. Al contrario, es la determinación firme y perseverante de empeñarse por el bien común; es decir, por el bien de todos y cada uno, para que todos seamos verdaderamente responsables de todos".  (San Juan Pablo II, Sobre la preocupación social [Sollicitudo rei Socialis], No. 38)  
 
"La interdependencia debe convertirse en solidaridad, fundada en el principio de que los bienes de la creación están destinados a todos. Y lo que la industria humana produce con la elaboración de las materias primas y con la aportación del trabajo, debe servir igualmente al bien de todos". (San Juan Pablo II, Sobre la preocupación social [Sollicitudo rei Socialis], n. 39). 

 

"Sabemos que se nos llama a ser miembros de una nueva alianza de amor, un desafío que debe realizarse en el tipo de comunidad que construimos en nuestro medio. Debemos proceder de nuestro apego a la independencia, pasando por una comprensión de la interdependencia, hacia un compromiso con la solidaridad humana.  El amor incluye una solicitud para todos -- sobre todo para los pobres -- y una búsqueda continua de las estructuras sociales y económicas que permitan a todos participar en una comunidad que ya forma parte de una creación redimida (Rom 8, 21-23)". (Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos, Justicia económica para todos, n. 365)  
 
"La solidaridad social que hoy día agrupa a todos los hombres en una única y sola familia impone a las naciones que disfrutan de abundante riqueza económica la obligación de no permanecer indiferentes ante los países cuyos miembros, oprimidos por innumerables dificultades interiores, se ven extenuados por la miseria y el hambre y no disfrutan, como es debido, de los derechos fundamentales del hombre. Esta obligación se ve aumentada por el hecho de que, dada la interdependencia progresiva que actualmente sienten los pueblos, no es ya posible que reine entre ellos una paz duradera y fecunda si las diferencias económicas y sociales entre ellos resultan excesivas". (San Juan XXIII, Sobre el Reciente Desarrollo de la Cuestión Social a la Luz de la Doctrina Cristiana [Mater et Magistra], n. 157)