Comprendiendo el pecado social

Definiciones de pecado personal y social

De la encíclica En la Caridad y en la Verdad (Caritas in Veritate), Papa Benedicto XVI:

“La sabiduría de la Iglesia ha invitado siempre a no olvidar la realidad del pecado original, ni siquiera en la interpretación de los fenómenos sociales y en la construcción de la sociedad: ‘Ignorar que el hombre posee una naturaleza herida, inclinada al mal, da lugar a graves errores en el dominio de la educación, de la política, de la acción social y de las costumbres’”. (n. 34 citando al Catecismo de la Iglesia Católica)

Del Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia

“Algunos pecados, además, constituyen, por su objeto mismo, una agresión directa al prójimo. Estos pecados, en particular, se califican como pecados sociales. Es social todo pecado cometido contra la justicia en las relaciones entre persona y persona, entre la persona y la comunidad, y entre la comunidad y la persona” (n. 118).

“...las estructuras del pecado... deben ser superadas y transformadas en estructuras de solidaridad, mediante la creación o la oportuna modificación de leyes, reglas de mercado, ordenamientos” (n. 193).

Pecado social

Como dice el teólogo Gregory Baum: “El pecado personal se elige libremente; el pecado social es ceguera colectiva. Existe el pecado como acto y el pecado como enfermedad”.

El pecado social reside dentro de un grupo o una comunidad de personas. Existe dentro de cualquier estructura de la sociedad que oprima a los seres humanos, viole la dignidad humana, sofoque la libertad y/o imponga una gran inequidad.

La única manera en que podemos reconocer estas estructuras pecaminosas es si salimos de nuestro propio mundo y consideramos el mundo desde la perspectiva de otra persona. Por ejemplo:

  • Los hombres deben comprender la frustración de las mujeres que no pueden lograr la equidad económica en la sociedad, a pesar de la igualdad de su formación y su trabajo duro.
  • Los anglos deben comprender los efectos debilitantes del racismo en la autoestima de los afroamericanos antes de que las personas blancas y negras puedan actuar juntas para abordar las raíces estructurales del racismo.
  • Las personas que no viven en la pobreza necesitan mirar más allá de su propia experiencia y encontrar formas de identificarse con las personas que sí viven en la pobreza y con pocos o ningún medio de escape.

El pecado social da lugar a estructuras, leyes y políticas que perpetúan la pobreza, la desigualdad, la discriminación, la violencia y otras injusticias generalizadas.

Una vez que hayamos reconocido estos patrones y estructuras que son pecaminosos, debemos avanzar hacia la acción en nombre de la justicia y el bien común. Dicha acción debe ser colaborativa; debe implicar la participación tanto de las víctimas como de los perpetradores de la injusticia, todo lo cual se basa en un deseo genuino de avanzar hacia la justicia por ambas partes. Esta base es un fundamento para la acción social católica. Como católicos, creemos en la voluntad, de hecho, en la necesidad, de hombres y mujeres de responder a la gracia y construir una sociedad más justa y humana. Lo que nos ha impedido en el pasado y ha dejado esta suposición sin probar ha sido el desafío de unir a quienes viven en la pobreza y a quienes no viven en la pobreza para contribuir unos con otros al bien común.

Para Más información: Guía para el Día de camino hacia la justicia