Esperanza en tiempos de la pobreza: Introducción

Una reflexión delDepartamento de Justicia, Paz y Desarrollo Humano
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Deseo dirigir a todos la invitación a la solidaridad… esto significa preocuparse por la dignidad de la persona; pero sobre todo quiero decir que no se pierda la esperanza[i].
~ Papa Francisco

En el evangelio según San Mateo, Jesús se acerca a la orilla del lago y desde un barco ve a una gran multitud. «Sintió compasión de ellos» (Mt. 14,14). El Señor nos llama a ver el número creciente de personas pobres y vulnerables. Él pide que nuestros corazones, también, sean movidos con compasión por los más de 46 millones de personas y casi 10 millones de familias que hoy viven en la pobreza en nuestro país.

La ternura de Cristo y su mirada de misericordia están con ellos. Como siervos de Cristo, tomamos el lado de los que sufren la pobreza. Nuestro Santo Padre, el Papa Francisco, nos ha dado un conmovedor ejemplo de la compasión. Con él, mostramos preocupación amorosa «por todos, por cada uno, con amor, especialmente por los niños, los ancianos, quienes son más frágiles y que a menudo se quedan en la periferia de nuestro corazón»[ii].

Como discípulos, nuestro desafío es marcar la sociedad con el amor de Dios, oponernos a la injusticia y cubrir nuestra vida diaria con caridad en la verdad. Mientras muchos hablan de una recuperación económica, todavía la economía sigue negando a muchos un salario justo y digno. Mujeres y hombres aún luchan arduamente para construir un matrimonio y un hogar donde sus familias puedan crecer.

Pope-Francis-greets-boy-after-celebrating-Mass-at-St.-Anne's-Parish-within-Vatican-cns-paul-haring.jpgEste es un momento de discernimiento para todos los interesados en el bien común. Es hora de unirnos y dar forma a una nueva visión para el futuro.

No debemos ser ingenuos ante la complejidad de las fuerzas y eventos reorganizando la economía de nuestro país. Como ha dicho Papa Francisco, «En este mundo de la globalización hemos caído en la globalización de la indiferencia. ¡Nos hemos acostumbrado al sufrimiento del otro, no tiene que ver con nosotros, no nos importa, no nos concierne!»[iii] Esta crisis nos obliga a mirar al mundo con otros ojos, con un renovado respeto por la dignidad de la persona humana y de la sacralidad de la vida.

Nuestra esperanza se arraiga en la Providencia de Dios, la presencia de Cristo resucitado en la Iglesia y el poder del Espíritu Santo. Este Espíritu nos impulsa hacia una solidaridad radical para con los que sufren y hacia la caridad, que es «una fuerza extraordinaria, que mueve a las personas a comprometerse con valentía y generosidad en el campo de la justicia y de la paz»[iv].

La fe purifica nuestra lucha por una sociedad justa. La esperanza centra nuestra búsqueda de justicia en la expectativa gozosa de «un cielo nuevo y una tierra nueva» (Ap. 21,1). Y el amor nos capacita para construir lazos de solidaridad y así fomentar el bien común.

La fuerza persuasiva de la doctrina social de la Iglesia, «la verdad del amor de Cristo en la sociedad»[v], nos da la esperanza de que la comunidad católica, actuando siempre con otros, pueda hacer una diferencia para vencer la pobreza. Es el deber de la Iglesia arrojar luz sobre las cuestiones sociales de nuestro tiempo. La Iglesia no «puede ni debe quedarse al margen en la lucha por la justicia»[vi].

En los próximos meses, ofreceremos una serie de reflexiones sobre distintos aspectos de la actual crisis económica. No pretenden ser exhaustivas. Tienen el propósito de ser un signo de nuestra unión con aquellos que están sufriendo, un fuerte mensaje de esperanza y el reto para todos nosotros de buscar soluciones.

"La vida y palabra de Jesús y las enseñanzas de la iglesia nos llaman a servir a los necesitados y a trabajar activamente para la justicia social y económica."
~ Justicia Económica para Todos: Fundamentos Católicos para la Actividad Económica

Estamos llamados a solidarizarnos con los pobres en este difícil momento. Juntos debemos trabajar para construir una sociedad justa. La llamada a hacer el bien, buscar lo que es justo, reconocer los derechos del oprimido, hacer la justicia al huérfano y abogar por la viuda[vii] se dirige a todos. Necesitamos la sabiduría, reflexión y acción de todos para contrarrestar la magnitud de la pobreza de hoy. También precisamos un nuevo liderazgo digno del reto de la crisis actual, «una nueva generación de laicos cristianos comprometidos»[viii] para buscar nuevas soluciones.

Como dijo Benedicto XVI: «Estad listos a poner en juego vuestra vida para iluminar el mundo con la verdad de Cristo; para responder con amor al odio y al desprecio de la vida; para proclamar la esperanza de Cristo resucitado en cada rincón de la tierra»[ix]. Con alegre seguridad, que esta invitación sea aceptada por todos.



[i] FRANCISCO, Audiencia General, Plaza de San Pedro, 1 de mayo de 2013

[ii] FRANCISCO, Santa Misa en el solemne inicio de pontificado, 19 de marzo de 2013

[iii] FRANCISCO, Homilía, Visita a Lampedusa, 08 de julio 2013

[iv] BENEDICTO XVI, Encíclica Caritas in veritate, n. 1

[v] Ibid n. 5

[vi] BENEDICTO XVI, Encíclica Deus caritas est, n. 28

[vii] Cf. Is1,17

[viii] BENEDICTO XVI, Homilía, Celebración Eucarística en el atrio del Santuario de Nuestra Señora de Bonaria, Cagliari, 7 de septiembre de 2008

[ix] BENEDICTO XVI, Mensaje a los Jóvenes del Mundo con Ocasión de la XXIII Jornada Mundial de la Juventud 2008


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Para reflexionar en la parroquia y en grupos pequeños:

1.  ¡Somos un pueblo de esperanza! En medio de estos tiempos económicos difíciles, ¿cómo se encuentra la esperanza?
2. ¿Cómo deberían el bautismo y la celebración de la Eucaristía llevar a un compromiso y una participación más intensa en el mundo?
3. ¿Cuáles aspectos de la visión católica de la vida económica te inspiran? ¿Cuáles te desafían?