Líderes católicos responden a la suspensión de la inmigración anunciada por la Administración con un llamado a la unidad en el esfuerzo por combatir COVID-19

En respuesta a la proclamación del presidente Trump que anunció un alto temporal a la inmigración, el arzobispo José H. Gomez, de Los Ángeles, presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos (USCCB), el obispo Mario E. Dorsonville, obispo auxiliar de Washington y presidente del Comité de Migración de la USCCB, y el Obispo Jaime Soto, de Sacramento, y presidente de la Junta de Directores de la Red Católica de Inmigración Legal, Inc. (CLINIC), emitieron la siguiente respuesta.

WASHINGTON – En respuesta a la proclamación del presidente Trump que anunció un alto temporal a la inmigración, el arzobispo José H. Gomez, de Los Ángeles, presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos (USCCB), el obispo Mario E. Dorsonville, obispo auxiliar de Washington y presidente del Comité de Migración de la USCCB, y el Obispo Jaime Soto, de Sacramento, y presidente de la Junta de Directores de la Red Católica de Inmigración Legal, Inc. (CLINIC), emitieron la siguiente respuesta:

“En este momento, nuestra humanidad común es más evidente que nunca. El virus es despiadado al aprovecharse de la vida humana; no conoce fronteras ni nacionalidad. El Papa Francisco nos enseña que para vivir estos tiempos necesitamos emplear y encarnar la ‘creatividad del amor’. Por el contrario, esta acción del presidente amenaza con alimentar la polarización y la animosidad. Si bien recibimos con agrado los esfuerzos para garantizar que todos los estadounidenses sean reconocidos por la dignidad de su trabajo, la crisis global causada por COVID-19 exige la unidad y la creatividad del amor, no más división e indiferencia de una mentalidad desechable. Hay poca evidencia de que los inmigrantes le quiten trabajos a los ciudadanos. Inmigrantes y ciudadanos juntos son socios para revivir la economía de la nación. Siempre debemos recordar que todos somos hijos e hijas de Dios unidos como una sola familia humana.

Estamos extremadamente preocupados al ver cómo esta proclamación impactará a las familias inmigrantes que buscan reunificarse, así como a los trabajadores religiosos. La decisión evita que ciertos familiares de inmigrantes se reúnan con sus seres queridos que viven en Estados Unidos. Además, prohíbe a los trabajadores religiosos que buscan venir a Estados Unidos, como residentes permanentes legales, apoyar el trabajo de nuestra Iglesia, así como de muchas otras religiones, en este momento. Sin duda, esto perjudicará a la Iglesia Católica y a otras denominaciones en Estados Unidos, disminuyendo su capacidad general para ministrar a los necesitados".

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