Carrera hacia una cultura de la vida

Mary Prentis

30 de enero de 2015

Los corredores necesitan resistencia para correr un maratón, y los atletas olímpicos entrenan incansablemente para competir en las Olimpiadas. Se necesita mucho trabajo y perseverancia para alcanzar metas más pequeñas que, con el tiempo, llevan a tener éxito en metas más grandes: como ganar el maratón o una medalla de oro.

Cada año, cerca del 22 de enero, defensores pro vida se reúnen para recordar la decisión de la corte que ha afectado innumerables vidas en los últimos 42 años. La semana pasada miles de defensores pro vida viajaron a la capital de nuestro país unidos en un esfuerzo por proteger la vida en todas sus etapas. Al igual que los corredores y atletas olímpicos que logran alcanzar pequeñas metas durante su entrenamiento, las multitudes y su entusiasmo nos inspiran y nos animan. Sin embargo, aunque ha pasado el aniversario de este año del caso Roe versus Wade, nuestra labor no ha terminado y es tan vital como siempre.

Como defensores pro vida, no hemos terminado de entrenarnos para nuestra carrera. Debemos continuar avanzando con amor en nuestro corazón y el deseo de causar un impacto significativo. La corriente de opinión está cambiando y la generación del milenio se presenta como la “generación pro vida”. Todos tenemos la responsabilidad de defender y proteger toda vida humana, desde su concepción hasta su muerte natural. ¡Qué emocionante es ver cómo esto se refleja en nuestra juventud!

Sin embargo la posición pro vida a menudo se malinterpreta, pensando que no muestra compasión hacia las madres ni se preocupa por los niños después de nacer. Esto es lamentable. Los líderes pro vida con quienes he interactuado son increíblemente cálidos, individuos sinceros que realmente valoran la santidad de toda vida humana en cada etapa. Quienes ven falta de compasión de parte de los defensores pro vida quizás no sean conscientes de los muchos recursos y cuidados compasivos disponibles para las mujeres que enfrentan embarazos no planeados.

Si no conoce la labor de los centros de crisis de embarazo, lo invito a que visite uno. Estos centros existen para ofrecer entornos comprensivos y útiles para las madres y familias que enfrentan un embarazo inesperado. Ofrecen suministros como pañales, ropa, fórmula, muebles y prácticamente cualquier cosa que las nuevas familias necesiten y quizás no puedan comprar. Muchos centros ofrecen clases de paternidad y habilidades para la vida que benefician no solo a la nueva madre sino a la familia como unidad. Muchos centros de crisis de embarazo también trabajan junto a centros de salud, ofreciendo ecografías gratuitas y demás asistencia médica necesaria. La mayoría de los centros depende solamente de voluntarios y donativos, por lo tanto si busca maneras de ayudar con la misión pro vida, puede ponerse en contacto con su centro local o su representante diocesano de respeto por la vida.

Sigamos defendiendo el hermoso regalo de la vida y siempre recordemos las gracias con las que Dios nos ha colmado: nuestra propia vida y la habilidad y el deseo de seguir luchando por el bien común. Sigamos entrenándonos para nuestra carrera, elevando juntos la voz y nunca dándonos por vencidos hasta que la vida en todas sus formas sea respetada y protegida.



Mary Prentis es asistente de personal para el Secretariado de Actividades Pro-Vida de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos. Para más información sobre las actividades pro-vida de los obispos, visite www.usccb.org/prolife.

Únase a los obispos en su llamado a la oración por la Vida, el Matrimonio y la Libertad Religiosa.
Visite www.usccb.org/reza o envíe el mensaje de texto AYUNA al 55000. ¡Únase al movimiento!