Comenzar de nuevo

Kimberly Baker

28 de marzo de 2014

La Cuaresma es un tiempo de purificación, de expiación –no en un sentido doloroso, sino de una manera refrescante. La participación en el sacramento de la Reconciliación lava la "suciedad" de nuestro pecado y nos abre el corazón para encontrar la misericordia de Dios y podamos comenzar con un "borrón y cuenta nueva". Cuando consideramos nuestro testimonio a favor de la vida, es útil reflexionar sobre el poder renovador de la misericordia de Dios en nuestra vida y cómo eso puede afectar a los demás.

La misericordia de Dios se extiende a cada persona y no tiene límites, siempre y cuando tengamos verdadera contrición. Cualesquiera que sean las circunstancias, no importa cuán grave sea el pecado –incluso algo tan serio como el aborto– Dios quiere sanar nuestro corazón y hacerlo nuevo; quiere llenarnos con su amor.

El Papa Francisco ofrece un testimonio muy sencillo de la misericordia de Dios con sus palabras y acciones. Nos dice: "Dios no se cansa nunca de perdonar; somos nosotros los que nos cansamos de acudir a su misericordia... Él nos permite levantar la cabeza y volver a empezar, con una ternura que nunca nos desilusiona y que siempre puede devolvernos la alegría" (Evangelii gaudium, no. 3).

En pocas palabras, la misericordia de Dios da vida. Conocer el perdón es sanador. Es liberador. Es renovador. La medida en que personalmente hemos vivido la misericordia de Dios afecta en gran medida la forma en que somos capaces de irradiar su misericordia a los demás –y la forma en que comunicamos el mensaje a favor de la vida.

En el Evangelio, un gran ejemplo de la misericordia de Dios se encuentra en la historia de la mujer que lava los pies de Jesús con sus lágrimas (Lc 7,36-50). Especialmente significativa: la mujer acude a Jesús con sus lágrimas. A sus pies, ella expresa pesar por su vida pasada y derrama su corazón. Ha interrumpido la cena de Jesús con los fariseos, pero él responde con dulzura. Los fariseos la consideran con desprecio, pero Jesús dice: "Yo digo que sus pecados, que son muchos, han sido perdonados, porque amó mucho..." (Lc 7,47). Luego le dice a la mujer directamente: "Tus pecados te quedan perdonados" (Lc 7,48). En conclusión, para que se sintiera cómoda y calmar su llanto, Jesús le dice: "Tu fe te ha salvado, vete en paz" (Lc 7,50).

Una vez que has sido tocado por la misericordia de Dios, entiendes su amabilidad y cariño y que siempre nos está llamando a estar más cerca de Él. Su impacto llega a lo más profundo de tu corazón y transforma tu vida. Te ves a ti mismo, y al mundo, con nuevos ojos. Te das cuenta de que eres preciado, que eres amado, que tu vida es sagrada a los ojos de Dios y que se preocupa por ti profundamente. Después de haber conocido tanta bondad y misericordia, deseas que otros conozcan la misma paz y alegría que tú has encontrado. Es imposible guardártelas para ti.

Cada uno de nosotros puede ser mensajero de la misericordia de Dios para el mundo, dondequiera que nos encontremos, con la gente que nos encontramos todos los días. Estar a favor de la vida no es solo defender la vida. Significa también ayudar a sanar y restaurar la vida que nos rodea. Porque vivimos en un mundo roto, donde las personas lloran pidiendo misericordia y no entienden lo que realmente significa ser amado.

Así que empecemos de nuevo, avanzando con esperanza y confianza en la misericordia de Dios. Que este tiempo de Cuaresma sea un tiempo de purificación para que cada uno de nosotros conozca el amor de Dios más profundamente, fortaleciendo nuestro corazón para que, a su vez, podamos compartir este amor con los demás. Vivamos el mensaje pro vida, en primer lugar, siendo mensajeros de la misericordia de Dios.
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Kimberly Baker es asistente ejecutiva del Secretariado de Actividades Pro Vida de la Conferencia de Obispos Católicos de EE.UU. Para obtener más información acerca de las actividades pro vida de los obispos, visite www.usccb.org/prolife.

Si tú o alguna persona que conoces ha sido afectada por un aborto, encuentra esperanza y ayuda en esperanzaposaborto.com o llama al 888-456-HOPE (4673).