Richard M. Doerflinger 

26 de febrero de 2016

Desde que California legalizó el suicidio asistido el año pasado para la gente diagnosticada con una enfermedad terminal, la antigua Hemlock Society –que ahora es una operación multimillonaria llamada "Compassion & Choices" o C&C [Compasión y Opciones] –se ha esforzado para que se aprueben leyes similares en otros estados. En el centro de esta campaña se encuentra Brittany Maynard, una atractiva paciente de 30 años de edad que se mudó a Oregon para poder obtener una sobredosis letal recetada por un médico. Su esposo es ahora un portavoz pagado por C&C.

Hace poco el estado de Oregon publicó sus cifras sobre las muertes a causa del suicidio asistido en 2015, lo que indica cómo la descripción de C&C se compara con la realidad.

Los suicidios aprobados por el estado siguen aumentando en Oregon. Hubo 105 muertes en 2014 (44 % más que el año anterior) y 132 en 2015 (otro 26 % más). En cada uno de estos años, un solo paciente era menor de 35 años (este debe haber sido el caso de la Sra. Maynard en 2014). El año pasado, el 78 % de las personas que obtuvo drogas letales tenía 65 o más años, con un promedio de 73 años de edad. La mayoría pertenecía al sexo femenino; la mayoría no tenía seguro médico, o solo tenía el seguro del gobierno; la mayoría no tenía un cónyuge o concubino vivo. A más del 96 % no se le realizó una evaluación psicológica para comprobar la presencia de depresión u otras afecciones que pueden generar pensamientos suicidas.

C&C presenta su plan como una bendición para las personas autónomas que viven bajo sus propias reglas y desean dejar la vida de la misma manera y evitar un dolor intratable. La realidad general es diferente. Al preguntarles a los pacientes por qué obtenían una sobredosis letal, el 96% dijo que sentía que no podía participar de actividades que hacen que la vida sea placentera; casi la misma cantidad dijo que estaba perdiendo su autonomía o su dignidad; aproximadamente la mitad dijo que se había convertido en una "carga" para su familia o cuidadores. Menos del 30% citó estar preocupado por el dolor. Por cierto, el 90% murió en un hogar privado (su casa o la casa de algún pariente o amigo), lo que permite llegar a concluir para quién eran una "carga" y quién estaba presente para "asistir" su última acción. En el 79% de los casos no hubo un profesional de la salud presente.

Este perfil debería ser espeluznantemente familiar para los expertos en materia de salud pública: el mismo describe a la gente más en riesgo de sufrir maltrato de los ancianos. Una revisión del artículo "Maltrato de los ancianos" publicada el 13 de noviembre de 2015 en el New England Journal of Medicine estima que aproximadamente el 10% de las personas mayores es víctima e indica que la explotación económica de los mayores es "prácticamente una epidemia". El grupo más vulnerable está compuesto por las mujeres de entre 65 y 74 que viven con personas que no son sus cónyuges, que tienen ingresos bajos y que se sienten aisladas o sin apoyo social. Básicamente, Oregon ha provisto una manera "segura y legal" (es decir, segura para los victimarios) de practicar y encubrir el maltrato de los ancianos más extremo. El único informe está en manos del médico que receta las drogas (quien luego se aparta de la situación) y las muertes son registradas como causadas por la enfermedad de la persona.

Una pregunta demográfica más: ¿qué grupo etario en Estados Unidos es el que menos apoya la legalización del suicidio asistido? En muchas encuestas son las personas que tienen 65 años de edad o más. En una encuesta nacional encargada por la conferencia de obispos católicos de EE. UU. en 2014, por ejemplo, solo el 46 % de los mayores estaba a favor de esta idea. El apoyo más fuerte (60 %) provenía de sus hijos adultos, de entre 35 y 44 años de edad, la "generación sandwich" que ahora a menudo está a cargo de sus hijos y de sus padres.  

Resulta tentador, para quienes se encuentran en esta situación y no tienen una brújula moral, pensar que el suicidio asistido es un nuevo tipo de "libertad" para los padres.

Hace dieciocho años, Derek Humphry, el fundador de Hemlock, escribió en su libro Freedom to Die [Libertad para morir] que "en el análisis final, la economía, y no la búsqueda de mayores libertades individuales o una mayor autonomía, hará que el suicidio asistido se convierta en una práctica aceptable". C&C desea que este aspecto de su plan pase desapercibido. El resto de nosotros, en especial las personas mayores, necesita abrir los ojos y ver más allá de la fachada.

Para más información de la ley en Oregon, visite, visite www.goo.gl/7tSrR5.


El Sr. Doerflinger, que ahora cumple 63 años, es subdirector del Secretariado de Actividades Pro Vida de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos. Para más información sobre los esfuerzos pro vida de los obispos, visite www.usccb.org/prolife.