Tom Grenchik

28 de julio de 2017

La reciente Convocatoria de Líderes Católicos: La alegría del Evangelio en América fue una reunión sin precedentes. Encabezada por 155 obispos, más de 3200 líderes católicos concurrieron desde 159 diócesis y más de 200 organizaciones, apostolados y movimientos católicos nacionales. Inspirada por Evangelii gaudium, la Convocatoria dio herramientas y revitalizó a los líderes para compartir el Evangelio como discípulos misioneros.

Un momento especial creó el entorno para conversaciones francas durante toda la Convocatoria ―la noche del domingo de adoración y reflexión: "Encuentro con Jesús, sanador de heridas y fuente de misericordia".

Para introducir la reflexión el Obispo Daniel Flores de Brownsville, Texas dijo: "Nos detenemos para orar y reflexionar juntos sobre nuestras heridas y las maneras en que nosotros, como individuos y como Iglesia, hemos participado en las heridas de los demás o no hemos hecho nada para que no suceda". Cardenal Seán O'Malley de Boston encabezó la devoción, que incluía una Letanía de los Dolores basada en las cinco heridas de Cristo. Se abordaron cinco áreas específicas.

El escándalo del acoso sexual por parte de sacerdotes

El Obispo Flores rezó a Jesús, sanador de heridas y fuente de misericordia: "Te imploramos que sanes el corazón de todos los que han sido heridos por el mal del acoso sexual, en especial dentro de la Iglesia. Rezamos para que tu Divina Misericordia lleve al arrepentimiento a quienes, de alguna manera, contribuyeron con este mal por medio de sus acciones o inacciones. Haz que la Iglesia reconozca su falta de protección a los niños en el pasado y la pérdida de confianza resultante. Que nunca más olvidemos nuestra responsabilidad de proteger a los niños al cuidado de la Iglesia".

La falta de respeto por la dignidad humana

Uno de los afroamericanos presente rezó para que exista respeto profundo por la dignidad de toda vida humana: "Despierta en nosotros el reconocimiento de las muchas maneras por la cual la dignidad humana es amenazada con el aborto y el suicidio asistido, en el corredor de la muerte, en hogares agresivos, y con la discriminación racial o étnica".

Menosprecio egoísta del bien común

Un joven refugiado rezó para que Jesús nos limpie del menosprecio hacia los demás: "Ayúdanos a promover la paz en lugares azotados por la guerra, a ayudar a refugiados, a buscar justicia para los pobres que sufren todos los días por la falta de un techo, por el hambre y la falta de esperanza, y a proteger la belleza de tu Creación que nos preserva a todos".

El sufrimiento por participar en un aborto

Un director diocesano del Proyecto Raquel ofreció la intención para los millones de mujeres y hombres en nuestra Nación heridos por su participación en abortos: "Ayúdanos como Iglesia a reconocer el dolor particular que el aborto causa en las personas, las familias y nuestra sociedad".

La herida que hemos ocasionado a otros en forma individual

Un dirigente de National Catholic Partnership on Disability rezó a Jesús para que nos ayude a reconocer todas las heridas que hemos infligido a nosotros mismos y a los demás por nuestros pensamientos, palabras, obras, inacción o las veces que excluimos a los demás: "Concédenos la gracia de arrepentirnos sinceramente de nuestros pecados. Cólmanos con tu amor y misericordia desbordantes que nos permitirá servir como tus manos amorosas y discípulos fieles que proclaman tu Evangelio por todo el mundo con un gran gozo".

Por los pecados cometidos y los pecados por omisión, desde excluir a las personas por racismo, desde el acoso sexual a no abordar la violencia doméstica, desde el aborto a dar la espalda a los que vemos como inconveniencias, como dice la letanía, tuvimos que comenzar la Convocatoria reconociendo nuestras faltas y buscando el perdón. Afortunadamente, hubo muchas oportunidades para el Sacramento de la Confesión durante todo el transcurso de la Convocatoria.

Esa gracia y el amor rebosante de Jesús, sanador de heridas y fuente de misericordia, marcó una gran diferencia en hacer de la Convocatoria un momento auténtico de sanación para la Iglesia en Estados Unidos.


Tom Grenchik es director ejecutivo del Secretariado de Actividades Pro Vida de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos. Para más información acerca de las actividades pro vida de los obispos, vea: www.usccb.org/prolife