La Lógica Retorcida de Hemlock

Richard M. Doerflinger

24 de junio de 2011

El 16 de junio, los obispos católicos de Estados Unidos aprobaron su primera declaración de política enfocada en el suicidio asistido por un médico, To Live Each Day with Dignity [Vivir cada día dignamente]. Esto dio lugar a una respuesta del grupo anteriormente conocido como Hemlock Society [Sociedad de la Cicuta], que ahora utiliza el eufemismo "Compassion & Choices" (C&C) [Compasión y Opciones].

El título del blog de la presidenta de C&C Barbara Coombs Lee, "Dogma vs. Dignidad", resume su argumento muy bien: El suicidio asistido (aunque ella se niega a llamarlo así) ha demostrado que está al servicio de la libertad y dignidad de los pacientes gravemente enfermos en Oregón; C&C promueve "la atención paliativa integral" que incluye esta opción; y la única objeción que queda es el dogma religioso, ilustrado por la insistencia de los obispos de que "una autoridad religiosa" puede "desautorizar las decisiones más personales de los individuos de cualquier fe".

Está explicación es, podríamos decir, incorrecta en casi todo.

En primer lugar, si se lee la declaración de los obispos se encontrará que sus argumentos claves no son teológicos, y sus afirmaciones están respaldadas por boletines informativos que citan fuentes seculares respetadas (www.usccb.org/toliveeachday). Estas preocupaciones generales se comparten extensamente, como una reciente encuesta de Gallup que encontró que el 48% de los estadounidenses creen que el suicidio asistido por un médico es moralmente malo (con un 45% que lo ve como moralmente aceptable).

En segundo lugar, ningún debate de atención paliativa puede ignorar el papel que han desempeñado durante siglos los hospitales, hospicios, doctores y enfermeras católicos al dar apoyo compasivo y alivio del sufrimiento para los pacientes gravemente enfermos. La idea de una sobredosis de una droga letal como "medicina" es aquí la reciente y no bienvenida intromisión, la cual amenaza con socavar el compromiso de la sociedad de cuidar a los que no pueden curarse.

Tercero, ¿y qué de la afirmación de C&C de que la ley de suicidio asistido de Oregón no "lastima a nadie", y que "consuela a muchos"? Pues, eso supone que para las 65 personas de Oregón que recibieron la dosis letal el año pasado, la muerte no fue un "daño" porque vidas como la de ellos carece de valor. Los entusiastas del suicidio en C&C hacen alarde de que participaron en el 97% de los casos; solamente uno de los 65 tuvo alguna evaluación para comprobar si tenía una depresión tratable. Todos los informes los realiza el médico mismo, por lo general uno que selecciona C&C. ¿Luce esto como libertad y dignidad o es más bien un sistema cerrado para fomentar la muerte? Lo que dice a las personas con condiciones similares es evidente: para usted, también, la muerte que un doctor le prescribe no es un daño. Si usted no desea suicidarse, ¿por qué no? Este mensaje no es consolador, sino alarmante para muchas personas con enfermedades y discapacidades.

Coombs Lee mostró su plena comprensión de la "compasión y opciones" en 2008, cuando Barbara Wagner y otros enfermos de cáncer recibieron una carta escalofriante del Plan de salud de Oregón: El programa para racionar la atención de la salud del estado no financiaría el tratamiento que recomendaban sus doctores que podría extenderles la vida, pero sí pagaría lo que C&C de manera encantadora llama "medicamento para terminar la vida". Coombs Lee, una ex "ejecutiva de atención controlada", defendió la política: Después de todo, dijo, el estado no puede afrontar tratamientos "triviales", aquellos que ofrecen poca posibilidad de "5 años de supervivencia".

Pero si la atención de la salud es para sobrevivir, ¿eso no significaría lógicamente no financiar medicamentos que le quiten la vida a una persona? Ah, pero los pacientes que se quitan la vida ahorran dinero. Ahora entiendo la lógica.

Una ley como la de Oregón no tiene que ver con la compasión ni con las opciones, no para los pacientes como Barbara Wagner, en todo caso. Lo que muestran es que el gobierno desestima el valor inherente de algunas personas. No es necesario ser católico para preocuparse por eso. De hecho, si no está preocupado, tal vez esté apoyando una actitud dogmática.


Richard Doerflinger es director adjunto del Secretariado de Actividades Pro-Vida de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos. Vea la nueva declaración de los obispos y materiales relacionados en www.usccb.org/toliveeachday.