Deirdre A. McQuade

8 de abril de 2016

Para alegría de los defensores del aborto, la Administración de Medicamentos y Alimentos de EE. UU. ha ampliado sus directrices sobre uso del poderoso medicamento abortivo, RU-486/mifepristona, que se comercializa bajo el nombre de "Mifeprex". Ahora puede usarse oficialmente hasta los 70 días posteriores a la gestación, en vez de 49. Además, si la ley estatal lo permite, puede ser administrado por no médicos, incluso enfermeros profesionales y asistentes médicos.

Reflexionemos por un momento: setenta días. Eso significa que, ya que la concepción tiene lugar alrededor de dos semanas después del último período de la mujer, el niño en su vientre podría tener ocho semanas de desarrollo. Eso significa que han pasado tres cuartos del primer trimestre. En ese momento, el corazón del bebé ha estado latiendo por cinco semanas y ha crecido hasta llegar a la pulgada y media de largo. Sus brazos se doblan en los codos, se han formado los dedos de los pies y posee todos los órganos que tendrá en la vida adulta Este medicamento obviamente no es la "píldora del día después", aunque a menudo se los confunda entre sí.  Es la píldora "de los setenta días después" para destruir a un ser humano inocente que está en desarrollo.

¿De qué manera este medicamento causa un aborto químico? Mifeprex primero impide que el niño en desarrollo reciba los nutrientes necesarios para alimentarse. Pero el uso de ese medicamento solo puede llevar a abortos "incompletos", lo que pone a la mujer en riesgo de sufrir infecciones graves. Por lo tanto, se usa el Misoprostol para inducir las contracciones, expulsar al niño en desarrollo y así "completar" el aborto. Si esa combinación de medicamentos no "funciona", entonces la madre debe realizarse un segundo aborto, esta vez quirúrgico. La experiencia sugiere que esto a menudo se realiza cuando los medicamentos se tomaron después de los 49 días, como indican ahora las directrices.

Puede llevar días para que el aborto químico termine su letal obra. Dependiendo de lo avanzado del embarazo, la mujer puede sangrar profusamente, expulsando a su diminuto hijo no nato en el hogar u otro lugar sin atención médica. Algunas incluso podrán ver o tomar a su pequeño, aunque reconocible, hijo. ¿Quién apoya física, emocional y espiritualmente a las mujeres que enfrentan la realidad de que un "aborto médico" es más complicado de lo que parecía?

¿Y si se arrepienten de su decisión? ¿Pueden revertir la situación? Aunque no existen garantías, en algunos casos la situación se puede revertir después de la medicación. Pero el tiempo es clave, y no todo médico está capacitado para salvar la vida del bebé.

La gran mayoría de los médicos no realiza abortos quirúrgicos. Lamentablemente, muchos están dispuestos a administrar Mifeprex porque resulta menos trabajoso para ellos. Los defensores del aborto reciben de buen grado este "efecto secundario" del nuevo protocolo. "Lejos de desear que los abortos sean 'una excepción', los defensores del aborto celebran este uso ampliado como una rendija en la puerta del aborto, que se abre cada vez más", sostiene el cardenal Timothy Dolan, presidente del Comité de Actividades Pro-vida de los obispos de los EE. UU.

Debido a la acción de la Administración de Medicamentos y Alimentos, más niños inocentes morirán, y más mujeres y niñas sufrirán traumas y pérdidas. Debemos contarles a las mujeres y a los hombres la verdad sobre los abortos provocados por Mifeprex. A quienes estén pensando en realizarse uno, debemos mostrarles la infinitamente mejor opción de cuidar de la madre y del niño. A quienes estén luchando con abortos químicos o quirúrgicos pasados, debemos escucharlos con compasión y darles información sobre el ministerio de sanación pos aborto de la Iglesia, el Proyecto Raquel. De estas maneras, podemos ayudar a salvar vidas y mostrar la misericordia de Dios en acción.

                                                                       



Deirdre A. McQuade es directora asistente de las comunicaciones pro vida en el Secretariado de Actividades Pro-Vida de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos.