Greg Schleppenbach

26 de agosto de 2016

En su novela de fines del siglo XIX, La isla del doctor Moreau, H.G. Wells relata una escalofriante trama futurista sobre un doctor en una isla del Pacífico que realiza espeluznantes experimentos para convertir animales en seres humanos. 

Aunque el mundo del Dr. Moreau parezca alejado por ahora, los Institutos Nacionales de la Salud (NIH, sigla en inglés), una agencia de investigación con financiamiento federal, desea comenzar a financiar la investigación de quimeras humano-animales, lo que podría llevarnos en esa dirección. 

El 4 de agosto de 2016, NIH anunció que comenzará a gastar los dólares de los contribuyentes en la creación y manipulación de nuevos seres cuya mismísima existencia borra la línea entre humanos y animales. No estamos hablando de usar la válvula del corazón de un cerdo para curar un corazón humano. Ni estamos hablando de hacer crecer tumores cancerígenos humanos en ratones para estudiar los procesos de la enfermedad. Estas prácticas no controversiales se han realizado durante décadas y no presentan ningún problema ético de peso.

La investigación que NIH desea financiar es principalmente diferente y éticamente problemática por diversas razones. En primer lugar, se basa en matar a seres humanos en su estadio embrionario para cosechar sus células madre. En segundo lugar, implica la producción de animales que podrían tener cerebros en parte humanos o completamente humanos. En tercer lugar, implica la producción de animales que podrían tener esperma u óvulos humanos (con la estipulación de que se tomarán precauciones para que dichos animales no puedan procrear). 

En último lugar, introducir células madre de embriones humanos en embriones animales incipientes volverá muy difícil saber hasta qué punto las células humanas contribuyen al organismo final. Este es otro problema moral clave de la propuesta de NIH: si los investigadores no pueden estar seguros de si el ser resultante tiene características humanas o estatus humano, no sabrán cuáles son las obligaciones morales con dicho ser. 

Además, NIH propone trascender este grave límite ético aparentemente sin haber reflexionado, o habiendo reflexionado muy poco, sobre las implicaciones éticas y morales. Cuando NIH publicó una moratoria para financiar la investigación de quimeras humano-animales el pasado septiembre, prometió "poner en marcha un proceso deliberativo para evaluar el estado de la ciencia en esta área, las cuestiones éticas que deben considerarse y las preocupaciones pertinentes sobre el bienestar animal asociado con estos tipos de estudios" (énfasis añadido). 

Sin embargo, al anunciar su intención de rescindir la moratoria el 4 de agosto de 2016, NIH mencionó haber realizado solamente un taller, en noviembre de 2015, para "revisar el estado de la ciencia y dialogar sobre temas relacionados con el bienestar animal". No mencionó nada sobre diálogos sobre las "cuestiones éticas" relativas a la creación y manipulación de animales en parte humanos.

El público necesita contactar el NIH y objetardecididamente al uso de nuestros dólares tributarios para esta investigación que carece de ética. Pero necesitamos hacerlo rápidamente. El NIH solo tiene 30 días para comentarios. La fecha límite es el martes 6 de septiembre. Para ver ejemplos de comentarios e instrucciones sobre cómo enviarlos, visite la página digital de los obispos Human Life Action center (goo.gl/DISFOA) [solo en inglés].


Greg Schleppenbach es subdirector del Secretariado de Actividades Pro Vida de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos. Para más información sobre las actividades pro vida de los obispos, visite: www.usccb.org/prolife.