Saliendo de mi burbuja pro vida


Mary McClusky

               

23 de mayo de 2014


Mi esposo y yo acabábamos de celebrar el aniversario de dos años de comprar nuestro primer hogar pero seguíamos recibiendo el correo de los dueños anteriores. Al leer la carta para recaudar fondos de Planned Parenthood quejándose de que el acceso restringido al aborto es una “carga excesiva” para las mujeres, susurré: “¿Qué hay de la carga de la muerte de los bebés y sus pobres madres?”. Sentí cierta satisfacción rompiendo la solicitud de dinero y tirándola a la basura.

Pero después de leer el reciente discurso del Papa Francisco a varios poderosos funcionarios de Naciones Unidas, comprendí que necesito pasar más tiempo compartiendo y proclamando la verdad sobre el derecho a la vida con quienes están en contra, en vez de quejarme y refunfuñar. Al hablar ante varios poderosos funcionarios de Naciones Unidas, muchos de los cuales promueven el aborto como la solución a la pobreza mundial, el Papa Francisco les recordó que la vida de cada uno de nuestros hermanos y hermanas “es sagrada e inviolable desde la concepción hasta el fin natural”. Desafió a los ejecutivos para que trabajaran hacia el desarrollo mundial de metas de desarrollo mientras se oponen a la “‘economía de la exclusión’, a la ‘cultura del descarte’ y a la “cultura de la muerte”, que, por desgracia, podrían llegar a convertirse en una mentalidad pasivamente aceptada.” El Papa Francisco también desafió a los funcionarios de la ONU a compartir con generosidad “los bienes que la providencia divina ha puesto en nuestras manos, tanto las riquezas materiales como las de la inteligencia y del espíritu, y a restituir con generosidad y abundancia lo que injustamente podemos haber antes negado a los demás.”

Como suele suceder, sin importar a quién se dirige, sentí que el Papa Francisco estaba hablándome a mí. Comprendí que me estaba volviendo complaciente, en parte porque mi tarea pro vida de tiempo completo no implica la interacción directa con quienes aceptan el aborto. Era fácil romper correspondencia que no estaba dirigida a mí pero ¿cuántas veces he respondido directa y valientemente con caridad a quienes atacan la vida humana? ¿Estaba sacrificando suficiente tiempo libre y energía para dar a los demás lo que les corresponde, como dijo el Papa Francisco, y “de manera generosa y abundante”, compartir la verdad sobre el hermoso don de la vida de Dios con quienes me rodean?

En las situaciones cotidianas, a menudo el miedo me impide expresar las verdades de mi fe católica. Es hora de salir de mi comodidad y de mi “burbuja” católica.

Nos resulta tentador pensar “soy solo una persona” y que hablar más a menudo no cambiará realmente nada. Pero ¿qué sucede si los comentarios desafiantes, aunque de amor, que deseo escribir en respuesta a la siguiente carta para recaudar fondos de Planned Parenthood plantan una semilla en la mentalidad de quien la lee?

La autocomplacencia, el silencio y la inacción nunca deben ser opciones. No cuando vivimos en un país donde la “experiencia intencional de muerte”, como la llama el Dr. Vince Rue, de un niño indefenso en el vientre es legal en los nueve meses de embarazo por casi cualquier razón. No cuando los niños son destruidos y los corazones de sus madres, padres, abuelos y otros miembros de la familia son rotos y heridos.

Por lo tanto me comprometo a recordar y repetir la experiencia positiva de un vuelo de avión que tomé hace muchos años. Había superado mi miedo a la confrontación y resistí la tentación de decirle a mi compañero de asiento simplemente que trabajo para una “asociación educativa sin fines de lucro”. Me sorprendió gratamente que me dijera que valoraba y admiraba mi trabajo pro vida. Y juro recordar el valor del Papa Francisco ante la ONU. Que su ejemplo nos inspire con la valentía de poner todo, incluso nuestros valores pro vida, como dice el Papa Francisco, “al servicio de los demás”.



Mary McClusky es directora adjunta en el Secretariado de Actividades Pro-Vida de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos. Para más información sobre las actividades pro vida de los obispos, visite www.usccb.org/prolife.

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