Mary McClusky

15 de diciembre de 2017

Aúnpuedo ver las mediecitas rosas. Y cajas y cajas de pañales. Sobre todo, recuerdo la calidez y alegría del personal mientras recorría el Centro de Ayuda a Embarazadas Sta. Gianna Molla en el centro de Buffalo, Nueva York. El amor y dedicación de ellos brillaban con fuerza en toda palabra y sonrisa. Qué tragedia que su servicio a las mujeres, niños y familias corra un gran peligro este febrero, cuando la Corte Suprema vea NIFLA vs. Becerra, un caso que tiene ramificaciones en toda la nación.

La Corte Suprema escuchará argumentos a favor y en contra de la así llamada "Acta FACT de la Reproducción" de California. Esta ley obliga a los centros médicos de apoyo durante el embarazo, en contradicción directa de su misión y creencia, a brindar información a clientes sobre abortos financiados públicamente. Un grupo nacional de defensa a los centros de recursos para el embarazo, el National Institute of Family Life Advocates (NIFLA), cuestiona la ley, argumentando que viola los derechos de los centros a la libertad de expresión y el libre ejercicio de la religión.

Esas leyes injustas socaban la capacidad de la Iglesia y su gente a brindar atención pastoral: la ayuda espiritual y material que los obispos estadounidenses denomina "una de las formas esenciales en que la Iglesia expresa su amor por todos los hijos de Dios" (Plan pastoral para actividades provida de la USCCB, 2001). Los obispos de EE. UU. consideran los servicios de apoyo durante el embarazo como una parte esencial para llegar a las mujeres vulnerables al aborto. Muchas mujeres se sienten presionadas a abortar. Un centro de ayuda a embarazadas puede ser el único medio de apoyo emocional, material o financiero para una mujer. Muchos centros brindan servicios médicos, ayudando a mujeres que de otro modo les resultaría difícil o imposible obtener atención médica de alta calidad para ellas y sus hijos por nacer.

Leyes como "el Acta FACT" de California ponen una carga importante sobre quienes sirven, y amenazan el bienestar de los miles de mujeres, niños y familias que se benefician de la atención médica y apoyo al embarazo.

Hay 3,042 centros de ayuda a embarazadas fijos o móviles en todo el país. Tal vez tú, o alguien que conozcas, se encuentran entre las personas compasivas que sirven en uno de esos centros. Tal vez conozcas a alguien que se ha beneficiado de esa ayuda. Según una investigación de Charlotte Lozier Institute (CLI), 1.9 millones de mujeres recibieron apoyo al embarazo o educación de parte de centros de ayuda a embarazadas en 2011. Ese mismo año, se brindaron 230,000 ultrasonidos a un costo menor o sin costo alguno para mujeres, financiados con fondos privados.

¡Qué trágico sería si esta ley injusta, intolerante y antiestadounidense prospera! En una cultura que a menudo da mensajes negativos sobre la paternidad, es importante que quienes ofrecen apoyo y atención médica a mujeres embarazadas conserven el derecho a la atención y celebren el don de la nueva vida.

Disemina la palabra sobre la grave situación de los centros de cuidado de embarazadas. Esos ataques al trabajo abnegado de cuidar a la gente no son nuevos, ni disminuirán. Reza por un final a los ataques a la libertad de centros de cuidado de embarazadas para servir a mujeres y sus hijos.



Mary McClusky es directora adjunta del Desarrollo del Ministerio del Proyecto Raquel en el Secretariado de Actividades Pro-Vida de la Conferencia de obispos católicos de los EE. UU. Para recibir ayuda confidencial después de un aborto, visite www.hopeafterabortion.org o www.esperanzaposaborto.org.