Somos necesarios

Anne McGuire

17 de agosto de 2012


Reflexionar acerca de la falta de consideración por la vida humana puede resultar desalentador e incluso abrumador. Sería fácil ceder ante la desesperanza cuando reconocemos nuestros propios límites frente a los problemas inmensos de nuestra sociedad. Después de todo, ¿qué diferencia realmente puede marcar una persona?

Nellie Gray, la principal fundadora de la anual Marcha por la Vida, falleció durante el fin de semana del 12 de agosto. Lloraron su muerte aquellas personas cuya vida ella afectó en el movimiento pro vida.  Pero en su muerte, estamos invitados a reflexionar sobre el trabajo que el Señor puede realizar por medio de cada persona.

La Marcha por la Vida es un momento único para reunirse con cientos de miles de otras personas que valoran la dignidad del niño en el seno materno. Es un momento para que la presencia y entusiasmo mutuos nos fortalezcan. Es un momento para recordar que no estamos solos en nuestro deseo de promover la santidad de la vida. Y por tanto, al poder ser agradecidos por esta solidaridad con muchas otras personas cada año, también podemos estar agradecidos por recordar que una persona puede tener un impacto tan grande.

El testimonio de los esfuerzos de Nellie inspiran la pregunta: “¿De qué manera puedo también promover el respeto por la santidad de cada vida humana?”. A pesar de que la Marcha por la Vida ocurre solo una vez al año, el trabajo del cual es parte continúa cada día. Abundan los ejemplos de quienes reconocen y trabajan para promover el respeto por la vida.

Dos ejemplos de esto son la hermana Paula Vandegaer, SSS, y Vincent Rue, PhD, quienes recibieron los galardones People of Life del Secretariado de Actividades Pro-Vida de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos a principios de agosto en reconocimiento de su admirable dedicación a la causa pro vida. Con esfuerzos tan admirables, que van desde la fundación de comunidades de apoyo centradas en Cristo para mujeres vulnerables al aborto y sus familias, al tratamiento de hombres y mujeres traumatizados a causa del aborto, los dos galardonados son testigos excepcionales de seguir la guía del Señor en su vida.

Cuando vemos a personas con tal compromiso, es bueno reconocer algo en la manera en que viven que nos inspira a vivir de una manera similar. No significa que debamos necesariamente perseguir los mismos esfuerzos específicos. Sino que reconocemos que el Señor tiene un plan para cada uno de nosotros, el cual Él nos invita a seguir buscando en oración los deseos que pone en nuestro corazón. Como dijo el Papa Benedicto XVI en su primera homilía papal en el año 2005: “No somos el producto casual y sin sentido de la evolución. Cada uno de nosotros es el fruto de un pensamiento de Dios. Cada uno de nosotros es querido, cada uno es amado, cada uno es necesario”.

Al ver a cada persona ante nosotros en esta luz, y al amar a cada persona con el corazón de Cristo, vivimos de una manera que reconoce el valor de cada persona. Al darnos cuenta de que nos sostienen las manos del Padre, y de que tiene un plan para nuestra vida, somos libres de seguirlo a donde nos lleva. A veces eso significa ayudar a fundar o mantener la Marcha por la Vida, centros de atención a embarazadas, o un instituto para la sanación después de la pérdida de un embarazo. A veces significa tomarse veinte minutos para escuchar con compasión las luchas de su hija adolescente, a pesar de la apretada agenda del día. En esta vida, tal vez apenas conozcamos las maneras en que el Señor obra por medio nuestro. Pero al permanecer abiertos a Su gracia, Le permitimos que nos utilice para construir una cultura de la vida.

Que siempre recordemos que Él es más grande que cualquier amenaza que aqueja a nuestra sociedad. Él ya ganó la victoria.



Anne McGuire es asistente ejecutiva para el Secretariado de Actividades Pro-Vida de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos. Para saber más sobre los esfuerzos de los obispos con respecto a la libertad religiosa y los derechos de conciencia, visite www.usccb.org/conscience.