Mary McClusky



17 de Julio de 2015

Quizás hayaescuchado, o incluso visto, el espantoso video protagonizado por la directora de Planned Parenthood. (Advertencia: la siguiente descripción es gráfica y puede traumatizar nuevamente a quienes han sufrido a causa de un aborto). La directora médica almuerza con vino mientras describe la venta de órganos y partes del cuerpo de bebés abortados a compañías que los compran para realizar investigaciones. Incluso describe cómo su plantel médico se encarga de realizar abortos de manera que evite dañar las partes deseadas, como el hígado, el corazón o el cráneo del niño. La directora médica nunca asegura a sus compañeros de mesa que la madre y el niño son tomados en cuenta, ni que consultan con la madre sobre los cambios en el procedimiento del aborto para poder extraer ciertos órganos. En Planned Parenthood, una conversación sobre el aborto es prácticamente un diálogo comercial.

Aunque esta noticia sea escandalosa y aterradora, la conducta del personal de Planned Parenthood es simplemente una extensión del daño cotidiano que causan a las mujeres y de la destrucción de bebés no natos que tiene lugar en sus centros en todo el país. No solo sus atrocidades dignas de titulares destruyen la vida, sino que la filosofía "todo sigue igual" de Planned Parenthood en las comunidades de la nación hiere a las mujeres y mata a bebés, divide familias y corrompe nuestra cultura.

Planned Parenthood es el proveedor más grande de abortos del país. Algunos piensan que sus servicios principales son la educación sexual y los servicios de salud, pero más de un tercio de sus ingresos se debe a los abortos. En los últimos años, han aumentado su venta de abortos y ahora realizan un tercio de todos los abortos del país. Como parte de su estrategia para aumentar la cantidad de abortos, han disminuido la provisión de otros servicios como cuidados prenatales y detección de cáncer. La organización nacional insistió en que todos los afiliados ofrecieran abortos para 2013 y han abierto 19 "mega-centros" en la última década.

Todo esto está financiado en parte por millones de dólares anuales de los contribuyentes, un promedio de $536 millones en los últimos cuatro años. Los obispos de EE. UU. han pedido que los fondos que se conceden a organizaciones que realizan abortos sean recanalizados para cubrir las necesidades de los pobres, incluyendo a las madres que enfrentan un embarazo no esperado y sienten que por su falta de recursos su única opción es el aborto.

Aun en el caso de que las investigaciones sobre las atrocidades recientemente descubiertas de Planned Parenthood tengan como resultado una pequeña multa al gigante de los abortos, hay mucho que podemos hacer personalmente. Se puede rezar y ayunar para ponerle fin al aborto y pedir por la conversión y sanación de quienes realizan, facilitan o defienden los abortos. Puede ponerse en contacto con su congresista para instarlo a que prohíba que se financien abortos con el dinero de los contribuyentes. Esté atento a cualquier actividad local de Planned Parenthood, en especial sus esfuerzos en las ferias escolares y sanitarias para promover la actividad sexual sin límites entre los niños. Los negocios locales pueden ser instados a frenar el financiamiento de los proveedores de abortos. Escriba cartas al editor sobre el aborto en su comunidad. Esfuerzos como estos pueden arrojar la luz de la verdad sobre la oscuridad del negocio del aborto y ayudar a despertar conciencia de que las mujeres, los niños y sus familias necesitan más que nada compasión, amor y apoyo.


Mary McClusky es directora adjunta del Desarrollo del Ministerio del Proyecto Raquel en el Secretariado de Actividades Pro-Vida de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos. Para más información sobre cómo recibir ayuda después de un aborto, visite www.esperanzaposaborto.com
(para la versión en inglés, visite: www.hopeafterabortion.com).


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