Deirdre A. McQuade

27 de febrero de 2015

Quienes buscamos fomentar una cultura de la vida seguimos los pasos de compasivos gigantes. Son las personas comunes y corrientes que, incluso antes de que el veredicto de Roe versus Wade legalizara el aborto, respondieron con extraordinaria generosidad para defender a nuestros hermanos y hermanas más indefensos.

El Dr. John (“Jack”) C. Willke, fue uno de esos gigantes. Murió el 20 de febrero de 2015 a los 89 años y había perdido su esposa de casi 65 años, Barbara, dos años antes. Ellos criaron a su familia de seis hijos en Ohio y tienen 22 nietos y tres bisnietos.
 
Jack y Barbara, que formaban una pareja inseparable, trabajaron con urgencia por más de 40 años para demostrar la maravilla de la vida humana creciendo en el vientre y proclamar la verdad sobre la crueldad del aborto. El Dr. Willke se jubiló de su profesión para dedicarse a sus esfuerzos pro vida a tiempo completo en 1988. Barbara también tenía conocimientos médicos ya que había sido enfermera. Sus materiales educativos, charlas y presentaciones en los medios despertaron la conciencia del público y cultivaron a una generación entera para que luche contra el aborto. Su alcance también fue internacional. Hablaron juntos en 64 países y el Manual sobre el aborto (uno de doce libros que escribieron) fue traducido a más de treinta idiomas y vendió aproximadamente 1.5 millones de copias en todo el mundo.

En 1997, tan solo dos años después de la hermosa encíclica de San Juan Pablo II, Evangelium Vitae, los Willke co-escribieron ¿Por qué no podemos amarlos a ambos? Dicho libro promovió un tono más caritativo en la labor pro vida. Escribieron: “¿Por qué no podemos todos defender a la mujer embarazada? ¿Por qué no podemos decirle que compartimos la agonía de su decisión? ¿Que realmente sabemos que ningún aborto ‘conviene’? ¿Por qué no podemos decirle que estamos de su lado y no en su contra? ... En los próximos años, la característica del movimiento pro vida por lo menos debe ser no solo salvar al bebé sino amarlos a ambos”.

Hoy, su enfoque compasivo y sin prejuicios toca a todos los que han participado en un aborto. Unido a la ilimitada misericordia de Dios, invita a las mujeres y a los hombres a buscar la sanación integral de cuerpo, mente y espíritu.

Su compromiso con la causa de la vida estaba claramente arraigado en el amor. ¿Qué otra cosa podría haber sostenido tal devoción? Conocí personalmente a los Willke en una reunión pro vida y me conmovió profundamente su devoción mutua. El Dr. Willke guiñaba hacia Barbara, quien, estoy segura, se sonrojaba en respuesta. Su alegría era contagiosa. Dicha alegría animaba a todos los que los conocían a mantenerse firmes ante el desánimo y a la vez fomentar una cultura de protección de la vida humana.

Gracias, Dr. y Sra. Willke. Gracias por su incansable testimonio en nombre de los por nacer nacidos. Y gracias por preparar el camino para que tantos otros hagan lo mismo. Rezamos pidiendo que disfruten de un merecido descanso juntos, rodeados por los Santos Inocentes de hoy en día que buscaron con tanto ahínco proteger.


                        
Deirdre A. McQuade es directora asistente de comunicaciones pro vida en el Secretariado de Actividades Pro-Vida de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos.  Para seguir al Secretariado en Facebook, visite www.facebook.com/peopleoflife.

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