Una hermosa decisión

Mary McClusky

28 de octubre de 2011

Stacie Crimm no creía que llegaría el día de tener un hijo, y cuando finalmente quedó embarazada a los 41 años, sintió una gran alegría. Pero pronto, unos terribles dolores de cabeza y visión doble produjeron un diagnóstico de cáncer en la cabeza y el cuello. Según su hermano, Ray Phillips, ella “agonizó" por la decisión de tratar el cáncer.  Aunque de seguro Stacie hubiera podido moralmente aceptar alguna consecuencia no deseada y posible de lastimar al bebé, ella decidió no aceptar el tratamiento para que su bebé tuviera la mayor posibilidad de vivir.Cuando Stacie se desmayó en agosto, los doctores realizaron una cesárea de emergencia y nació la pequeña Dottie Mae Crimm.Aunque solo pesó un poco más de 2 libras, Dottie Mae finalmente salió de la unidad de cuidados intensivos neonatales.

Los días posteriores al nacimiento, el personal del hospital luchó para mantener con vida a Stacie resucitándola varias veces.Cuando los doctores advirtieron que el final estaba cerca, las enfermeras llevaron a la bebé a la habitación de Stacie para que pudiera sostener a Dottie Mae.Ray Phillips dijo que ver a su hermana sonreír con alegría mientras sostenía a la bebé por la cual arriesgó su vida fue "probablemente lo más hermoso que había visto en mi vida".Stacie falleció tres días después.

La historia de Stacie es hermosa porque ella vio a su hija como un don.Un niño no nacido es una persona con una dignidad conferida por Dios, que posee los mismos derechos humanos que tú y yo, incluso el derecho a la vida.Como madre, Stacie instintivamente reconoció que a ella sola se le había confiado nutrir y proteger a Dottie durante los primeros meses de su vida.  A pesar del sufrimiento que probablemente soportaría, Stacie a sabiendas escogió el bien de otro.  Libremente eligió un camino que resultaría en una muerte más temprana con el fin de beneficiar a su hija por nacer.Con el apoyo de su hermano y la familia de él, sabía que ellos recibirían a su hija en una familia amorosa.

Su historia es un ejemplo de la belleza del gran amor que hay en dar la vida por el bien de otra  persona.Dios nos manda a amarnos los unos a los otros.La Sagrada Escritura dice: “No hay amor más grande que dar la vida por sus amigos” (Juan 15, 13). Nos sentimos verdaderamente completos y sentimos una gran felicidad cuando damos amor incondicional a otra persona.Nuestro bien supremo se obtiene viviendo correctamente y amando bien en esta vida para que podamos gozar de vida eterna con Dios y sus ángeles y santos.

Cada uno de nosotros está llamado a amar aunque conlleve sacrificio, y a apoyar el don de la vida humana.Y estamos llamados a ayudar a los demás cuando sus sacrificios tal vez sean abrumadores.Al apoyar a las madres embarazadas en las situaciones más difíciles, damos testimonio del don de Dios de una nueva vida que crece dentro de ellas.Que cada uno de nosotros recurra a Cristo y su Resurrección para obtener la inspiración que se necesita para amar verdaderamente y dar testimonio del don de la vida.Que tengamos la sabiduría de ver a cada persona que encontramos, nacidas y no nacidas, como un don, y  que tengamos la fortaleza de realizar actos de amor sacrificado que apoyen la vida humana.  La elección de Stacie Crimm de amar a su hija por encima de sí misma no solo salvó a su bebé, Dottie Mae, sino que inspira a todos aquellos que escuchan su historia.


Mary McClusky es coordinadora de proyectos especiales del Secretariado de Actividades Pro-Vida de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos.Para más información acerca de las actividades pro vida de los obispos, visite www.usccb.org/prolife.