(English)
¿Y si nuestra capacidad de concebir y traer nueva vida a partir de nuestro matrimonio no es una clase de responsabilidad cósmica, sino una participación muy verdadera en el trabajo creativo de Dios mismo?
Una tarde al principio de mis días como madre, meencontraba hablando con otra mamá al final de la fila para recoger a los niños de preescolar. Un niño pequeño giraba alrededor mientras ella pasaba una sillita de bebé de un brazo a otro.
"Entonces", hizo un gesto a mi hija recién nacida acunada en una sillita para autos, "ustedes han terminado de tener hijos ¿no?".
Parpadeé con sorpresa y me sonreí nerviosamente: "Um..."
Se apresuró a decir: "Indudablemente nosotros ya terminamos. Este es nuestro último. Estoy segura".
En ese momento, se abrió la puerta, salió una pequeña estampida de pequeños humanos con una pieza de arte manual en mano confeccionada con palitos de helado y el momento pasó en un mar de manos pegajosas y voces gritonas. Recogimos a nuestros niños de 3 años y cansadas caminamos hacia nuestras minivans, para nunca más intercambiar más que un puñado de cumplidos.
No sé si terminó ligándose las tropas, o si programó la vasectomía de su esposo, pero eso es porque nunca encontré el valor de continuar la conversación.
Y siento que le fallé.
"Arreglemos esto"
Desearía haber actuado más rápido esa tarde. Desearía haberla mirado sinceramente a los ojos y admitido lo muy difícil que es tener hijos pequeños. Desearía haberle contado que sabía cómo se sentía, que era perfectamente entendible estar sobrepasada y temerosa por el futuro. Por sobre todas las cosas, desearía haber reconocido lo tentador que podía ser tomar decisiones que te cambien la vida en momentos difíciles.
A veces las parejas consideran la esterilización permanente después de traer un nuevo bebé a su hogar. Es un momento de cambios dramáticos, agotamiento mental agobiante y sí, también gozo. La tentación es comprensible. Muchos padres nuevos quieren controlar lo que de otra manera se ve como una situación caótica y decir: "Nunca más, esto es simplemente demasiado". La esterilización se considera como la salida fácil, "la solución" al problema de la fertilidad.
¿Y si la fertilidad no es un problema en primer lugar? ¿Y si nuestra capacidad de concebir y traer nueva vida a partir de nuestro matrimonio no es una clase de responsabilidad cósmica, sino una participación muy verdadera en el trabajo creativo de Dios mismo?
Así es cómo la Iglesia Católica ve el amor humano. Esa es su visión del matrimonio: la maravillosa capacidad que tenemos de cambiar la vida participando así en la capacidad creadora de Dios mismo.
¿Bueno? Sí, muy bueno. ¿Seguro y predecible? No, no siempre.
Pero Jesús nos llama a algo que va más allá de lo seguro y predecible, y nos ha estado haciendo el mismo llamado durante más de 2000 años.
Comunicar la verdad
Parece haber alguna confusión sobre la enseñanza milenaria de la Iglesia sobre la apertura a la vida dentro del matrimonio. Las parejas casadas están llamadas a aceptar la gran dignidad de su misión matrimonial, de ayudarse mutuamente en el camino al Cielo y de acoger generosamente a los hijos que Dios les da.
Esto no quiere decir "Ten tantos hijos como sea físicamente posible", ni tampoco la Iglesia deja de tomar en cuenta las dificultades reales de la vida moderna en el mundo moderno. De hecho, el proceso de determinar con prudencia y en oración si buscar, posponer o evitar un embarazo en un momento dado corresponde a cada pareja casada.
Lo que no debemos hacer es separar el aspecto dador de vida del sexo, del aspecto de hacer el amor. Así es como Dios nos creó; estamos hechos para darnos completamente por medio del sexo a nuestro cónyuge, y contener nuestra fertilidad es contener una parte de nuestro ser. Cuando rechazamos el designio de Dios para nosotros, rechazamos su plan, que es siempre para nuestra felicidad máxima con Él, y rechazamos a Dios mismo, que nos ama más de lo que podamos imaginarnos.
"¿Es Dios confiable?"
Para muchos de nosotros, la idea de estar abierto a los hijos puede ser alto aterrador. A pesar de que la enseñanza de la Iglesia sobre esterilización es clara e invariable, muchas parejas tienen conflictos por cómo aplicarla en sus matrimonios, o incluso llegan a darle la espalda de forma deliberada.
La tentación de ignorar la doctrina de la Iglesia data del libro del Génesis, y es igual a la tentación de Adán y Eva seguida por la caída: Señor, no confiamos en Ti.
No con algo tan grande. No con la vida misma. ¿Y si la fertilidad realmente es una maldición y no una bendición? ¿Y si esto es más de lo que podemos manejar?
Si Dios nos llamó al matrimonio, también nos llamó a estar abiertos a la vida. Cada pareja lo ve de forma diferente, pero el llamado es el mismo: amor total, leal y fructífero. Por su misma naturaleza, el amor de esposos está abierto a la posibilidad de tener hijos, decida Dios enviarlos o no.
Creados para más
El acto sexual está llamado a renovar la alianza marital, repitiendo una y otra vez: "Me entrego a ti completamente, sin reservas, sin guardarme nada". La esterilización y los anticonceptivos separan el aspecto procreativo del unitivo del sexo, rechazando de esa manera una de las tres características del amor conyugal: la fertilidad. Esto quiere decir que cada vez que una pareja se une, ya sea usando anticonceptivos o habiendo sido esterilizada, sus cuerpos hablan una clase de verdad a medias el uno al otro, incapaces de dar expresión plena al amor que tienen el uno por el otro.
Estar abiertos a la vida no significa que necesariamente estamos tratando de concebir una nueva vida, pero sí significa que no debemos interferir de ninguna forma en la apertura del acto sexual a la posibilidad de una nueva vida.
Aquí es donde entra en juego la Planificación Familiar Natural. Es 100% segura y natural, completamente acorde a la naturaleza humana y las enseñanzas de la Iglesia, y reconoce que la manera normal y saludable en que nuestro cuerpo funciona no es un problema que tenga que solucionarse. La PFN puede ser hasta un 99% efectiva para posponer o evitar un embarazo, y existen numerosos recursos de rigurosidad científica disponibles, incluso de fuentes laicas, debido a que más mujeres exigen métodos seguros y auténticamente humanos para espaciar los hijos de manera natural y saludable.
Sí, la PFN puede ser difícil de practicar, especialmente cuando una pareja está aprendiendo a usarla. Sin embargo, el amor conyugal no está separado de la Cruz, ni tampoco lo está ninguna otra vocación. De hecho, es por medio del amor abnegado que se fortalecen los matrimonios y nos acercamos más a nuestros cónyuges y a Dios. Practicar la PFN puede también fortalecer un matrimonio por muchos otros motivos, uno de los cuales es que ofrece oportunidades para la comunicación de la pareja, lo cual puede llevar a un amor matrimonial más profundo.
"¿Podemos hacer esto?"
Ser invitados a participar como cocreadores con el Creador mismo es algo terriblemente impresionante. Hay momentos difíciles de lucha real sobre el temor a lo desconocido, el deseo de tener control y a menudo la intención de mitigar el riesgo con un recorte aquí, otro corte por allí.
Pero los beneficios de respetar nuestro cuerpo como es, y de seguir el llamado de Cristo para imitarlo en un amor completamente generoso exceden con creces los riesgos. Si hay algo que aprendí en la vida cristiana, es esto: Si se lo pedimos, Jesús estará en cada paso del camino, dándonos la gracia que necesitamos. Y sus planes son extremadamente más gratificantes que lo que podemos imaginar. Entonces la próxima vez que nos pregunten: "¿Terminaron ya?", podemos decir: "No sabemos aún. Dios no ha terminado de trabajar con nosotros".
Mi esposo y yo estamos esperando a nuestro cuarto bebé, y nunca estuve más en paz con los planes de Dios para nuestra vida. No podría haber dicho eso cuando tenía dos hijos, y de recién casados habríamos estado aterrorizados ante la posibilidad de tener cuatro hijos.
Pero a medida que cada bebé llegaba, también llegaban la gracia y la generosidad necesaria de hacer lugar, tanto en nuestro corazón y en nuestro hogar. Nuestro Dios es fiel, y sus planes para nosotros son buenos.
La
autora escribe y habla acerca de las doctrinas de la Iglesia Católica sobre el
sexo, el matrimonio y la Teología del Cuerpo. Ella y su esposo están criando su
familia de cuatro hijos.