Notas del leccionario para el domingo, 23 de junio de 2019

Solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo (Corpus Christi)

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Lecturas

Primera lectura – Génesis 14,18-20
Salmo Responsorial – Salmo 110, 1. 2. 3. 4
Segunda lectura – 1 Cor 11,23-26
Secuencia – Lauda Sion
Evangelio – Lucas 9,11b-17

Sacerdocio real

  • La Solemnidad de Corpus Christi celebra el cuerpo de Cristo, que Jesús ofrece al Padre para la salvación del mundo. En este sentido, es una celebración de Cristo que es víctima y sacerdote en la Eucaristía.
     
  • Varias de las lecturas de hoy se refieren al cargo de rey y sacerdote.
     
  • A Melquisedec se lo llama rey de Salem, que tradicionalmente se entiende que se refiere a Jerusalén. Su nombre literalmente significa “Rey de justicia”. Es un tipo primitivo de Cristo en tres aspectos importantes: Es simultáneamente rey y sacerdote; ofrece pan y vino a Dios; no pertenece a la tribu de Leví, y por lo tanto recibe su sacerdocio directamente de Dios, sin intermediarios.
     
  • El Salmo Responsorial es un salmo real, probablemente compuesto para conmemorar una victoria militar. El Señor invita al rey israelita a sentarse a su derecha, que es el lugar de honor. En su coronación, se consideraba que un rey israelita se entronizaba a la derecha del Señor invisible, pero siempre presente. Al igual que un sacerdote, el rey es un intercesor, que representa al pueblo ante Dios como personalidad corpórea.
     
  • Cristo, como Rey y Sacerdote, se ofrece a sí mismo por Su pueblo. Lauda Sion, que fue compuesta aproximadamente en 1264 por Santo Tomás de Aquino para utilizarse en misa en la fiesta en ese entonces relativamente nueva de Corpus Christi, hace referencia al papel de Cristo como Rey/dirigente de Su pueblo: “Ésta es la nueva Pascua, Pascua del único Rey, que termina con la alianza tan pesada de la ley” (versículo 7). Este versículo sostiene que en la Eucaristía hay tres cosas que se hacen nuevas: la ley, el sacrificio y el reinado. La novedad del reinado de Cristo se expresa bien en su propio sacrificio y en las dimensiones escatológicas de la Eucaristía.


Llamados a participar en la Misión de Jesucristo

  • En el Bautismo, los cristianos se incorporan al cuerpo de Cristo, y mediante la Eucaristía, los bautizados participan en la entrega total de Cristo por el mundo entero. Esta celebración de la Solemnidad del cuerpo de Cristo llama a la Iglesia a tener una participación más profunda en la misión de Cristo. Cristo desea reinar en la mente, voluntad y corazón de todas las personas (ver Quas primas, 7). Al recibir dignamente la Sagrada Eucaristía, nos convertimos en instrumentos por medio de los cuales Cristo extiende Su reinado en tiempo y espacio, ofreciendo esperanza a un mundo que necesita Su poder salvífico.
     
  • En el pasaje del Evangelio, la predicación de Jesús del Evangelio viene acompañada de obras de sanación y alimentación. Estas señales hacen referencia a la Eucaristía y a la Unción de los enfermos, y al mismo tiempo, recuerdan a la Iglesia que las acciones acompañan nuestro testimonio del Evangelio. El reino de Dios no trata solo de lo que va más allá del aquí y ahora. Hay una relación cercana y práctica entre el reino de Dios y las acciones que realizamos en la vida. La Iglesia Católica en los Estados Unidos durante décadas ha procurado participar en el ministerio de Cristo a los enfermos y hambrientos sirviendo en la atención médica y los servicios sociales.
     
  • El Decreto del Concilio Vaticano Segundo Sobre el apostolado de los laicos enseña que todos los miembros de la Iglesia comparten la misión de llevar el reino de Dios en todos los ámbitos de la actividad humana: “La Iglesia ha nacido con el fin de que, por la propagación del reino de Cristo en toda la tierra, para gloria de Dios Padre, todos los hombres sean partícipes de la redención salvadora, y por su medio se ordene realmente todo el mundo hacia Cristo. Toda la actividad del Cuerpo Místico, dirigida a este fin, se llama apostolado, que ejerce la Iglesia por todos sus miembros y de diversas maneras" (Apostolicam actuositatem, 2).
     
  • Los laicos tienen un rol especial en la santificación del mundo promoviendo el reino de Cristo en el ámbito temporal. “Son consagrados como sacerdocio real y gente santa (cf. 1 Pe 2,4-10) para ofrecer hostias espirituales por medio de todas sus obras, y para dar testimonio de Cristo en todas las partes del mundo” (Apostolicam actuositatem, 3).
     
  • La libertad religiosa consiste en que el Estado no impida a las personas buscar y responder a la verdad acerca de Dios. También significa que la Iglesia tiene el espacio para llevar a cabo la misión que Cristo le encomendó. En la actualidad, la Iglesia enfrenta muchos desafíos a sus actividades para expandir el reino de Dios. Los católicos laicos que procuran servir en un cargo público son cuestionados en su fe en audiencias públicas. La redefinición del matrimonio en la legislación civil podría poner un final a los servicios religiosos de adopción y acogida temporal. Los cristianos en lugares como Medio Oriente y Nigeria enfrentan persecuciones violentas. Y todos sabemos bien que el escándalo de los abusos sexuales dentro de la Iglesia es un desafío autoinfligido.
     

Fortaleza en la esperanza

En esta Solemnidad de Corpus Christi, en la que la Iglesia venera al Señor que es Sacerdote y Rey, el Decreto sobre los laicos nos habla a todos:

Solamente con la luz de la fe y la meditación de su palabra divina puede uno conocer siempre y en todo lugar a Dios, "en quien vivimos, nos movemos y existimos" (Hch 17,28), buscar su voluntad en todos los acontecimientos, contemplar a Cristo en todos los hombres, sean deudos o extraños, y juzgar rectamente sobre el sentido y el valor de las cosas materiales en sí mismas y en consideración al fin del hombre. Los que poseen esta fe viven en la esperanza de la revelación de los hijos de Dios, acordándose de la cruz y de la resurrección del Señor. [D]urante la peregrinación de esta vida ... mientras se dirigen a los bienes imperecederos, se entregan gustosamente y por entero a la expansión del reino de Dios y a informar y perfeccionar el orden de las cosas temporales con el espíritu cristiano. En medio de las adversidades de esta vida hallan la fortaleza de la esperanza, pensando que 'los padecimientos del tiempo presente no son nada en comparación con la gloria que ha de manifestarse en nosotros' (Rom 8,18) (Apostolicam actuositatem, 4).


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