Exsultet: Cristo, Nuestra Luz

Por Rev. Michael J. Flynn

La primera parte importante de la celebración anual de la Vigilia Pascual es la más memorable y la que más implica los sentidos. Ciertamente, incluye algunos símbolos muy vívidos y acciones que no encontramos en la liturgia de todos los días. Llamado anteriormente simplemente el "Servicio de la Luz", en la traducción actual de la tercera edición del Misal Romano, esta secuencia introductoria de elementos litúrgicos se llama "El Inicio solemne de la Vigilia o Lucernarium". La Vigilia solemne comienza –normalmente fuera del templo– con la bendición del fuego, seguida por la preparación y encendido del Cirio Pascual. Mientras el cirio es llevado en procesión a la iglesia que está a oscuras, los participantes reciben velas individuales que han tomado su luz del único Cirio Pascual. Cuando el Cirio se coloca en su candelario prominente en la iglesia, las luces de la iglesia vuelven a encenderse, se inciensa el cirio y el diácono (o sacerdote o un cantor laico si es necesario), entona uno de los himnos de alabanza más evocativos y poéticos de toda la liturgia: el anuncio Pascual, o Exsultet, nombrado por la primera palabra del original en latín. El movimiento simbólico de la liturgia ha sido de la oscuridad a la luz; ahora las palabras y la música se usan para alabar y dar gracias a Dios por lo que representa la luz: la actividad salvífica de Dios a través de la historia humana, culminando en la victoria de Cristo sobre la muerte y la resurrección de entre los muertos.

Para apreciar más plenamente la función de este gran himno en esta santísima noche, es importante notar que esta parte de la Vigilia Pascual no siempre ha sido el único ejemplo de "servicio de luz". Tales servicios fueron muy comunes en otros tiempos. Imaginen lo precioso que una vela, como única fuente de luz, debía ser para las familias y comunidades monásticas cuando el día se acababa y el sol empezaba a ponerse en Galia, en España y otras áreas al principio de la Edad Media. Por supuesto no había farolas en las calles, ni lámparas disponibles at toque de un interruptor. Las velas eran caras y a menudo una única vela proporcionaba la única fuente de luz a través de la oscuridad impenetrable de la noche. La importancia que dicha luz encontró en la expresión litúrgica en los servicios vespertinos de iluminación del cirio llamados lucernaria. En las comunidades monásticas, estos servicios a menudo servían de preludio a vigilias de toda la noche, especialmente en días de fiesta importantes. El himno y los textos de las oraciones que acompañaban a la lucernaria utilizaban bien una única luz –ésta como signo de la seguridad y esperanza que por otro lado estaban envueltas en una noche oscura– como símbolo de Cristo como luz del mundo. No es de extrañar, por tanto, que el Lucernario más elaborado llegara ser culmen de los momentos iniciales de la Vigilia Pascual, la vigilia más importante del año.

En los textos anteriores a los comienzos de la Edad Media, encontramos que en Roma y en las áreas más influenciadas por la liturgia romana, se usaba una larga oración de bendición del cirio. En las áreas del norte de Europa, sin embargo, se hizo acostumbrada la práctica de que un diácono entonara la proclamación de alabanza ante el Cirio Pascual, y durante la Edad Media, esto por último fue importando en la práctica romana también. Es muy posible que las proclamaciones pascuales iniciales fueran improvisadas, pero para la Edad Media, el texto que ahora conocemos como Exsultet se convirtió en himno standard para la Vigilia Pascual en el Oeste. De hecho, en el importante sacramentario compilado de fuentes romanas y europeas para la corte de Carlomagno en el siglo IX, encontramos el Exsultet esencialmente tal como lo conocemos hoy. A pesar de su antigüedad, este texto latino, de más de 1,200 años, es idéntico al de nuestro Misal hoy, excepto que el más antiguo es un tercio más largo. En este primer Exsultet había toda una larga sección dedicada al rico simbolismo originado por la actividad de las abejas. En nuestra versión presente, esto se ha reducido a dos referencias sobre el papel de las abejas en la producción de la cera que compone el sagrado cirio—un lenguaje que se ha recuperado notablemente en la nueva traducción del Exsultet. En el sur de Italia hacia el final de la Edad Media, el Exsultet a menudo se escribía en pergaminos con decoraciones muy elaboradas. A medida que el diácono pasaba por el largo texto, la congregación podía ver las bellas iluminaciones que acompañaban a las diversas partes del texto. Estas ilustraciones en los "Pergaminos del Exsultet" se pintaban boca abajo en relación con el texto y la notación musical para que los que miraban pudieran ver las imágenes correctamente a medida que se iba desplegando el largo pergamino.

A pesar de su antigüedad, el teto aún sirve maravillosamente como expresión actual de la alegría de la Pascua y la exuberante acción de gracias. Rico en alusiones patrísticas, el Exsultet también proporciona una primera visión de los temas bíblicos y teológicos que fundamentarán el resto de la liturgia de la Vigilia Pascual. La historia de la salvación, especialmente la liberación por parte de Dios de su Pueblo Escogido de la esclavitud de Egipto y del exilio, son prominentes tanto en el Exsultet como en la extensa Liturgia de la Palabra que le sigue. El texto recuerda poéticamente la fiesta de Pascua judía; el cirio presenta ante la asamblea se asemeja a la columna de fuego que guió a Israel en el desierto; su paso milagroso por el mar Rojo sirve tanto como signo de liberación como como prefiguración de las aguas del Bautismo, otro elemento prominente en las Vigilias Pascuales antiguas y modernas. Al haber recordado momentos clave del Antiguo Testamento, la Nueva Alianza entre Dios y la humanidad es proclamada elocuentemente en términos de la Luz brillante de Cristo que disipa la oscuridad del pecado y de la muerte en todo tiempo.

Como corresponde a un texto de tal importancia y solemnidad, el Exsultet siempre se debe cantar—a no ser que sea totalmente imposible cantarlo dignamente. La notación de canto en el Misal no es difícil de cantar, pero la Proclamación Pascual es larga, así que es esencial tener una preparación y ensayo por adelantado. También es importante tomar nota de las instrucciones de rúbricas que conciernen al Exsultet y están contenidas en el Misal. El decidir cuál de las diversas opciones está es más apropiado para una comunidad concreta y a las capacidades de los ministros asegurará una interpretación del Exsultet que sea al mismo tiempo digna y evocativa de alegría. Como indican las rúbricas, el entonar el Exsultet es principalmente la responsabilidad el diácono. En ausencia de un diácono, puede ser también cantado por el sacerdote que preside, o por un concelebrante. Sin embargo, si las circunstancias locales lo sugieren, las instrucciones también permiten que un cantor laico entone el Exsultet, con ciertas partes indicadas en el texto que se omiten. Finalmente, si la extensión del texto resulta intimidante, el Misal también incluye una forma abreviada del Exsultet. Estas diversas opciones, sin embargo, junto con la decisión de qué ministros la van a ejecutar, se debe discutir al principio de la planificación, y nunca dejarla a la suerte del último momento.

Por siglos, el Exsultet ha servido como una joya litúrgica de belleza incomparable, en esta "madre de todas las santas vigilias", como tan adecuadamente describió san Agustín la Vigilia Pascual. Como nos exhorta el Exsultet, "Goce también la tierra, inundada de tanta claridad, y que, radiante con el fulgor del rey eterno, se sienta libre de la tiniebla que cubría el orbe entero". Que esta venerable proclamación de la Pascua nos sirva a nosotros y a nuestras asambleas como expresión genuina de esperanza y alegría pascual.