Cremación y el Ritual de Exequias Cristianas

Del Newsletter del Comité para el Culto Divino (enero de 2012)

En abril de 1997, la Congregación para el Culto Divino y Disciplina de los Sacramentos concedió un indulto a los Estados Unidos permitiendo a obispo diocesano permitir la presencia de los restos cremados de un cuerpo en una Misa de funeral. Más tarde ese mismo año, la Congregación confirmó los textos especiales y directivas rituales (Prot n. 1589/96/L para el indulto y el texto), que entonces se publicaron como un apéndice al Ritual de exequias cristianas. A menudo el Secretariado del Culto Divino recibe peticiones de clarificación o sugerencias de mejores prácticas sobre la presencia de restos cremados y funerales y su disposición final apropiada.

La práctica de la cremación se ha hecho mucho más común en Estados Unidos y a menudo se presenta como una alternativa menos cara para el entierro tradicional. Lo que a menudo se pasa por alto es la enseñanza de la Iglesia sobre el respeto y honor debidos al cuerpo humano. El Apéndice II al Ritual de exequias cristianas dice: “Aunque la cremación esté ahora permitida por la Iglesia, no por ello posee el mismo valor que el entierro del cuerpo. La Iglesia claramente prefiere y exhorta que el cuerpo del difunto esté presente en los ritos exequiales, puesto que la presencia del cuerpo humano refleja mucho mejor los valores que la Iglesia afirma en sus rituales" (n. 413).

Lo ideal es que si una familia opta por la cremación, ésta tenga lugar en algún momento después del funeral, para que haya una oportunidad para la Vigilia por los Difuntos en presencia del cuerpo (durante el velatorio en una iglesia o tanatorio). Esto permite la reverencia adecuada por lo sagrado del cuerpo en la Misa de Funeral: aspersión con agua bendita, la colocación del palio, y el honrarlo con incienso. El Rito de Entrega toma lugar después de la cremación (ver Apéndice II, nn. 418-421). Los tanatorios ofrecen varias opciones en este caso. Uno es el uso de “féretros de cremación” que es esencialmente un féretro de alquiler con un forro de cartón que se crema con el cuerpo. Otro es un féretro completo que se crema (este féretro contiene cantidades mínimas de material no combustible, tal como asas o cerraduras de metal).

Cuando la cremación tiene lugar antes de la Misa de Funeral, y el obispo diocesano permite la presencia de restos cremados en la Misa de Funeral, el Apéndice II proporciona textos adaptados para la Aspersión con Agua Bendita, la Despedida que se usa en la Misa de Funeral (o la liturgia de Funeral fuera de la Misa) y la Entrega de los Restos Cremados. La introducción proporciona más detalles específicos sobre cómo se adaptan los ritos de funeral. En general el rito indica:

Los restos cremados de un cuerpo merecen el mismo respeto que se le brinda a los restos corporales del ser humano. Esto incluye el uso de un recipiente digno que acoja las cenizas, la forma en que se carguen, el cuidado y la atención requeridos para su transporte y colocación, y su reposo final. Los restos cremados deben ser enterrar en una tumba o sepultados en un mausoleo o columbario. La práctica de esparcir los restos cremados en el mar, o desde el aire, o en la tierra, o de mantenerlos en la casa de un pariente o de un amigo del difunto no es la forma respetuosa con que la Iglesia requiere que se disponga de ellos (n. 417).

Para algunas familias, la opción de la cremación se basa en dificultades económicas, así que esta opción a menudo significa que no hay plan para la entrega o entierro de los restos cremados. Como medio de proporcionar un apoyo pastoral y una solución respetuosa adecuada al problema de restos cremados sin enterrar, una diócesis ofreció el Día de los Muertos de 2011 una oportunidad para las familias que lo desearan para el entierro de los restos cremados. La diócesis ofreció una misa y servicio de entrega en uno de sus cementerios católicos, y proporcionó, gratuitamente, una bóveda común en un mausoleo para el entierro de restos cremados. Los nombres de los difuntos enterrados ahí fueron conservados en un archivo, aunque en este caso no fueran inscritos individualmente.

A medida que se escoge la cremación más frecuentemente, habrá muchos que no sean conscientes de la enseñanza de la Iglesia sobre esta práctica. Es importante que los obispos y párrocos no sólo catequicen a los fieles, sino que colaboren con los directores de funerarias para proporcionar información útil y exacta a las familias que planifican el funeral de sus seres queridos. Ofrecer oportunidades a los miembros de familias para el entierro respetuoso de sus seres queridos que no fueron enterrados después de las exequias y la cremación, daría un testimonio eficaz sobre la importancia del entierro cristiano y nuestra creencia en la resurrección. En resumen, se anima a los párrocos a mostrar sensibilidad pastoral, especialmente hacia aquellos para quienes la cremación es la única opción posible (ver Apéndice II, n. 415).

© 2012, United States Conference of Catholic Bishops