crecer en su compromiso con la persona y misión de Cristo siervo. Los clérigos están
obligados a buscar la santidad “ya que, consagrados a Dios por un nuevo título en la
recepción del orden, son administradores de los misterios del Señor en servicio de su
pueblo.”
55
Una vida sencilla
64.
A los diáconos se les encomienda en su ordenación vivir
siempre de acuerdo con el ejemplo de Cristo e imitar a Cristo que no
vino a ser servido sino a servir. Por lo tanto, los diáconos son llamados a vivir sencillamente.
La sencillez de su vida permite a un clérigo brindar apoyo y solidaridad a los necesitados en
sus esfuerzos por crear una sociedad más justa; ser más sensibles y más capaces de entender
y discernir las realidades e implicaciones de los aspectos económicos y sociales de su vida, y
promover una opción preferencial por los pobres.
56
El significado profético de este estilo de
vida, tan necesario en las sociedades prósperas y de consumo,
57
es un importante testimonio
para animar la
diaconía
de todo cristiano a servir “sobre todo a los pobres y a cuantos
sufren.”
58
Un estilo de vida
sencillo
Servicio pastoral
65. Como observó el papa Juan Pablo II, “a la hora de decidir el
restablecimiento del diaconado permanente influyó notablemente la
necesidad de una presencia mayor y más directa de ministros de la Iglesia en los diversos
ambientes: familia, trabajo, escuela, etc., además de en las estructuras pastorales
constituidas.”
59
Aunque transformar al mundo es responsabilidad del laico, el diácono en
comunión con su obispo y el presbiterado diocesano
exhorta, consagra y guía al pueblo de
Dios a vivir fielmente la comunión y la misión que comparten en Cristo, especialmente la de
hacer visible el Evangelio en su vida diaria mediante su preocupación por la justicia, la paz y
el respeto a la vida.
60
Comprometidos en el
mundo
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