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Segunda Parte. Los Sacramentos: La Fe Celebrada
Los Obispos
Por la ordenación al episcopado, los obispos reciben la plenitud del
sacramento del Orden y se convierten en sucesores de los Apóstoles.
Mediante este sacramento, un obispo se incorpora al colegio episcopal y
sirve como la cabeza visible o pastor de la iglesia local encomendada a su
cuidado. Como colegio, los obispos cuidan y se preocupan por la misión
apostólica de todas las iglesias en comunión con el Papa —la cabeza del
colegio episcopal, el Obispo de Roma y el sucesor de San Pedro— y bajo
su autoridad.
Los Sacerdotes
Por la ordenación, “los presbíteros están unidos a los obispos en la
dignidad sacerdotal y al mismo tiempo dependen de ellos en el ejercicio
de sus funciones pastorales; son llamados a ser cooperadores diligentes
de los obispos” (CIC, no. 1595). Junto con el obispo, los sacerdotes
forman una comunidad
presbiteral
(sacerdotal) y asumen con él la
misión pastoral de una parroquia en particular. El obispo nombra a
sacerdotes para el cuidado pastoral de las parroquias y otros ministerios
diocesanos. El sacerdote promete obediencia al obispo en servicio al
pueblo de Dios.
Los Diáconos
El título de
diácono
proviene de la palabra griega
diakonia
, que significa
“siervo”. Un diácono está especialmente vinculado al obispo en las
tareas de servicio y es configurado con Cristo, el Diácono —o Siervo—
de todos (cf. CIC, nos. 1569-1570).
“Existen dos grados de participación ministerial en el sacerdocio de
Cristo: el episcopado y el presbiterado. El diaconado está destinado a
ayudarles y a servirles” (CIC, no. 1554). Los tres grados del sacramento
del Orden —obispo, sacerdote y diácono— son conferidos todos
mediante la ordenación.
Los diáconos reciben el sacramento del Orden de un obispo y son
ordenados no al sacerdocio ministerial, sino al ministerio de servicio.
Mediante la ordenación, el diácono es configurado con Cristo, quien